Familiares de los 43 viven viacrucis en épocas navideñas

El 26 de septiembre de 2014 ocurrió uno de los acontecimientos más devastadores de la historia mexicana, la noche de iguala. Seis personas fueron asesinadas por fuerzas del Estado, 25 más resultaron heridas y 43 estudiantes de la escuela rural Raúl Isidro Burgos, en Ayotzinapa, fueron desaparecidos.

Las intensas jornadas de búsqueda, la mediatización del caso y la exigencia de miles de personas en las calles no logran la resolución del caso. Cuatro meses después, el 27 de enero de 2015, Murillo Karam declaró en cadena nacional la “Verdad histórica”; en esa versión, aseguraba que los estudiantes habían sido asesinados e incinerados en un basurero de Cocula. Expertos independientes de la Comisión Interameriacana de Derechos Humano (CIDH) ya han desmentido la versión y no hay pruebas de que aquello hubiera ocurrido.

A más de 2 años de la noche de Iguala, los familiares de los normalistas continúan con el viacrucis en épocas navideñas.

En medio de policías que impedían la captura de fotos y tratos cuestionables por parte de las autoridades eclesiásticas de la basílica de Guadalupe, los padres de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, vivieron, el pasado lunes 26 de Diciembre, una misa con olor a tensión e indiferencia.

En el recinto se impidió que los padres de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa realizaran una misa en el altar central. La Caravana por la Memoria, Verdad y la Esperanza por los 43 llegó en peregrinación al atrio de la Basílica donde fue recibida por el obispo de Saltillo, Raúl Vera, el arzobispo de Acapulco y arzobispo elector de Morelia, Carlos Garfias Merlos.

Al concluir la homilía, Vidulfo Rosales, abogado de los padres de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, precisó que fue una misa “tensa por este trato humillante de parte de las autoridades de la Basílica hacia los padres de Ayotzinapa”. Además de no permitirles el paso al atrio central, una misa se realizó en este simultáneamente, opacando las palabras del obizpo y los arzobispos que acompañaban a los padres. Cuatro policías federales custodiaron el evento en todo momento.

Con información de Proceso y La Jornada

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