Crean Red de Científicos Españoles en México

Son antropólogos, astrónomos, biólogos, ambientalistas, físicos, matemáticos y geógrafos –los más numerosos–, la mayoría españoles o descendientes de exiliados españoles que llegaron tras la Guerra Civil. En total 68 científicos distribuidos por todo México y sus diferentes estados con varios intereses en común: su pasión por la ciencia, sus ganas de divulgarla y su origen o vínculo con España.

Algunos son recién llegados, pero mucho de ellos viven desde hace tantos años en el país –incluso varias décadas– que ya se han nacionalizado y han echado raíces. Otros no llevan tanto, pero sin darse casi cuenta residen desde hace una década o más en México, y se debaten entre las ganas de volver a España y las de quedarse.

Tras la presentación oficial de la Red de Científicos Españoles en México (RECEMX) el pasado 26 de mayo en un acto en el Centro Cultural de España, parece que el interés ha crecido y se han solicitado más registros, aún en proceso de formalizarse. Según los propios miembros, habría unos 200 científicos españoles trabajando en México, aunque la cifra real podría ser mayor.

“La asociación tuvo su origen en mayo de 2015, a partir de la convocatoria a los científicos españoles en México realizada por la embajada de España con apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) en México. En esta reunión se presentó por parte de la Fundación Española de Ciencia y Tecnología (FECYT) la iniciativa surgida en Reino Unido en 2011, en la que los científicos españoles en ese país se organizaron como sociedad, y nos invitaron a los asistentes a replicar la idea en México”, explica Sara Barrasa, presidenta de RECEMX e investigadora de Ciencias Sociales, Ecología y Medio Ambiente, quien reside en México desde hace 11 años.

Su objetivo es hacer actividades que tengan que ver con la ciencia, organizarse por áreas y colaborar en los proyectos que cada uno hace, “pero también hacer actividades de difusión con la idea de que se dé a conocer la ciencia que hacemos, tanto en España como en México”, señala por su parte Gloria Delgado, astrónoma de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con 12 años de residencia en México y portavoz de la red.

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Algunos de los miembros de RECEMX el día de la presentación oficial de la asociación. / RECEMX

A la investigadora también le gustaría que las empresas e instituciones les vieran como un referente de consultoría, o que “el gobierno español sepa que hay muchos científicos haciendo ciencia fuera”.

Creando vínculos entre los dos países

Isabel Campos Goenaga, directora general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), lleva más de 30 años en el país e investiga sobre cómo construyen el riesgo las sociedades ante amenazas de catástrofes naturales y biológicas. Para la científica era necesario conocer lo que se estaba haciendo fuera de España.

“Aquí hay muchos antropólogos catalanes o hijos de catalanes. En 2009 surgió la iniciativa de hacer el primer encuentro de antropólogos catalanes en México. Sentíamos, precisamente, que nosotros estábamos haciendo cosas interesantes, pero no teníamos un espejo en España, desde donde no conocían el trabajo que estábamos realizando. Muchos de los que están en RECEMX sentían algo parecido”, asevera Campos Goenaga.

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La asociación tiene como misión brindar ayuda administrativa en el complicado mar de la burocracia mexicana para los recién llegados, u organizar actividades o seminarios. “Hay objetivos a distintas escalas”, afirma Gloria Delgado.

“La red sirve para conocernos, superar situaciones mejorables como colectivo emigrante, compartir información laboral, realizar trabajos de investigación conjuntos, y para ser más fuertes”, resume José Manuel Crespo, uno de los integrantes que llegó al país en 2015 con 34 años y desde Sevilla, tras ganar una plaza en el departamento de Geografía Económica de la Universidad Nacional Autónoma de México.

La creación de RECEMX se produce en un momento en que España y México conmemoran los 40 años del restablecimiento de relaciones, que se retomaron tras el fin de la dictadura de Francisco Franco y que recuerdan el especial vínculo diplomático que siempre fue fuerte entre los dos países.

“Entre España y México hay una relación muy cercana: para España es la puerta de entrada a Latinoamérica. Con la Guerra Civil hubo muchos que se exiliaron en México, y en el país hay muchas instituciones, como el Colegio Madrid fundado por republicanos, y muchas empresas que nos recuerdan esos vínculos”, señala Delgado.

Las ventajas de investigar en México

Pero ¿cómo es hacer ciencia en México? La gran diferencia apunta a las condiciones laborales y la distribución del tiempo y carga lectiva. “No creo que la investigación tenga una nacionalidad. Investigar es un ejercicio universal”, dice José Manuel Crespo. “La UNAM tiene dos sistemas muy claros: el de la docencia y la investigación. Y en este último cuida a sus investigadores al proporcionarle recursos y al premiar al que tiene resultados. La universidad española está envejecida y desilusionada. Aquí es todo lo contrario”, apunta.

