Trump y el Canal de Panamá: Pretensiones de un expansionismo desmedido

Dicen que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. A menos, claro, que te desmientan cada vez que la dices. Es el caso de Donald Trump, quien insiste en afirmar que su administración está “recuperando” el Canal de Panamá, a pesar de que el presidente panameño, José Raúl Mulino, y la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) ya lo han desmentido en repetidas ocasiones. Pero ¿quién necesita hechos cuando se tienen discursos patrióticos y la eterna amenaza de China como comodín?
El expresidente y ahora nuevamente presidente de EE.UU. ha asegurado que su gobierno ya comenzó el proceso de recuperación del canal, con la justificación de que fue construido por estadounidenses “para estadounidenses”. En su narrativa, el canal ha caído en manos de China, aunque la realidad diga otra cosa. Panamá, por su parte, ha dejado claro que la vía interoceánica es suya y seguirá siéndolo, algo que Mulino repitió con la paciencia de quien ya está harto de corregir la misma desinformación.
Las mentiras de Trump y la indignación panameña
El primer desmentido de esta nueva saga ocurrió cuando la Casa Blanca, a través de su vocera Karoline Leavitt, aseguró que EE.UU. había conseguido que Panamá eliminara los peajes a sus barcos navales. Un gran logro diplomático, de no ser porque nunca sucedió. La ACP respondió con un escueto pero contundente comunicado: “No se han realizado ajustes a los peajes y otros derechos por transitar el Canal de Panamá”.
Nuevamente miente el Presidente Trump. El Canal de Panamá no está en proceso de recuperación y mucho menos es la tarea que en nuestras conversaciones con el Secretario Rubio ni ningún otro se haya ni siquiera conversado. Rechazo a nombre de Panamá y de todos los panameños esta…
— José Raúl Mulino (@JoseRaulMulino) March 5, 2025
Pero Trump no se conforma con pequeñas falsedades cuando puede aspirar a algo más grande. En su discurso ante el Congreso, afirmó que su administración estaba tomando medidas para “reclamar el Canal de Panamá” y que, de ser necesario, no descartaría el uso de la fuerza. Una declaración que, en cualquier otro contexto, sería vista como una amenaza de invasión, pero que en su caso parece más bien una estrategia para emocionar a su base electoral.
Mulino, con la dignidad nacional en juego, respondió de inmediato: “Nuevamente miente el presidente Trump. El Canal de Panamá no está en proceso de recuperación y mucho menos se ha tratado en nuestras conversaciones con EE.UU.”. En otras palabras: Panamá no está negociando su soberanía, por más que Trump insista en lo contrario.
BlackRock y la compra que lo cambia todo
La coincidencia (o no) de la venta del 90% de los puertos panameños de Balboa y Cristóbal al fondo de inversión estadounidense BlackRock justo cuando Trump intensificó su discurso sobre la “recuperación” del canal, es un dato que no puede pasarse por alto. Hasta ahora, los puertos estaban operados por CK Hutchison Holdings, un conglomerado de Hong Kong que, según Trump, representaba la injerencia china en el canal.
Así que, en lo que parece una jugada magistral de presión estadounidense, Hutchison vendió su participación a BlackRock, dándole a EE.UU. el control de los principales accesos marítimos de la vía interoceánica. Y aunque el gobierno panameño insiste en que esta transacción es un acuerdo entre empresas privadas, el trasfondo político es evidente: Washington quería esos puertos fuera del control chino y lo consiguió sin necesidad de intervenir militarmente (por ahora).
Trump, por supuesto, aprovechó la venta para reforzar su narrativa: “Ya hemos empezado a recuperar el canal”, declaró con tono triunfalista, omitiendo que Panamá sigue siendo el único dueño de la vía. La Casa Blanca no ha hecho comentarios sobre la compra, pero el mensaje es claro: si no puedes controlar el canal directamente, al menos controla sus puertas de entrada y salida.
La paranoia china y la eterna disputa de soberanía
Si algo ha quedado claro en este episodio es que Trump ve a China en todas partes. Desde su primera presidencia, ha acusado al gigante asiático de tener una influencia indebida en el Canal de Panamá, basándose en que CK Hutchison, la empresa que operaba los puertos, tiene sede en Hong Kong.
Panamá, por su parte, ha negado cualquier tipo de intervención china en la vía y ha insistido en que todas las decisiones sobre el canal son autónomas. Pero la narrativa de Trump no necesita hechos, solo titulares rimbombantes que refuercen su discurso de seguridad nacional.
El problema de fondo es que EE.UU. nunca terminó de aceptar que el canal ya no le pertenece. Durante 85 años lo operó como propio y, aunque el Tratado Torrijos-Carter de 1977 estableció su transferencia a Panamá en 1999, hay sectores en Washington que todavía lo ven como un activo estratégico estadounidense. La diferencia es que, en su segunda presidencia, Trump no está dispuesto a aceptar esa realidad sin dar pelea.
Panamá aguanta, pero ¿por cuánto tiempo?
Mientras Mulino y la ACP insisten en que el canal es y seguirá siendo panameño, Trump sigue empujando su agenda de recuperación con un doble frente: desinformación y presión económica. La venta de los puertos a BlackRock sugiere que, aunque el canal no regresará formalmente a EE.UU., su influencia en la vía se fortalecerá de manera indirecta.
El tiempo dirá si Panamá logra mantener su independencia operativa o si Washington encuentra una nueva forma de apretar el cerco. Por ahora, la estrategia parece clara: si no puedes tener el canal, al menos controla lo que entra y sale de él.