Crónica de una trágica etnocracia

Por Luis Carlos Bosques Carmona

 

“Si la historia la escriben los que ganan, 

eso quiere decir que hay otra historia […]” Litto Nebia


Hoy por hoy el mundo resiste dos virus mortales que atormentan a la humanidad. Estos males – el COVID-19 y la xenofobia – se han sincronizado para revelar los defectos del Estado y la comunidad política que lo componen. Estas pestes se han propagado por el mundo, cubriendo cada rincón y espacio, y una cosa es segura: nadie está a salvo. 

Tan solo cinco días después del asesinato de George Floyd en Minneapolis, el mismo rostro de la intolerancia y la discriminación institucionalizada se muestra en Tierra Santa con la ejecución de Iyad Hallak, un ciudadano palestino desarmado y que padecía de autismo. ¿El verdugo? La misma policía quien le disparó en repetidas ocasiones. Los paralelismos de esta xenofobia institucionalizada han movilizado a la sociedad civil para detener estas prácticas repulsivas, al menos en Occidente.

El Estado israelí ha convertido estas tragedias en rutinas, y a pesar de la indignación que esto provoque se ha normalizado dentro del sistema opresor resultante de un proyecto de construcción nacional y la conformación de una cultura societaria1Una cultura territorialmente concentrada con base en una lengua común usada en una amplia gama de instituciones sociales contraria a los valores de las democracias liberales. 2Freedom House describe a Israel como “una democracia multipartidista con instituciones fuertes e independientes que garantizan los derechos políticos y libertades civiles de la mayoría de la población”. Asimismo recibió una puntuación de 76 y la categoría de “libre” con respecto a los derechos y libertades. 

Israel – quien es denominada como la “única democracia del Medio Oriente” – viola las libertades y derechos fundamentales de las minorías nacionales – los árabes palestinos – así como el derecho internacional con el objetivo de satisfacer las aspiraciones del establecimiento de una cultura dominante a cualquier costo.

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Empero, con el fin de comprender la coyuntura israelí-palestina que presenta distintos aristas inflexibles es pertinente mostrar (brevemente) lo que nos ha llevado a analizar uno de los temas que han predominado y que persiste en la agenda regional e internacional.

Los orígenes de esta cuestión que se discute provienen de la visión de una población judía heterogénea en diáspora a lo largo de Europa, por lo que también se constituían como una minoría. La concesión de derechos así como la creciente inclusión y participación de los judíos en la sociedad europea fue respondida por un marcado antisemitismo violento, como se vio con los pogromos3Ataques violentos contra la población judía en el Imperio Ruso. en Europa Oriental. Para el pueblo judío era claro que ni la asimilación o el respeto a sus derechos eran opciones viables. 

En respuesta a este fracaso surge el sionismo como alternativa, proponiendo el fin de los judíos como una minoría dependiente y vulnerable a través de la movilización y retorno al Sion,4La patria judía que simboliza el judaísmo o la aspiración nacional judía. en la cual el pueblo judío se establecería como una mayoría dentro de un Estado independiente. Sin embargo, a pesar de la fuerte conexión mística, una mayoría étnica constituida ya habitaba la región – los árabes – quienes eran descendientes de los antiguos ocupantes llegados en el año 637 y quienes poseían una cultura homogénea basada en el Islam y el uso del árabe como lengua materna (Augusto, 2015;44). 

La llegada de inmigrantes judeo-sionistas revertirían las tendencias demográficas, sociales y políticas; por una parte los primeros 25,000 colonos rurales pronto se convirtieron en 650,000 personas asentadas en ciudades pseudo-industriales. Esto a su vez impulsaría a que los árabes desarrollaran una identidad propia – la palestina – como respuesta y fortalecer su conexión con la tierra en la que han vivido por siglos. Rápidamente tanto judíos como árabe-palestinos formarían guerrillas para defenderse y la región se vería sumida en la violencia y el caos.

La solución aparente por parte de la comunidad internacional fue la de partir Palestina en dos Estados – uno judío y otro árabe –, aliviar las tensiones entre ambos grupos y poner fin a la violencia. 

