Si desaparezco… ¿Comienzas la Revolución?
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Por Melissa Benitez
En las últimas semanas se ha denunciado el intento de secuestro por parte de chicas que lograron huir, es impresionante la similitud de los casos y el aumento de estos, el modus operandi consiste en que el agresor finge ser pareja sentimental e intenta a punta de jalones llevarlas consigo. Las mujeres representamos un botín fácil ante un mercado seguro y hambriento de consumo de cuerpos.
Nos están matando, reza la lamentable cotidianidad, nos desaparecen como un objeto que se esfuma sin más, nos venden y violan. Leo las historias de varias chicas que gritaron y pelearon, tengo presente que eso mismo debo hacer, si me van a matar que sea ahí mismo, pero que no me lleven, que no se extienda la incertidumbre, pero… ¿Y si no puedo? ¿Y si el miedo me congela y mutila mi grito?
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Si me llevan y tengo la suerte de que mi foto se viralice será igualmente inútil porque al siguiente día otra chica desaparecerá y así iremos engrosando el número de desaparecidas a las que la justicia nunca alcanzó. Ojalá que en mi foto no se vean los tatuajes, que no se sepa que tomo y fumo, porque entonces me lo habré ganado y si mi cuerpo aparece en algún sitio, desnudo y golpeado, será usado como recordatorio macabro de las consecuencias que implican ser mujer.
Más que salir con miedo a que me puedan secuestrar me aterra congelarme y no poder luchar, que nadie se percate de que me intentan llevar, que nadie quiera intervenir… Tenemos suerte, de estar vivas, de llegar a casa, la siniestra suerte de quien espera que sea su turno, aprieta el paso y mira sobre el hombro.
Una legisladora propone un toque de queda para las mujeres, algunas se quejan y opinan que mejor éste sea para hombres, sin embargo, a partir de las denuncias sobre Mi primer acoso y cifras sobre violencia domestica ha quedado evidenciado que ése tampoco es un lugar seguro. Entonces… ¿Qué nos queda?
Nuestra voz, para reapropiarnos de ella y gritar hasta quedar afónicas, aprender a escuchar lo que el cuerpo nos dice y siente; éste reconocimiento será la piedra angular de una verdadera autonomía, pues sólo de ésta forma seremos capaces de responder de forma certera ante alguna (posible) agresión.
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