Por su parte, Gloria Delgado considera que hay más competencia laboral en España, donde hay que publicar más artículos. “En México no es difícil conseguir recursos para investigar, al menos hasta ahora, aunque en este momento se está complicando”, señala la investigadora, quien se compara con los científicos de Canarias con los que trabaja y que le llevan cinco o seis años de ventaja y siguen de postdoc mientras ella ya está contratada.

“En España, en ciencias sociales hay una diferencia fundamental en aportes. Yo creo que cada vez se ha dificultado más, los requisitos son cada vez más burocráticos, y se están cerrando los espacios para poder hacer ciencia”, explica Isabel Campos Goenaga. “Los que trabajan en universidades tienen una carga docente brutal que les resta tiempo de investigación, pero con exigencia de resultados, es decir, te evalúan como investigador pero trabajas como docente”, afirma Campos, según lo que le llega de sus compañeros españoles.

“En México también comienza a haber problemas, pero todavía tenemos recursos para irnos moviendo, uno tiene más posibilidades”, subraya. Sin embargo en el ámbito de la investigación, Delgado, que realizó su maestría y doctorado en México, no ve grandes diferencias entre ambos países.

“En astronomía hay ciudadanos franceses, españoles, estadounidenses, mexicanos… Hay gente de tantos lugares porque la manera de trabajar es igual. El ambiente es más amable que en otros lugares. En eso los españoles y los mexicanos somos más parecidos, no solo lo vemos como un sitio de trabajo, sino que también es un lugar donde haces amigos”, explica la astrónoma que estudia la composición química de nebulosas planetarias que están alrededor de estrellas como el Sol al final de sus vidas.

La ciencia mexicana no entiende de ‘muros’

En esta visión coincide con muchos otros compañeros. “Sinceramente no creo que sean tan diferentes, la ciencia es internacional y sus métodos también lo son. La única diferencia estaría en la organización, ya que México centraliza mucha de su ciencia en la UNAM. Detrás de este ‘monstruo’ existen otras universidades de prestigio”, explica Gonzalo Fernández de Castro, geógrafo de la Universidad de Sevilla y Maestría en Ecología y Manejo de Recursos Naturales por la Universidad Autónoma de Tamaulipas, que cursa actualmente un doctorado en la UNAM y que lleva siete años en el país.

El científico lo compara con España donde cada provincia tiene su universidad, que “ofrece formaciones académicas más o menos desarrolladas según su historia académica. Ambas estructuras tienen sus ventajas e inconvenientes”, subraya.

Fernández de Castro llegó a México tras su licenciatura en Sevilla para colaborar en un proyecto de Reserva de Biosfera en la sierra de Tamaulipas. En la actualidad, acaba de desarrollar uno de los primeros Geoparques Globales UNESCO de México, el parque de importante valor geológico Mixteca Alta.


“Además de ser un geoparque, es un proyecto de desarrollo comunitario de la población mixteca, un grupo étnico prehispánico con altas tasas de marginación. Es un insoslayable ejemplo de aplicación de la ciencia para el bienestar social en México”, cuenta emocionado.

En su caso, la mitad de su formación científica ha sido española y la otra mexicana. “A ambos países les debo eso y ha sido una mezcla muy enriquecedora”, revela el científico que en la actualidad tiene dos proyectos de investigación sobre la pesca comercial ribereña en áreas naturales protegidas. “Tengo un grupo formado por dos becarios, un técnico académico y varios investigadores de otras instituciones universitarias mexicanas. Y todo esto lo he conseguido en dos años”, sostiene. “México me ofrece medios y libertad científica”.

Esta autonomía no se ha visto del todo truncada con la llegada en el país vecino de la nueva administración de Donald Trump, pero depende del ámbito de estudio. “Desde mi perspectiva, en cuanto a trabajo y colaboraciones todo sigue igual. Resulta más complicado para los que son de fuera. Si no son de EE UU se les complica más viajar, la obtención del visado, la financiación, etc. Laboralmente es más difícil”, apunta Delgado.

Sin embargo, en antropología el cambio ha sido muy evidente. “Han surgido temáticas de primera necesidad de abordar relacionadas con la cuestión de la diversidad, pero también sobre el racismo y la discriminación”, asevera Isabel Campos, quien destaca que también están los derechos territoriales de grupos indígenas en el norte del país donde se prevé que se construya el muro de Trump. “La amenaza también será para la biodiversidad y los recursos naturales”, advierte.


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Con o sin un muro físico, desde la Red de Científicos Españoles en México, la investigación seguirá su curso. “Es muy importante que estemos organizados para visibilizarnos como colectivo en México, pero también, y sobre todo, en España”, manifiesta Sara Barrasa, presidenta de RECEMX.

Con información de Agencia SINC.

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