Sin embargo el resultado fue todo lo contrario, tanto Palestina como el Medio Oriente se convertirían en zonas de guerras. La chispa de estatismo israelí convertiría en cenizas todo lo que se interpusiera en su camino.

Por una parte, la declaración de independencia israelí vincula al pueblo judío con la tierra de Israel a través de una relación histórica-mística-religiosa que reivindica el derecho a establecerse dentro de un Estado, mismo que “permaneceré abierto a la inmigración judía” (Brieger, 2010;23). Es por esta razón que este “Estado judío” le pertenece exclusivamente a los judíos sin tomar en cuenta la nacionalidad, por lo que automáticamente a los no judíos5 Término utilizado para referirse a los árabes-palestinos. se les excluye de la vida política del Estado. 

La consideración de la etnicidad sobre la ciudadanía tiene implicaciones que se abordaran a continuación, sobre todo en los mecanismos para privilegiar al judío sobre al árabe-palestino especialmente en la igualdad frente a la ley, los derechos y libertades civiles, así como en la identidad.

Igualmente, para erigir un Estado étnicamente puro – incluyendo la construcción de un proyecto nacional, de identidad y una cultura societaria – fue necesario que se desarrollaran políticas institucionales que fomentaran la adquisición de territorios, la segregación, la expulsión y el desconocimiento de la existencia de un pueblo palestino, así como la hebreización de la región. 

En primer lugar, el nacimiento de Israel supuso a su vez la automática expansión territorial mediante la violencia; los líderes israelíes afirmaron que “si derrotaban a los árabes y se conquistaban más territorios éstos formarían parte del Estado judío” (Brieger, 2010;22). Dicho esto, un día después de declararse independientes se procedió a la expulsión y desposesión de propiedad privada de 500,000 árabes-palestinos,6La ley de retorno de 1950 sobre la concesión de la residencia y ciudadanía israelí solo aplica para judíos y no existe ninguna ley que ampare a los árabes que hayan vivido en Palestina previo a 1948, aunque demuestren títulos de propiedad sobre sus tierras. evento al que se le conoce como Al Nakba,7Catástrofe, en español. a la vez que se incorporó la mitad del territorio propuesto para el Estrado árabe. Posteriormente en 1967 la Franja de Gaza y Cisjordania fueron ocupadas.8La Cuarta Convención de Ginebra establece las prohibiciones de una Potencia Ocupante sobre territorios ocupados, incluyendo la destrucción de propiedad e infraestructura, el traslado y deportaciones forzadas, etc.  

En vísperas de la inminente anexión del Valle del Jordán, estamos obligados a repensar la historiografía y la geopolítica hebrea, así como el funcionamiento del Estado mismo. En tiempos actuales la expansión territorial y el desprecio a las normas internacionales son inaceptables.

Asimismo, como lo menciona Will Kymlicka (s.f)9 Will Kymlicka (n.1962) es un filósofo político canadiense que ha abordado principalmente cuestiones multiculturales en el marco de la democracia liberal. “la supervivencia de una cultura es si su lengua es una lengua gubernamental” tal es el caso con los sistemas educativos públicos quienes son el pilar principal de la cultura societaria a través de la enseñanza de alguna idioma en específico con el fin de erigir una identidad sólida y generalizada. Es por ello que las escuelas judías desde los tiempos del Mandato Británico lideraron “un proceso revolucionario de socialización, que creó al nuevo ciudadano israelí, un hebreoparlante a quien el uso de la lengua nativa como idioma educacional proporcionó su identidad personal y nacional” (Kashti, 2000;109). Este modelo hebreizador imposibilitó la oportunidad de los no judíos para involucrarse en la vida social de los nuevos colonizadores, y automáticamente fungió como un aparato de segregación. 


