Canadá responde con fuerza a los aranceles de Trump: represalias por 155 mil millones de dólares

Canadá ha demostrado que no está dispuesto a jugar el papel de víctima en la más reciente ocurrencia comercial de Donald Trump. Ante la decisión unilateral del presidente estadounidense de imponer aranceles del 25% a los productos canadienses, el gobierno de Justin Trudeau no solo respondió con la misma moneda, sino que llevó la disputa a un nivel superior: anunció represalias inmediatas por 155 mil millones de dólares, llevó el caso ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) y activó mecanismos dentro del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).

Mientras Trump insiste en manejar la economía global como si fuera un reality show, Trudeau ha dejado claro que su país no se dejará intimidar. “Canadá no dejará que esta decisión injustificada quede sin respuesta”, afirmó el primer ministro en un mensaje dirigido no solo a Washington, sino también a los ciudadanos estadounidenses, quienes serán los primeros en sentir las consecuencias del aumento de precios y posibles pérdidas de empleos derivados de esta nueva guerra comercial.

La estrategia canadiense: rápida, contundente y escalonada

Lejos de improvisar, Canadá ha diseñado una estrategia de represalias comerciales precisa y progresiva. En una primera fase, ha impuesto aranceles del 25% a productos estadounidenses por un valor de 30 mil millones de dólares canadienses, con una segunda fase que ampliará el impacto a 125 mil millones adicionales en un plazo de 21 días. Este movimiento no solo equipara la agresión comercial de Trump, sino que también le envía un claro mensaje: Canadá no cederá ante presiones ni amenazas.

Además, Trudeau ha advertido que estos aranceles seguirán en vigor hasta que EE.UU. retire los suyos, y que su gobierno está evaluando otras medidas no arancelarias para incrementar la presión sobre Washington. En un gesto que demuestra la solidez de su postura, Trudeau ha señalado que las autoridades canadienses están en comunicación constante con provincias y sectores industriales para mitigar el impacto en la economía nacional mientras EE.UU. siente las consecuencias de su propio juego.

El primer ministro de Ontario, Doug Ford, ha sido incluso más directo: si la administración de Trump no cede, Canadá podría bloquear el suministro de níquel y cortar la transmisión de electricidad hacia EE.UU., una medida que afectaría gravemente a las plantas automotrices en Michigan, al punto de provocar cierres en cuestión de días. “Voy a ir a por absolutamente todo”, advirtió Ford, dejando claro que Canadá no solo está preparado para responder, sino que está dispuesto a ir más allá si la situación lo requiere.

La respuesta de Canadá en el escenario internacional

Pero Trudeau no se ha limitado a responder con represalias comerciales; su gobierno ha optado por una ofensiva diplomática que deja a Washington en una posición incómoda. Canadá ha presentado una denuncia ante la OMC y el T-MEC, exponiendo la violación flagrante del acuerdo comercial firmado por las tres naciones. En un irónico giro de los acontecimientos, el mismo tratado que Trump promovió con orgullo ahora es utilizado como base para enfrentar su política proteccionista.

El mensaje de Trudeau a los estadounidenses fue particularmente calculado: en lugar de centrarse únicamente en la relación bilateral, enfatizó el impacto negativo que estas medidas tendrán sobre los trabajadores y consumidores de EE.UU. “No queremos esto, sino colaborar con ustedes, pero su gobierno ha decidido hacerle esto a ustedes”, declaró, dejando claro que la decisión de Trump no solo perjudica a Canadá, sino también a la propia economía estadounidense.

Una respuesta que marca la diferencia

Mientras otros países han optado por la prudencia y la espera ante las políticas erráticas de Trump, Canadá ha demostrado que la mejor defensa es un buen ataque. No solo ha respondido de manera proporcional, sino que ha convertido el conflicto en una oportunidad para reafirmar su soberanía comercial y su capacidad de maniobra en la arena internacional.

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Con una estrategia que combina aranceles, presión política y acción diplomática, Trudeau ha dejado claro que Canadá no será un blanco fácil. En un mundo donde la incertidumbre es la nueva normalidad y las decisiones de Trump parecen seguir la lógica del caos, Canadá ha dado un ejemplo de cómo enfrentarse a un gigante sin perder la compostura ni la dignidad.

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