Rodilla al piso

“Mujeres en patines golpeándose como si fuera una lucha en cuatro ruedas”, habitualmente, es el referente del roller derby, tal cual fue comercializado en la película norteamericana Whip It (2009). Mujeres y golpear es una combinación que atrae cuando la palabra sumisión se enclava en el género, sin embargo, imaginemos que la evolución mental es análoga a vivir en el S. XXI y que tal transgresión, queda escindida.

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¿Quién eres? y ¿hacia dónde vas?, son interrogantes que no se resumen en ser bloqueadora o jammer, mucho menos en transitar en un track por dos minutos… Por supuesto que no. Lo explico de otra manera para todo aquel que apenas esté profundizando en el mundo roller derby. Un track es el carril ovalado definido para el juego; un jam es el tiempo de juego (dos minutos aunque puede ser detenido en función de la jammer líder); bloqueadora y jammer son los roles de las patinadoras dentro del juego, la jammer es la jugadora encargada de conseguir puntos a favor de su equipo y es la jugadora que se distingue por la estrella en el casco, dicho esto:

Las revoluciones internas tienen diferentes campos de batalla, podría definir al track de roller derby como el escenario perfecto para enfrentar la propia en cada jam”.

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Al desempeñar cada uno de los roles del juego, jammer o bloqueadora, se pone en manifiesto una cadena de decisiones espontáneas como si fuera el clásico diálogo antagónico de un angelito y un demonio… ¿Acrecentar nuestros objetivos o condenarnos a demoler nuestras expectativas y frustrarnos?, ¿continuar o derrotarse?, ¿actuar ahora o después?, ¿habrá un después? El roller derby permite resolverse así mismo, encontrarse y aprender a confiar en un equipo aceptando el error ajeno como propio.

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En México, casi existe un equipo por cada estado. Las que lideran la población representativa de patinadores de roller derby son ellas, las mujeres; cada una irrepetible, con formas, actitud, ideas, sentimientos, dimensiones, aptitudes, composiciones de grasa, músculo y hueso exteriorizadas como un cuerpo inefable… Únicas…

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Considerar al roller derby como un deporte mental podría resultar verdadero si dentro de ese imaginario de “lo mental” incluimos la concientización de la imposición de estereotipos corporales para el desarrollo de cada jugadora. Si bien, ya como mujeres estamos sujetas a una maquinaria cultural del cómo debemos ser, construirse como una patinadora de roller derby implica un performance conjugado con ejercicio extra al entrenamiento especializado en patinaje y una nutrición particular. Los hombres no se salvan de cubrir estos menesteres, lo siento.

Más allá de los porcentajes de grasa y músculo óptimos, considero que hay un don que permite el desarrollo del potencial deportivo en cada persona, de otro modo, el potencial deportivo lo podríamos resolver con fórmulas, olvidando el factor sorpresa que corresponde a la magia intrínseca de la diversidad humana, de eso que la ciencia aún no ha comprobado y que está añadido a eso que queda definido en la cultura.

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El roller derby no tiene un punto de vista medievalista, si naciste para jammer también podrás bloquear. Asumirse como una jugadora de roller derby permite reconquistar nuestras cualidades como mujeres en diversos escenarios, así como asimilar nuestro devenir repleto de traumatismos sociales y culturales rescatando nuestros atributos como elementos únicos que nos dignifican como personas. El auto-aceptarse no implica un logro sino un reconocimiento íntimo para dejar de limitarse por lo aprendido, por supuesto también involucra una lucha interna que va más allá de un jam

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Para finalizar, en el roller derby no hay tarjetas rojas o amarillas como en el futbol que indiquen las faltas, se cumple cada una con tiempos de amonestación en la penalty box, aunque no es motivo de este artículo mencionar cómo funciona el sistema de amonestación. Señalo esto porque me interesa resaltar que los percances en el roller derby presentan una distintivo colectivo, lo que conlleva la disolución de equipos rivales como un signo de inclusión y empatía resumido en un movimiento, la rodilla al piso.

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Poner una rodilla al piso, es la manifestación de empatía cuando alguna de las patinadoras cae y no logra recuperarse de inmediato, metafóricamente, es la unión que existe como solidaridad por una persona hasta que se encuentra estable, he de allí que retomo mi motivación por reflexionar en las revoluciones internas que suceden en el devenir de una mujer y de una mujer que practica roller derby, tratando de esta manera de contribuir por la reconquista de las ideas erradas de la corpulencia de la mujer a través del entendimiento básico de que la robustez no corresponde a ser lenta y dar golpes fuertes, tampoco a que el ser delgada otorga velocidad ni hace más huidiza. Simbólicamente, desde nuestras pantallas, pongamos una rodilla al piso por los estereotipos que a partir de ahora están en peligro de extinción puesto que resulta mejor hacer reverencia a la diversidad de las mujeres que practican roller derby sin fomentar un aquelarre de competencia interna sino una reivindicación valorativa de una mente fuerte, solidaria y colectiva.

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Texto: @lalenguadelaH (Rebeca Romero Moya)

Fotos: Annick Donkers

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