De igual forma, tras Al Nakba, los nombres de aldeas y pueblos árabe-palestinos fueron hebraizados, como señala Dayan (s.f.) “no hay un solo lugar adonde nos hayamos establecido que no hubiera habido un poblado árabe”. Sin embargo éstas prácticas institucionalizadas perduran hoy en día, tal es el caso de Cisjordania, territorio que fue renombrado administrativamente como Judea y Samaria,10Nombres que figuran en el Antiguo Testamento que se refieren a regiones de reinos. También, 300 calles en Al Quds han cambiado su nombre del árabe al hebreo con influencias judeo-cristianas para así modificar la identidad cultural e histórica de la ciudad y de los palestinos para instaurar una cultura societaria.

Además, se suman otras prácticas que contravienen el derecho internacional y las obligaciones de Israel como Potencia Ocupante. No es ningún secreto que Israel ha ocupado innecesaria y desproporcionadamente territorios del pueblo palestino, en Cisjordania, a la vez que el Estado israelí promueve la construcción y vivienda de asentamientos ilegales a costa de la confiscación de 100,000 hectáreas de tierra demoliendo a su vez 50,000 viviendas, escuelas y clínicas de salud palestinas. Estos asentamientos tienen como objetivo el judaizar demográficamente estos territorios los cuales “son el núcleo del Estado judío” el cual además “data de tiempos previos a la memoria” (Morris, s.f.), para así intentar legitimar los planes de anexión. Las repercusiones migratorias y de desplazamiento que a su vez constituyen una crisis humanitaria son estratosféricas.

De igual forma, Israel asfixia a los palestinos mediante embargos, restricciones de movilidad y subsistencia, y un Muro del Apartheid. Las realidades que se viven en ambos lados del Muro son totalmente distintas, mientras un Israel cosmopolita brilla, Cisjordania intenta sobrevivir en las tinieblas de la ocupación. Una cosa es segura: ninguna de estas políticas desmedidas se pueden justificar bajo la premisa de la seguridad nacional. 

A diferencia de los judíos, los árabes-palestinos sufren de una sistemática violación a sus derechos y libertades. Para aquellos que viven en la Cisjordania ocupada es necesario cruzar por puntos de control – se estiman más de 400 de estos checkpoints – para llegar a sus hogares, escuelas o trabajos, sin embargo a muchos se les niega el paso suponiendo un serio obstáculo para el desarrollo de la vida social, académica, cultural y laboral de miles de palestinos. 


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Israel debe apegarse estrictamente a sus obligaciones como Potencia Ocupante, empero este se ha deslindado y ha establecido una política penal discriminatoria y severa contra los palestinos en los Territorios Ocupados. El debido proceso no es una realidad para aquellos que se encuentran detenidos en arresto administrativo,11Término utilizado para referirse que alguien puede permanecer en prisión por años sin juicio. los niños son juzgados en tribunales militares usualmente con audiencias en hebreo sin traductores y las protestas o marchas públicas necesitan se aprobadas a través de permisos, pero corren el riesgo de ser dispersadas mediante el uso de la fuerza y acompañados de arrestos masivos.

El Estado de Israel no solo no es neutral frente a esta cuestión etno-cultural, sino que ha promovido una política institucional y sistemática de discriminación contra los no judíos que ha prevalecido, mientras que en otras democracias Occidentales multiculturales existe una igualdad política y legal entre los grupos culturales.

¿Israel es una democracia? Técnicamente, sí. Pero la pregunta no debería girar en torno a si lo es, sino más bien si es que se comporta como una. Diversos autores críticos han establecido sus perspectivas. Oren Yiftachel (2006) describe a Israel como una etnocracia, similar a la nación étnica antiliberal de Kymlicka, porque la pertenencia étnica (judía) se superpone al concepto de ciudadanía (israelí o palestina), como ya se ha mencionado. Además, es necesario cuestionar la noción de un Estado judío “democrático”, por los judíos y para los judíos cuando el veinte por ciento de quienes lo habitan no lo son. 

 

Cuando el régimen y el aparato estatal sirven de instrumento para una mayoría étnica (judía) en detrimento de una minoría (árabe) nos cuesta creer que hay una democracia cuando los valores de la misma no existen realmente. ¿Cuál sería entonces la esencia de la democracia israelí? La narrativa manufacturada con una calidad de calibre industrial sobre los derechos históricos del por que establecer un Estado judío, se enfrenta a la contradictoria realidad de la única democracia de la región y su nulo interés en velar por los derechos de millones de personas. No es necesaria la guerra para que el Estado sea violento, solo se necesita un individuo ajeno a los ideales de la nación. 

