Nueva planta de Rainmaker en Aguascalientes promete empleo y soluciones contra crisis del agua

Aguascalientes sumará una planta más a su creciente corredor industrial, esta vez con el sello canadiense de Rainmaker Worldwide, empresa especializada en soluciones tecnológicas para el tratamiento y generación de agua potable. Con una inversión anunciada de 60 millones de pesos y la promesa de 250 empleos, el gobierno estatal encabezado por Teresa Jiménez no tardó en convertir la noticia en una muestra de lo que llama su “clima laboral ejemplar”.

Rainmaker, que ha desarrollado tecnología para transformar humedad ambiental en agua potable (Air-to-Water) y para purificar aguas contaminadas (Water-to-Water), instalará su planta en el Parque Industrial de Logística Automotriz (PILA), una zona que continúa concentrando la apuesta del estado por la industria como motor de crecimiento. La planta estará dedicada al ensamblaje de sistemas de tratamiento de aguas residuales y purificación, así como de generadores atmosféricos de agua, productos que serán comercializados tanto en México como en otros países de América.

Rainmaker anuncia inversión por más de 60 mdp en Aguascalientes - Almomento  | Noticias, información nacional e internacional

Desde su sede, la gobernadora Jiménez aprovechó para destacar que la inversión coincide con las prioridades de su administración, al considerarse el agua como un “tema central” para el estado. Pero más allá de los discursos, también se confirmó que la planta incluirá una integración progresiva de proveedores locales, lo cual podría traer implicaciones para el ecosistema industrial regional, si es que se articula adecuadamente con empresas ya existentes.

A nivel institucional, Esaú Garza de Vega, titular de la Secretaría de Desarrollo Económico, Ciencia y Tecnología (Sedecyt), subrayó que esta inversión representa un ejemplo de atracción de capital extranjero con impacto positivo en la economía local. Sin embargo, lo que se omite del relato institucional es un análisis profundo del tipo de empleo que se generará, los niveles salariales esperados o los marcos regulatorios para asegurar que la operación de la planta cumpla con estándares ambientales rigurosos, más allá del “marketing de sostenibilidad”.

Michael O’Connor, presidente de Rainmaker, justificó su elección de Aguascalientes por la “seguridad, calidad de vida y clima laboral”. La fórmula, repetida en otras inversiones previas, refuerza una narrativa oficial que presenta al estado como oasis para los negocios, pero deja sin respuesta cómo se gestionará el uso de recursos hídricos en una entidad con tensiones históricas por el abasto de agua y una demanda creciente del sector industrial.

La apuesta por tecnología canadiense en plena crisis hídrica parece sensata, pero también plantea preguntas clave: ¿qué tan accesible será esta tecnología para las comunidades más vulnerables?, ¿se limitará su uso a sectores industriales o residenciales de alto poder adquisitivo?, ¿cómo se evaluará su impacto real más allá de los comunicados de prensa?

Mientras el gobierno se congratula por atraer inversión y empleos, el verdadero reto será traducir esta instalación en beneficios tangibles para la población y en políticas públicas de largo aliento que dejen de tratar al agua como un recurso secundario y la coloquen como eje estructural de desarrollo.

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