No al Nepotismo, pero hasta 2030: Morena y PVEM se blindan para futuras elecciones

En un brillante acto de magia legislativa, Morena y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) lograron que la tan anunciada reforma antinepotismo no tenga efecto hasta el 2030. La reforma, originalmente impulsada por la presidenta Claudia Sheinbaum para aplicarse en 2027, sufrió una conveniente modificación en el Senado, gracias a un pacto entre ambos partidos que garantiza la continuidad de ciertos apellidos en el poder.

Así, figuras como la senadora Ruth González Silva, esposa del gobernador de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo, podrán aspirar sin problema a la gubernatura en 2027. Lo mismo sucede con Félix Salgado Macedonio, quien, gracias a esta “pequeña” postergación, podría buscar la gubernatura de Guerrero, justo cuando su hija, Evelyn Salgado Pineda, termine su mandato. Y por supuesto, Saúl Monreal, hermano del gobernador de Zacatecas, David Monreal, no tendrá que preocuparse por ningún impedimento legal para continuar con la dinastía familiar en el estado.

Lo curioso del caso es que la misma iniciativa que prohíbe la reelección consecutiva sí se aplicará en 2030, sin ningún tipo de ajuste. Pero la parte que realmente afectaba a los actuales grupos de poder, esa sí tuvo que esperar. ¿Casualidad? Difícil de creer.

La maniobra política en el Senado: todos ganan (menos el ciudadano)

El movimiento en el Senado fue tan coordinado que parecía coreografía de ballet político. El coordinador de Morena, Adán Augusto López, presentó la modificación al artículo transitorio, con el apoyo de Manuel Velasco, del PVEM. En cuestión de votos, la jugada fue un éxito rotundo para el oficialismo: 97 senadores aprobaron el cambio, mientras que apenas 26 se opusieron.

Desde la oposición, el panista Marko Cortés intentó exponer la incongruencia de la medida, ironizando que el nepotismo “no está mal hasta 2030”. ¿La respuesta de Morena? Negar cualquier tipo de favoritismo y defender la decisión como una necesidad de “privilegiar la unidad del movimiento”.

El presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, fue aún más claro: “nosotros privilegiamos la unidad del movimiento”. Y sí, en efecto, la unidad se privilegió, pero no la de los ciudadanos, sino la de los partidos en el poder.

El argumento oficial fue que la reforma no debía aplicarse de inmediato para evitar que pareciera dirigida a casos específicos. No obstante, la coincidencia es demasiado conveniente como para ser ignorada. ¿O acaso es una feliz casualidad que justo las familias más influyentes de Morena y el PVEM puedan aspirar sin problemas a gobernar en 2027?

El PVEM: el gran negociador

Si alguien salió ganando en este juego, ese fue el Partido Verde. Aunque es un partido menor en comparación con Morena, su habilidad para negociar lo hace un socio estratégico clave. Se especula que la presión del PVEM fue determinante para que Morena aceptara aplazar la reforma. La recompensa: garantizar la candidatura de Ruth González Silva en San Luis Potosí y mantener su única gubernatura dentro del pacto oficialista.

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El senador Manuel Velasco no dejó lugar a dudas: la modificación no se trataba de favorecer a personas en lo individual, sino de hacer la reforma más “justa”. No obstante, la interpretación de justicia parece haber sido muy flexible, porque el ajuste favorece, sin excepción, solo a los aliados de Morena y el PVEM.

El “nepotismo bueno” (hasta 2027)

Quizás lo más irónico de toda esta maniobra es la contradicción evidente en el discurso del oficialismo. En tribuna, los senadores de Morena y el PVEM hablaron con gran solemnidad sobre la importancia de acabar con el nepotismo y la reelección consecutiva. Se pronunciaron en contra de los linajes políticos y aseguraron que esta reforma evitaría que las familias se perpetúen en el poder.

Pero, claro, eso será en 2030. Hasta entonces, el nepotismo sigue siendo perfectamente válido y no hay problema en que padres hereden gubernaturas a sus hijos, esposos a sus esposas y hermanos a sus hermanos.

Así lo resumió la panista Alejandra Barrales: “Nos presentan una reforma que busca erradicar el nepotismo, pero que lo mantiene vigente hasta que ya no les conviene”. Un diagnóstico certero de cómo se legisla en este país: con el calendario político en la mano y con la mira puesta en las próximas elecciones.

El poder se protege a sí mismo

Lejos de ser una reforma que beneficie a los ciudadanos, el aplazamiento de la ley antinepotismo hasta 2030 es una muestra más de cómo los grupos políticos moldean las reglas a su conveniencia. Se legisló para que la estructura de poder actual se mantenga intacta por al menos tres años más, asegurando que las dinastías políticas continúen sin interrupciones en 2027.

Morena y el PVEM lograron lo que querían: mantener el statu quo hasta que sus intereses ya no estén en juego. Porque para ellos, el nepotismo solo es un problema cuando los afectados son los otros. Mientras tanto, los apellidos siguen al mando, la herencia política continúa y la lucha contra el nepotismo puede esperar… hasta 2030.

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