Enedina Vásquez, más de 50 años dedicada a recuperar la tradición del barro

Con más de 50 años dedicados a trabajar el barro con pastillaje y engobes, Enedina Vásquez ha hecho una ardua labor de recuperación de esta técnica ancestral e incluso ha logrado recuperar una paleta de 80 colores que se habían perdido.

La ganadora del Premio Nacional de Cerámica en 2013, recordó que en aquel entonces no esperaba recibir un reconocimiento así, pues sentía que aún le faltaba camino, a pesar de que comenzó a trabajar el barro a los 4 años al lado de su papá y de que fue a los 16 años cuando empezó a ganar premios.

Toda una tradición familiar que heredó de sus abuelos y tatarabuelos, todos artesanos, que se han dedicado a hacer piezas de barro “a mano 100 por ciento, la técnica es barro al pastillaje, los colores son a base de engobes minerales que es una técnica muy antigua, que ya se estaba trabajaba mucho antes de la Conquista”, comentó en entrevista para la Secretaría de Cutura.

La artesana originaria de Santa María Atzompa, Oaxaca, aseguró que “yo no estoy haciendo nada nuevo que digamos, nada más le estoy poniendo un estilo propio y las piezas consisten en vírgenes de Guadalupe, de Soledad, de Juquila, contando parte de nuestra cultura con muñecas con trajes regionales muy a mi estilo”.

Las piezas se hacen a mano, por partes. Primero la base hasta que maciza y después se empieza a decorar. Enedina Vásquez explicó que “el pastillaje es como el bordado, son partículas muy pequeñas de barro más fino para empezar a hacer flores, bejucos, hojas y toda la decoración”, mientras que el engobe se aplica con pincel.

Según el diseño, el proceso de una de estas obras de barro al pastillaje puede tardar hasta un mes y ahora las obras de Enedina se encuentran en un sinfín de lugares no sólo de México sino también del extranjero.

En nuestro país, museos como el de Arte Popular y el Palacio de Iturbide, cuentan con una gran colección de las piezas de esta artesana oaxaqueña, que además tiene una gran lista de clientes extranjeros, que se llevan sus obras para tiendas, museos y colecciones personales.

Sus piezas están en todas partes, pues a los 16 años la artesana con una Virgen de Guadalupe ganó a principios de los años 80 un premio especial en el Premio Nacional de Cerámica y hasta altos funcionarios le solicitaban obras, como es el caso del ex presidente Vicente Fox que le encargó una Virgen de Guadalupe de 1.25 metros de altura, que hasta el momento es la pieza más grande que ha hecho.

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Enedina Vásquez advirtió que si se hubiera dedicado a juntar todas las piezas, desde la primera, con las que ha ganado concursos, “le juro que no cabrían en mi casa, ya hubiera hecho mi propio museo, pero lo malo es que no hay billetes para hacerlo”.

Para la artesana, su oficio es no sólo interesante sino también muy importante, “porque hace 30 años, éramos contaditas las personas que trabajábamos el barro al pastillaje, mi papá era de los pocos que trabajaban esa técnica”.

Y aunque Enedina Vásquez inició estudios en la Normal y de Trabajo Social, una injusticia la llevó a perder su beca y así decidió dedicarse a la cerámica, un oficio en el que a lo largo de estos años, ha tenido un gran éxito.

Esto, a pesar de que tuvo que “luchar y luchar” pues hasta su propia familia no estaba de acuerdo. Era, apuntó, como una gallina que poco a poco empezó a romper su jaula, “yo era esa gallina que se estaba saliendo del huacal, de las normas”.

Pese a las críticas y contra todo, la maestra comenzó a maquinar “cómo hacerme valer y hacer valer mi trabajo y ponerlo en alto. Luchando, abriéndome paso a codazos y así he seguido”.

Para ella, ser de indígena oaxaqueña y artesana de Atzompa es motivo de orgullo, porque el trabajo que desarrolla encierra cosas muy importantes.

“La primera, estamos contando muchas cosas de lo que nuestra cultura encierra, la segunda, estamos tomando un oficio muy bonito y aparte estamos haciendo un trabajo que ahorita en el pueblo ya lo están viendo con otra mirada, para que se le dé el valor que antes no se le daba”.

A Enedina Vásquez no sólo le interesa mantener esta tradición artesanal, sino además recuperar cosas que ya se habían perdido, como fueron algunos colores entre ellos el tono café, el color vino, el naranja, el blanco y el gris.

La maestra se preguntaba dónde estaban esos colores y porqué en el pueblo ya no los utilizaban si sus ancestros lo hicieron. Así, se dio a la tarea de buscarlos en las piedras de las cañadas y tras una serie de pruebas, errores y aciertos, encontró esos primeros cinco tonos.

Con ese camino ya andado, siguió buscando piedras en las comunidades cercanas, en la costa, en la sierra y en la Mixteca oaxaqueña y a la fecha ha logrado recuperar 80 colores más, como el café oscuro y el claro, tres tonos de naranja y rojo, el rosa mexicano, el pálido y el pastel.

La artesana oaxaqueña señaló que todavía tiene montañas de material que ha recopilado en los dos últimos años y continúa haciendo pruebas para obtener más tonalidades. Todo este conocimiento, dijo, se lo enseña a sus hijos a fin de que no se pierda esta técnica ancestral.

También indicó que a sus 55 años, seguirá trabajando el barro porque ya es parte de su vida, pues es un material con el cual ha tenido gran éxito, ya que sus piezas están en museos de todo México y el extranjero y apenas hace un mes su trabajo fue publicado en la revista México Desconocido.


Información: AGB

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