¿Será el sitio sagrado que engendró valores como el amor al prójimo testigo de la intolerancia moderna?


Referencias

Augusto, C. (2015). Los orígenes del conflicto árabe-israelí: 1880-1948 (tesis de grado). Universidad de Cantabria, Cantabria, España. https://repositorio.unican.es/xmlui/bitstream/handle/10902/7277/AugustoSomohanoCristina.pdf?sequence=1 

Avraham, R. (2013). The Jewish Connection to Judea & Samaria. 2020, de United with Israel Sitio web: https://unitedwithisrael.org/the-jewish-connection-to-judea-samaria/

Barnavi, E. (s.f.). Jewish Immigration to Pre-State Israel. 2020, de My Jewish Learner Sitio web: https://www.myjewishlearning.com/article/jewish-immigration-to-palestine/

Brieger, P. (2010). El conflicto palestino-israelí. 100 preguntas y respuestas. Recuperado de http://www.stes.es/ceuta/archivos/brieger.pdf 

Freedom House. (2020). Israel | Freedom House. 2020, de Freedom House Sitio web: https://freedomhouse.org/country/israel/freedom-world/2020

Freedom House. (2020). West Bank | Freedom House. 2020, de Freedom House Sitio web: https://freedomhouse.org/country/west-bank/freedom-world/2020 

Izquierdo, F. (2006). Sionismo Y Separación Étnica En Palestina Durante El Mandato Británico: La Defensa Del Trabajo Judío. Revista Electrónica De Geografía Y Ciencias Sociales, X, 1. 2020, De Scripta Nova Base de datos http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-227.htm

Kashti, Y. (2000). Educación Y Construcción Nacional En Israel. Educere, 2, 1. 2020, De Redalyc Base de datos https://www.redalyc.org/pdf/356/35620823.pdf

Mandate for Palestine. 24 de julio de 1922.

Merriam-Webster (s.f.). Zion. En Merriam-Webster Dictionary. Recuperado en 17 de abril de 2020, de https://www.merriam-webster.com/dictionary/Zion

Oña, F. V., & del Águila, R. (2014). La democracia en sus textos. Alianza Editorial.

Yiftachel, O. (2006). Ethnocracy: Land and identity politics in Israel/Palestine. University of Pennsylvania Press. 

 

Referencias

Referencias
1 Una cultura territorialmente concentrada con base en una lengua común usada en una amplia gama de instituciones sociales
2 Freedom House describe a Israel como “una democracia multipartidista con instituciones fuertes e independientes que garantizan los derechos políticos y libertades civiles de la mayoría de la población”. Asimismo recibió una puntuación de 76 y la categoría de “libre” con respecto a los derechos y libertades.
3 Ataques violentos contra la población judía en el Imperio Ruso.
4 La patria judía que simboliza el judaísmo o la aspiración nacional judía.
5  Término utilizado para referirse a los árabes-palestinos.
6 La ley de retorno de 1950 sobre la concesión de la residencia y ciudadanía israelí solo aplica para judíos y no existe ninguna ley que ampare a los árabes que hayan vivido en Palestina previo a 1948, aunque demuestren títulos de propiedad sobre sus tierras.
7 Catástrofe, en español.
8 La Cuarta Convención de Ginebra establece las prohibiciones de una Potencia Ocupante sobre territorios ocupados, incluyendo la destrucción de propiedad e infraestructura, el traslado y deportaciones forzadas, etc.
9  Will Kymlicka (n.1962) es un filósofo político canadiense que ha abordado principalmente cuestiones multiculturales en el marco de la democracia liberal.
10 Nombres que figuran en el Antiguo Testamento que se refieren a regiones de reinos.
11 Término utilizado para referirse que alguien puede permanecer en prisión por años sin juicio.
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