Canción +57 de Karol G y Maluma vulneró derechos de menores: Consejo de Estado en Colombia

Lo que comenzó como una celebración sonora del orgullo colombiano terminó convertido en una clase magistral sobre cómo la música urbana sigue tropezando con los límites de la ética. La canción “+57”, lanzada en noviembre de 2023 y protagonizada por algunas de las figuras más influyentes del reguetón colombiano —Karol G, J Balvin, Maluma, Feid, Blessd, Ryan Castro y otros— fue concebida como un homenaje a la identidad nacional, haciendo referencia incluso al prefijo telefónico del país. Pero su contenido no tardó en encender alarmas: específicamente, el verso “mamacita desde los fourteen” fue señalado por promover la sexualización de menores de edad.
La crítica fue inmediata. Desde Rolling Stone hasta el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), pasando por congresistas y organizaciones de derechos humanos, se denunció la normalización de discursos que cosifican a menores y perpetúan la narcocultura. La directora del ICBF, Astrid Cáceres, fue especialmente contundente al invitar a los artistas a escuchar las historias reales de niñas víctimas de violencia sexual en Medellín, ciudad de origen de varios de los intérpretes. “No hay mercado que justifique esta letra”, declaró.
En respuesta a la presión social, la canción fue modificada: el controversial “fourteen” fue sustituido por “eighteen”. Karol G asumió públicamente la responsabilidad con una disculpa en redes sociales, en la que reconoció que aún tiene “mucho por aprender”. Pero no todos los artistas compartieron el mismo tono conciliador: mientras Blessd minimizó las críticas con un “no lo escuchen”, otros, como Ryan Castro, mostraron indiferencia ante la polémica.
Más allá del debate cultural, el caso escaló a instancias judiciales. Una acción de tutela fue presentada por ciudadanos que actuaron como agentes oficiosos en defensa de los derechos de niños y adolescentes. Aunque el Consejo de Estado colombiano negó el amparo solicitado —argumentando que la modificación de la canción eliminaba la afectación actual—, sí concluyó que, durante el tiempo en que la versión original estuvo disponible, se vulneraron los derechos fundamentales de los menores.
La decisión del alto tribunal fue categórica: el contenido original de la canción “cosifica a los menores, los reduce a objetos de deseo y los expone a riesgos que pueden afectar gravemente su desarrollo”. Aunque no obligó a los artistas a pedir disculpas públicas, sí los exhortó, junto con las plataformas y entidades involucradas, a no difundir contenido que transgreda los derechos de la infancia.
El fallo también sirve como recordatorio de que los límites de la libertad artística terminan donde comienzan los derechos fundamentales. La defensa de “se sacó de contexto” parece cada vez más endeble cuando se trata de mensajes que pueden tener consecuencias reales en contextos como el colombiano, donde el turismo sexual y la explotación infantil no son ficción, sino cifras en aumento. En 2023, el Observatorio de ESCNNA reportó 329 víctimas de delitos sexuales contra menores en Medellín.
La controversia de “+57” pone en jaque el papel de los ídolos culturales como referentes sociales. En un mundo donde las reproducciones valen más que la reflexión, la pregunta no es solo qué se canta, sino desde dónde se canta y para quién. La omisión crítica de la mayoría de los artistas involucrados refuerza la percepción de una industria desconectada de su entorno, donde el beat puede más que el sentido común. Porque sí, el reguetón puede ser fiesta, pero también debe ser responsable.