Las Jacarandas; “hay colores que acercan y colores que alejan”

“Así despierta mi calle, con jacarandas al fondo, el horizonte amarillo, y el tráfico detenido. Su semáforo es el cielo repleto de jacarandas.”
La llama amanece (Alberto Ruy Sánchez, 2019).
La flor de la jacaranda, en tonos violetas y azules, con forma de campana, ha sido una fuente de inspiración creativa, artística y literaria. Poetas, escritores, cantantes y demás, han acudido a este árbol para escribir versos, pintar cuadros, decorar calles y edificios y contar historias.
Cada año, con la llegada de la primavera, la ciudad luce, desde un ángulo cenital, copas en tonos violetas y azulados. En las calles, las flores, caídas desde lo alto de los árboles de jacarandas, tiñen el asfalto y las banquetas.

Fotografía: Camila Alvarez.
Las jacarandas llegaron a México, aproximadamente, hace cien años, y su entrada se debió al jardinero, arquitecto paisajista y japonés Tatsugoro Matsumoto. Esta especie, traída desde Brasil, fue una alternativa al árbol de cerezos que el paisajista asiático, en un principio, deseaba plantar en nuestro país; sin embargo, por las condiciones climatológicas del territorio no se pudo concretar, ya que la temporada de invierno no era lo suficientemente fría para que las flores se conservaran.
La jacaranda, también conocida como “jacarandá” y “tarco”, es de climas subtropicales y es originaria de países de Sudamérica como Brasil, Argentina y Uruguay. Su nombre, también en masculino “los jacarandás”, viene del guaraní “yacarandá” y significa fragante. Este árbol puede alcanzar hasta los quince metros de altura y sus raíces no son agresivas, asegura Marcelo Rodrigo Pace, del Instituto de Biología de la UNAM para la Gaceta UNAM, ya que crecen hacia abajo y utilizan poco espacio, aparte de que los cuidados son fáciles.
Juan Felipe Cobián, editor de Alfabética, maestro y experto en literatura, nos platica, desde su perspectiva, acerca de la jacaranda como inspiración literaria.
Para ti, ¿Cuál es la importancia de la jacaranda como tema o símbolo en la literatura?
Creo que la jacaranda (o el jacarandá, en Sudamérica) ayuda a recrear una atmósfera llena de color, nostalgia y calidez, así como a situar temporalmente una escena, un recuerdo, un suceso. Remite a la nostalgia, al paso del tiempo y a la capacidad de renovación de todo ser vivo; en menor medida, evoca la penitencia asociada a la Semana Santa, temporada en que florea acá en México.
¿Cuáles son algunas de las emociones o sentimientos que la jacaranda suele evocar en la literatura?
Nostalgia, renovación, hogar, esperanza, calidez, ciclos de vida.
¿Cómo crees que la presencia de la jacaranda puede afectar el estado de ánimo de un texto literario?
Ayuda a dotarlo de una poderosa imagen poética, pues quien ha visto una jacaranda en flor difícilmente llega a olvidar esa visión: el manto del sol resplandeciente, las flores cayendo y tapizando el piso, el viento soplando a veces pausado, otras con la fuerza propia de los días de marzo.
¿Has notado algún patrón en la manera en que los escritores utilizan la jacaranda para transmitir ideas o temas específicos?
Creo que remite a la renovación. Su floración marca, recuerda y pinta de lila el paso lento, inevitable, esperanzador de las estaciones.
¿Cuál crees que es el impacto estético de la jacaranda en la literatura? ¿Contribuye a crear atmósferas particulares?
La simple mención de una jacaranda vuelve tibiamente cinematográfico el verso, el pasaje, la escena. A mí, personalmente, suele remitirme a la calma, la lentitud y la desolación citadina de los días santos.
¿Cuál es tu obra favorita en la que se explora la temática de la jacaranda?
“Un país con el nombre de un río”, canción (con gran calidad lírica) de Jorge Drexler.
¿En qué medida crees que la jacaranda ha influido en la inspiración de artistas, como pintores, escritores o músicos?
Considero que sí tiene un peso específico en los artistas sudamericanos (brasileños, uruguayos, argentinos), de donde es originario este árbol y donde es bastante común, pues se le ve en calles y jardines. Por eso creo que remite al hogar, a un momento y sitio específico de la experiencia vital de los autores.
Como editor y experto en literatura, ¿Qué consejos darías a los escritores que deseen explorar la temática de la jacaranda en sus obras?
Observen al árbol en flor, sin prisa ni expectativas. Después escriban, pinten, esculpan más con la emoción que con la razón, creo que así podrán compartir una experiencia más íntima de esta simple e imborrable contemplación.

