River vs Boca: cuando el fútbol pasó a segundo plano

Jorge Valdano, gran filósofo del fútbol escribió sobre el partido River vs Boca que se trataba de un duelo entre el la cultura deportiva europea y el sudamericana, la final definiría quien tiene el mejor juego:

“Pero no confundamos superioridad económica con superioridad moral. Europa mira la Final como si se tratara de un fútbol primitivo, rabioso en las tribunas y precario en el campo. Error. Fútbol de antes, pero no menor. Siguen siendo cientos los jugadores que llegan para fortalecer el fútbol europeo con talento, oficio y personalidad gracias a una cultura que expira amor al juego.”

Eso era lo importante de la final de la Libertadores hasta que la afición, componente fundamental del deporte, se alejó del fútbol. La afición se volvió protagonista y a un lado quedó el espectáculo en la cancha, que vaya, fue grande en el partido de ida, pero resultó más importante ser la barra más violenta que ganar en la cancha, resultó fundamental meter luces de bengala en la barriga de un niño que estudiar la táctica del rival: la barra se creyó lo más importante del deporte y no lo es.

Aunque quizá tengan razón, por su culpa, un partido  que debió jugarse en Buenos Aires se jugará en Madrid.

Así lo escribió Hernán Casciari:

“Los jugadores que triunfaban en el extranjero ya no quisieron volver, y los dueños del juguete se llenaron los bolsillos sin mejorarle el mecanismo. Hoy, cuando vamos a ver jugar a los nuestros, ya no hay sombreros, ni rabonas, ni paredes. El pasto está alto y descuidado. Y pusieron una manga de plástico para que los jugadores puedan entrar a la cancha sin morir.”

Los argumentos que afirman que los provocadores de este suceso son algunos inadaptados se equivocan, se salen por un falso argumento: la violencia sistemática en el futbol es real en las gradas, surge desde las porras, las palabras y deriva gravemente en la violencia física. Se deben pugnar por técnicas innovadoras de conducir esas aficiones, Inglaterra lo logró, Alemania también, necesitamos modelos en que la afición siga conviviendo pero sin violencia.

También se equivocan quienes afirman que toda la afición al fútbol es violenta, tampoco es así, hay quienes disfrutan y se deleitan. La pasión no puede llevarnos a la violencia, nuestra pasión en nuestro trabajo profesional no debe llevarnos a la violencia, nuestra pasión por el arte, por la vida, por la naturaleza, nada debe llevarnos a la violencia. El fútbol provoca pasiones, pero no debe provocar violencia, no es directamente proporcional, no es parte del juego.

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La violencia fuera del estadio hizo que el fútbol pasara a segundo plano, River Plate es una institución innovadora en cuanto a marketing, comunicación, ventas, administración, inteligencia deportiva y táctica, Gallardo es un gran director técnico, pero su afición no estuvo a la altura y eso también impacta en el futbol, sino en la directiva, no solo de River, porque haríamos mal en ver esto como un caso aislado porque pasó en muchas barras de Argentina y de Brasil. Incluso sucede en México en Monterrey o en Guadalajara, es un fenómeno sistémico que las directivas y la administración del fútbol, debe atender de manera creativa y pacífica.

La afición es parte del balompié, la violencia no. Cuando la violencia actuó el fútbol se deformó y por eso habrá una final que perjudica al River Plate porque no tendrá la posibilidad de ser alentado por su afición: la violencia mata; al deporte también.

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