Atento a lo que sueñas

Desde hace dos semanas sueño versiones ligeramente diferentes de lo mismo. Misma gente, misma situación, noche tras noche. Sufro tanto mientras duermo que despierto con la sensación de que me ocurrió algo real. Me paso el día pensándolo. Y en la noche lo vuelvo a soñar.

Todas las noches soñamos y por ello nos parece normal. Sin embargo, los sueños son descargas de angustia de todo aquello que no podemos o queremos ver. Recuerdo que de pequeña cuando tenía una pesadilla mis papás me consolaban “solo es un sueño”. Pero los sueños contienen verdades, nos evidencian nuestro estado de ánimo y preocupaciones.

Los sueños son una vía regia hacia el inconsciente, según la psicoanalista Gabriela Ramos. Durante el día reprimimos nuestros deseos y angustias. Censuramos nuestros pensamientos para lograr ser funcionales. En la noche, cuando dormimos, hay un repliegue narcisista, dejamos de tener control y el inconsciente aflora.

Es por ello por lo que muchas veces soñamos con lo que queremos, o con lo que nos da miedo. Los sueños en los que alguien o algo te persigue son indicios de angustia. O los sueños en los que vemos a un ser querido que murió, reflejan nuestro deseo de paz.

[/mark]Los sueños son “pedacera” según Gabriela Ramos.[/mark]Muchos no tienen interpretación, y algunos solo la tienen mediante la asociación a otros sueños en los que había otras imágenes.  Aunque parece que tenemos sueños en común, como aquel en el que te encuentras desnudo a la escuela, cada sueño debe de ser interpretado según el paciente.

La interpretación de los sueños tiene su origen en la antigüedad. Hay un sueño muy famoso en el libro del Génesis de la Biblia. El faraón sueña con siete vacas gordas que son devoradas por siete vacas flacas a las orillas del río Nilo. José, un hebreo encarcelado interpreta siete años de abundancia y siete de escasez

Los surrealistas, inspirados por La interpretación de los sueños de Freud empezaron a plasmar sus sueños en el arte. Creían en el poder del inconsciente. Pintaban y escribían de manera “automática”, es decir con la mínima mediación lógica o racional entre sus impulsos y el papel. O plasmaban de manera realista escenas que retaban la percepción y la realidad.

Dalí, por ejemplo, descansaba con una cuchara en la mano, para que se cayera en cuanto caía dormido. El sonido lo despertaba y así anotaba lo que las imágenes que veía durante el sueño y la vigilia.

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André Breton escribió en el Manifiesto Surrealista “Creo en la futura armonización de estos dos estados, aparentemente tan contradictorios, que son el sueño y la realidad, en una especie de realidad absoluta, en una sobrerrealidad o surrealidad, si así se puede llamar”.

Muchas veces los sueños contienen restos diurnos, fragmentos de lo que vivimos durante el día. Otras veces, los sueños reviven sucesos traumáticos. Ramos me explicó que soñar es una forma de procesar nuestras vivencias. Más que contenido episódico o azaroso, los sueños son una forma de realidad.

El neurólogo Calvin Hall recabó más de 50 mil sueños de estudiantes en los cincuenta años que pasó estudiando. Concluyó que la mayoría de las emociones durante el sueño son ansiedad y tristeza.

Se ha concluido que todos soñamos de tres a seis veces por noche. Los sueños suelen durar de cinco a veinte minutos y alrededor del 95% de los sueños se olvidan al levantarse de la cama.

Hay sueños raros, dolorosos, ansiosos, felices. Hay que anotarlos al despertarnos, hacerles caso, porque nos dan pistas de nuestro verdadero estado de ánimo.

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