Humor en tiempos fríos

“Se Inyectan Asteroides” es una columna de Emmanuel Medina


Se agota un año que, ni en las pesadillas literarias de Stephen King, al estilo “La Niebla” hubiéramos imaginado vivir: un virus que no deja tregua y al que parecemos perseguir cada vez que salimos -hombres necios, diría Sor Juana- ¡a una fiestita!; un presidente que abre las compuertas de una presa e indunda las comunidades más pobres de su país; feminicidas necios que no cejan en su intento de acabar con cualquier mujer que camine por las calles oscuras o un continente, Europa, que no había visto tanta desolación desde los años de la peste española.

Y lo que se sume esta semana.

Así que, en estos días, la puerta de escape son libros que, mezclando las formas más finas del sarcasmo y la ironía y, apelando por sobre todo, a la máxima aquella que reza que “el humor es el patio de recreo de la inteligencia”, nos zambullimos en tres lecturas que lanzan una mirada lúdica y desenfada a situaciones habituales, que son carne de noticias y que aquí se trasforman en narraciones dignas de ser regaladas en los intercambios que se avecinan.

Si el objeto del regalo resulta que lee y que el agua le llega al “Rotoplás”, por supuesto, permítanme la expresión.

 

JUDICIALES VS. INTELECTUALES

Bajo la mirada aguda y repleta de humor negro del escritor chilango, Enrique Serna, la corrupción judicial y la vanidad asesina de la élite intelectual mexicana son la misma cosa: putrefacta y delirante que permea un thriller veloz y preciso sobre un aspirante a escritor, convertido en protegido de un jefe policial sádico, que le ordena investigar la muerte de un periodista y escritor, muy venido a menos, que aparece muerto por insultar a la “institución presidencial”.

Evaristo se encontrará, en sus alucinadas pesquisas, con una cascada de personajes que componen las letras y las artes mexicanas, a cual más de ambiciosos, delirantes, envidiosos y envanecidos por ser los “herederos” directos del ingenio de Cervantes o, de perdida, de Octavio Paz.

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En suma, estas divertidas páginas son una suerte de precuela paródica, editada en 1995, de su más reciente y extraordinaria novela, “El Vendedor de Silencio”, donde política y periodismo eran la misma cara de una moneda de cambio, sucia de transacciones y ocultamientos, en el México de ayer y, muy probablemente y con más fuerza, en el de hoy.

 

“El Miedo a los Animales”

De Enrique Serna

Editado en Alfaguara

 

EL NIÑO Y SU HIPOPÓTAMO

‘La sencillez es la máxima sofisticación’ se repite como mantra a quienes lo rebuscado les alucina y que, quizás, deberían irse a vivir a Groelandia y como buena frase hecha, se aplica, en la mejor forma posible, a esta novela, la primera publicada por el originario de Lagos de Moreno, Jalisco, Juan Pablo Villalobos, y donde ya se vislumbraba el futuro prometedor que le ha hecho un espacio privilegiado en la nueva narrativa mexicana.

En esta fábula, repleta de candor y dobles intenciones, ‘quien relata es Tochtli, un pequeño que conoce sólo catorce, quince personas, no más; y vive en una mansión kistch. Su padre, Yocautl, es un narcotraficante que procura cumplirle todos los caprichos: hasta el absurdo de buscar la forma de conseguirle un hipopótamo que, aparte, según los deseos del pequeño, debe ser enano.

Un relato que se mueve entre frases de niño erudito que describe, con ingenuidad astuta, el entorno del mundo del tráfico de drogas en México bajo el prisma de un juego de chicos.

Una verdadera delicia este libro ante la malignidad real que despliega el crimen organizado.

 

“Fiesta en la Madriguera”


De Juan Pablo Villalobos

Editado en Anagrama

 

 


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ETERNO “HUMORISTA”

Jorge Ibargüengoitia odiaba que lo tildaran de humorista, según relata el cronista Juan Villoro. A quiEn se atrevía de alabarlo de tal forma, el guanajuatense narrador le daba un “descolón”.

Aún así, el creador de novelas esenciales como “Los Pasos de López” es el gran sarcástico de la narrativa en México, el depurado cronista que, en clave de humor, escribe, con fingida seriedad seriedad, las peripecias de la identidad que nos hace “mexicanas y mexicanos”, que diría que presidente con botas.

Ibargüengoitia sólo escribió un libro de cuentos: “La Ley de Herodes”, donde una cascada de historias, levemente autobiográficas, del nacido para ser ingeniero y que acabó siendo uno de los escritores capitales del siglo 20 mexicano vuelca una radiografía de fábulas que mueven a la sonrisa y a la incredulidad.

En estos relatos, que van desde los amoríos imposibles con mujeres que no se dejan meter mano, a las vicisitudes pata conseguir una beca, las aventuras de unos pícaros scouts o la búsqueda de un agente de la CIA, todo salpicado con las costumbres “de aquí”, satíricas e improbables, ancladas en los años 50, en un país que solo el gran humorista -aunque se enoje, por llamarlo así- supo retratar ferozmente. 

“La Ley de Herodes”

De Jorge Ibargüengoitia

Editado en Planeta México

 

 

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