Fotografía: Camila Alvarez.
En la expresión literaria hay distintos autores que han involucrado a la jacaranda en su obra. Silvina Ocampo, escritora y poeta argentina, en su cuento “Bosque de Tarcos”, inspirado en un grabado de Durero: El Caballero, la Muerte y el Diablo, recurre a este árbol y desde las primeras líneas del cuento ya se refiere al mismo.
“Sin embargo, esta vez (hará cosa de setecientos años), cuando el caballero, seguido de la Muerte y del Diablo, entró en el bosque, flores violetas cayeron de otros árboles y la transformación operada fue muy distinta: el suelo parecía luminoso como el cielo. Hay colores que acercan y colores que alejan. Ese color violeta daba también a las copas de los árboles una extraña perspectiva: lejanas y brumosas como las montañas que se vislumbran en el horizonte crepuscular, inventaban paisajes”.
Bosque de Tarcos (Silvina Ocampo, 1999).
“Bosque de Tarcos” es la historia de un caballero en compañía del Diablo y la Muerte, quienes se encuentran en un bosque con árboles violetas desconocidos, silbidos bulliciosos y un cielo con estrellas que no reconocen, para terminar cuestionándo(se) sobre el tiempo y el flujo de este. En el desarrollo del cuento, la flor de jacaranda vuelve a aparecer, la autora escribe: “se quitó el guantelete (el caballero) y recogió una de esas flores violetas: tenía la forma de una campanilla, vista de cerca era más bien lila y, observándola mejor, los pétalos tenían nervaduras azules”.
Líneas posteriores, cierra el relato con la oración “que sigan lloviendo de los árboles flores violetas”. Así, Silvina Ocampo, durante tres tiempos diferentes en su cuento, recurre a este elemento y sirve para pintar las líneas. Imaginamos, pues, el tono azulado y violeta de aquellas flores que parecen copas al revés, o bien campanas con aberturas a modo de falda, que caen hacia abajo y provocan una lluvia con tonos azulados y violetas, perfumada y complacientes en su desvelo.

Fotografía: Camila Alvarez.
Lejos de la prosa, pero en la misma expresión creativa y artística de la literatura, Alberto Ruy, escritor, poeta y ensayista mexicano, en su poemario “Dicen las Jacarandas”, también involucra este elemento para hacer poesía. En el primer poema de esta colección, titulado “Estas palabras”, hace referencia al lugar que ocupan las jacarandas, lo que les toca vivir, observar e, incluso, ser.
Cada ramo en la rama amoratada es el ritmo alterado de su savia. Delirio de sus venas que florece, hervor de tierra dócil, embriagada. No parecen pétalos, son palabras, racimos de sílabas que palpitan. Cuentan mil historias que el aire entiende: amores y desamores, lamentos.
Estas palabras (Alberto Ruy, 2019).
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En su poemario, Alberto Ruy no abandona, en ningún momento, la esencia de esta especie y sus frutos, los llama cielo, insectos, esperanza, bailarines, palabras. El autor se atreve a crear un sentido desde este árbol y sus flores para cada uno de sus poemas. Pone sobre la mesa la sensación de admirarlas, de esperarlas cada primavera y de recurrir a ellas para explicarnos.
Chapalita, Zapopan. Camila Alvarez.
Recurrir a la jacaranda como fuente de inspiración creativa se ha convertido en un patrón en la conversación artística y las obras de distintas expresiones. La uruguaya, Alcira Soust Scaffo, poeta, escritora y maestra, plantó una jacaranda en el Centro Universitario de la UNAM, en la facultad de Psicología. Este árbol cumpliría con el significado de la hermandad, dice Ernesto Alvarado, amigo cercano a Alcira, para La Jornada.
“La abonamos con poemas suyos escritos en papel revolución y en hojas Bond, ‘para que se nutriera bien y creciera hermosa’. Y ahí quedó, afuera de la biblioteca de la Facultad de Sicología.”.
Ernesto Alvarado, para La Jornada
Margarita Carrillo, quien también es poeta, declaró, para el mismo medio, que Alcira recorría las facultades recitando poemas y abonando con los mismos a los árboles que se encontraban en el centro. La jacaranda que plantó no fue la única que recibió declamaciones y nombres por parte de la poeta.

Fotografía: Camila Alvarez.
La jacaranda llega cada año durante la primavera. Adorna calles y recuerdos, canciones y escritos y cuadros y almas. Este árbol y su flor habita la conversación artística, se puede escribir un poema, una canción, un cuento o tan solo plantarla y aun así, sea en verso o en prosa, en un cuadro o en lírica, esta especie es parte de la identidad artística y cultural.
Que lleguen en marzo significa admirar y contemplar, que se vayan con las lluvias significa esperanza y nostalgia. Desear que llegue la primavera de nuevo para volver a verlas; sin embargo, tener canciones, historias, poemas y pinturas para no olvidarlas.