“Si no me metía a la cancha me matan ahí”: La crónica de un aficionado en el Querétaro – Atlas

En redes sociales encontramos un texto viral de Sebastián Estremo, como es identificado en Facebook, con más de 31 mil me gusta y varios miles de compartidos. 

El autor, que se identifica como graduado de la UNAM y académico en otras instituciones, relata la tarde de la tragedia en el Estadio Querétaro y cómo gracias a la empatía de una familia y varios aficionados locales pudo salir con bien del estadio.


Llegamos al estadio a eso de las 14:30, compramos nuestros boletos Bere (mi morra) y yo. Gente misma de Querétaro nos decía que la barra de Querétaro nos andaba cazando. Tuvimos cuidado y nos metimos a la zona de los camiones del Atlas. Ahí encontramos a una amiga mía que venía de Guadalajara, a ellos unos autos se les cerraron y les apedrearon su van.

Comenzó el acceso al estadio. La policía nos hacía formarnos de un lado y otro. Había muchísima policía para nosotros. No pudimos ingresar con NADA. Ni cadenas, ni pulseras, ni bolsas, ni cinturones, nada, solo el celular y la cartera. Yo llevaba mi sudadera la cual es importante para cubrirse sobre todo para la salida para tapar la playera. Precaución porque sabemos que los de Querétaro nos odian. No nos la dejaron pasar. La guardé en un camión de los que venían de Guadalajara, me dijeron que se iban a ir luego luego acabando. Después de cómo una hora bajo el sol ya por fin pudimos entrar.

El primer tiempo como cualquier partido de fútbol, cánticos y de ahí no pasó, era una fiesta. Nosotros estábamos enjaulados por rejas y alambres de púas en un área abajo en un costado. Repito el operativo con nosotros fue tan estricto que no pudimos meter nada de nada. Nunca me habían cateado tanto. Habían nomás unos globos. Atlas lo ganaba 1-0 al medio tiempo.

En el segundo tiempo, alrededor del minuto 15, seguíamos cantando dentro de nuestra jaula, cuando vimos que empezaron unas corretizas a aficionados del Atlas en varias secciones del estadio. La zona de la barra del Querétaro estaba en la cabecera más alejada de nosotros, en teoría para evitar broncas. De pronto LITERALMENTE vimos como se abrían las puertas que los separan del resto. Hubo una minitrifulca con la policía de ahí pero rápido los vencieron. NO VOLVÍ A VER UN SOLO POLICÍA DESPUÉS.

Vimos desde nuestra jaula como los de la barra del Querétaro corrían por los pasillos del estadio. De pronto estábamos rodeados por ambos lados. Insisto enjaulados, sin nada con qué protegernos. Desde arriba también nos rodearon, nos empezaron a lanzar BOTELLAS DE VIDRIO. Las teníamos que esquivar, una le dio en la cara al que estaba a lado de mí.

Ahí comenzó el verdadero caos, el partido increíblemente seguía. Se metió a la cancha uno de Querétaro y fue a la jaula a provocar. Alguien de fuera abrió a un costado nuestra jaula. Unos huyeron a la salida. Nosotros no pudimos por los botellazos. El portero de Querétaro se acercó a tratar de calmar los ánimos. Ya era muy tarde. El partido se suspendió. FUE UNA EMBOSCADA, no una mentada riña entre porras.

Claramente las autoridades del estadio colaboraron.

Tratamos de huir de los botellazos a la cancha pero ya nos rodeaban. Un grupo de atlistas se organizó y salió a repeler el ataque. Esa gente me salvó tal vez la vida a mi y a Bere. Fueron los únicos que defendieron al grupo atlista. Los de Querétaro tenían botellas, asientos y cintos. Nosotros nada. Había familias. En ese minuto que duró el repele pudimos huir a la cancha, después hubiera sido imposible. Pensamos que estábamos seguro, pero no, nos persiguieron. Al que se caía o era atrapado lo golpeaban entre varios. Los encueraban y les quitaban sus pertenencias. Golpeaban a matar con toda la zaña del mundo. Sabían lo que hacían.

Bere y yo corrimos a las bancas. Venían hacia nosotros, a mi me daban miedo las estampidas, así que le dije de esperar. Pero ya no hubo tiempo venían por nosotros. Eran miles. En la huida ya también había un puñado de aficionados queretanos.

Nos metimos al túnel de los vestidores. Al de atrás de mi le lanzaron una botella, cayó sangrando por las escaleras. Nos metimos al túnel y cerramos la puerta. Nos atrincheramos. Salió gente del club (Atlas) a tranquilizarnos. Fueron los únicos que dieron la cara. Nos dijeron de quitarnos nuestras playeras para salir como civiles. Pero oh sorpresa! No teníamos nuestras sudaderas. Unos aficionados de Querétaro nos prestaron ropa.

Esperamos una media hora, los de Querétaro fueron desalojados. Desde el túnel vimos como había gente del estadio señalándonos, para dar el pitazo. Apagamos la luz. Desde fuera un amigo me mandaba videos de la masacre que ocurría ahí afuera simultáneamente. Escuchábamos golpes a la puerta. Había un niño muy asustado que venía con sus papás. En los golpes no discriminaban por edad o sexo.

Aparentemente desalojaron el estadio y salimos cruzando la cancha entera. Aficionados del Querétaro esperaban sentados riéndose de nosotros. Había sangre, cinturones, vidrios rotos, lazos, palos, navajas y demás cosas con las que los queretanos nos golpearon. Nosotros ni nuestras sudaderas pudimos pasar, ellos tenían todo eso. Alguien les ayudó. Alguien les abrió su jaula. Alguien los dejó cruzar todo el estadio para llegar a donde estábamos nosotros. Y mientras tanto la policía amedrentaba a los atlistas que pudieron escapar a los botellazos por la salida.

Salimos por fin a los camiones. Estábamos rodeados de policías. Se hablaba de desaparecidos y muertos. En los medios lo pintaron como una “invasión”. Si no me metía a la cancha me matan ahí. Hablan de “pleito entre barras”. Perdón, pero si los del Atlas que salieron a repeler el ataque con golpes no lo hacían nosotros no la contamos. Ellos posiblemente son los heridos, a ellos les debo tal vez mi vida.

Que los medios lo digan como es: fue un ataque premeditado de la afición queretana de la barra contra gente del Atlas con todo el apoyo de las autoridades y del club Querétaro. Hay videos que circulan en Twitter donde se ve gente con radios y como les abren la puerta.

Les comparto lo que yo pude grabar en mi escapada del vestidor hasta el otro lado de la cancha.
Esta es una relatoría, me ahorro mis opiniones para mis amigos.

PD: Los que me conocen a mi y a Berita y su primer pensamiento es un “eso les pasa por ir al futbol” o alguna mamada del tipo “típico de vatos” de verdad no me vuelvan a hablar, no los quiero en mi vida. No han entendido un ápice de qué va esto y no me interesa tener ningún tipo de relación con ustedes.
Arriba el Atlas y su gente a la que hoy le debo la vida

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