Salvar los bosques en México: Grandes ejemplos de conservación y defensa comunitaria

Por Thelma Goméz Durán y Antares Galicia (Artículo originalmente publicado en Mongabay Latam bajo una licencia Creative Commons)

México es un país forestal. Los datos permiten dimensionar la importancia de esta nación cuando se habla de bosques, selvas, manglares y matorrales: 70.6 % del territorio está cubierto por estos ecosistemas. Son poco más de 138 millones de hectáreas en donde viven alrededor de 12 millones de personas.

En este país crece el 50 % de todas las especies de pinos que hay en el planeta y 124 especies de encinos; además, en su territorio permanecen los bosques de oyamel que cada invierno reciben a la mariposa monarca y, por lo tanto, son escenario de una de las migraciones más sorprendentes del planeta.

En esta nación pluricultural, la diversidad también se refleja en los árboles: coníferas, caobas, parotas, ceibas, ahuehetes, chicozapotes y muchos más, incluso, algunos con nombres de personas como el Ramón.

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Ejidatarios de Sierra de Agua, comunidad en Veracruz, donde se hace manejo forestal. Foto: Óscar Martínez.

En este país nació el manejo forestal comunitario, un modelo que surgió hace cuatro décadas y que se basa en la organización de ejidos y comunidades para aprovechar, de forma sustentable, los recursos maderables y no maderables que se encuentran en su territorio.

Los bosques templados que habitan las sierras; la selva seca que pierde terreno por el avance de la ganadería o la urbanización; los bosques mesófilos o de montaña que destacan por ser uno de los ecosistemas más amenazados; las grandes extensiones de matorrales que dan vida a las zonas áridas; la selva húmeda que es parte de la identidad del sureste mexicano; los manglares que resisten en las diferentes costas y, sobre todo, las comunidades que conservan y defienden estos ecosistemas han sido los protagonistas de poco más de un centenar de historias publicadas en Mongabay Latam desde hace poco más de dos años y que permite obtener algunas conclusiones importantes en torno al manejo sustentable y la conservación.

Manejo forestal comunitario

En la cobertura que ha realizado Mongabay Latam en México, un espacio importante lo tienen aquellos ejidos y comunidades que en el norte, centro y sur del país han demostrado que el manejo forestal comunitario es una estrategia efectiva para conservar bosques y selvas, evitar la pérdida de biodiversidad, mitigar los efectos del cambio climático y, sobre todo, ser una alternativa de subsistencia para sus habitantes.

Los testimonios de las comunidades, pero también de científicos y técnicos, muestran cómo el manejo forestal comunitario contribuye al empoderamiento de la población que vive en estos territorios y permite fortalecer sus mecanismos de gobernanza para decidir sobre la organización de su territorio y recursos naturales.

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A pesar de sus virtudes, el manejo forestal comunitario enfrenta grandes retos. Uno de ellos es el avance de la tala ilegal en los territorios vecinos y la presencia de grupos del narcotráfico que en algunas regiones del país se han hecho del control de los aserraderos y la comercialización de la madera.

Noh Bec, ejido en Quintana Roo que realiza manejo forestal. Foto: Juan Mayorga.

Territorios bajo presión

Además de la tala ilegal, Mongabay Latam también ha documentado otras amenazas que enfrentan los territorios forestales en México. Por ejemplo, en los últimos años los bosques templados del país muestran que son cada vez más vulnerables a las plagas. Las recurrentes sequías son uno de los factores que contribuyen a que los árboles tengan menos herramientas para defenderse de insectos descortezadores o defoliadores.

Otra amenaza que se posa sobre las regiones forestales es la minería: se estima que de los 13 422 ejidos y comunidades agrarias con más de 200 hectáreas de bosque y selva, por lo menos 39 % tiene una parte de su territorio concesionado para actividades mineras.

En entrevistas, los científicos también han alertado sobre la deforestación que crece en zonas como la Península de Yucatán. En esa región, por ejemplo, se conjuntan varias actividades que ponen en jaque a los territorios forestales en México: el turismo, la agroindustria y los desarrollos inmobiliarios.

Una de las áreas en donde se construye el Tren Maya. Foto Robin Canul.

Defensa ciudadana y científica

Desde la ciencia se impulsan muchas acciones para conservar y regenerar ecosistemas forestales. En la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca, por ejemplo, un equipo de científicos mexicanos realiza varios experimentos para asegurar la permanencia de los bosques de oyamel (Abies religiosa).

El trabajo de los investigadores echa raíz en los territorios cuando se involucra a las comunidades. Y eso lo resaltan aquellos científicos que trabajan en restauración de ecosistemas, como sucede en lugares como Veracruz.

En México, el abasto de agua de muchas ciudades depende de los bosque que rodean a estos centros urbanos. Y por ello, en varias regiones del país son cada vez más los ciudadanos que se organizan para proteger las zonas forestales que tienen encima a los desarrollos inmobiliarios. En lugares como Jalisco, Ciudad de México, Puebla o Chiapas hay historias que muestran esa defensa ciudadana y la inacción de las autoridades de todos los niveles.

Área de Protección Hidrológica Municipal Bosque El Nixticuil-San Estebán-El Diente (Bensedi), en Jalisco. Una zona que defienden ciudadanos de la zona. Mariana Recamier.

En buena parte de los territorios forestales del país, además, hay iniciativas que unen ciencia y trabajo comunitario para preservar especies en peligro de extinción. En esta área sobresale el proyecto que ideó un grupo de biólogos para tener un corredor comunitario que permita proteger las poblaciones de jaguares, pumas, yaguarundies, ocelotes y tigrillos que aún habitan en las zonas forestales de Guerrero, al sur del país.

Las historias que Mongabay Latam recopila en esta visualización permiten realizar un recorrido por ejidos, comunidades, iniciativas ciudadanas y científicas, pero sobre todo dan herramientas para constatar por qué México es un país forestal.

 

 


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