Entre la Broma y Broma: Donald Trump Plantea la Posibilidad de un Tercer Mandato

Desde que Donald Trump regresó a la Casa Blanca para su segundo mandato no consecutivo, las especulaciones en torno a una posible tercera postulación presidencial han ido en aumento. Aunque la Enmienda 22 de la Constitución de Estados Unidos prohíbe explícitamente que un presidente sea elegido más de dos veces, Trump no ha desaprovechado ninguna ocasión para sembrar dudas sobre la posibilidad de extender su tiempo en el poder.

Los comentarios del exmagnate inmobiliario han oscilado entre lo jocoso y lo provocativo. “Quiero estar con ustedes, pase lo que pase”, declaró en un evento en Washington, insinuando que podría desafiar el límite constitucional. En otras oportunidades, ha lanzado frases como: “He recaudado mucho dinero para la próxima campaña, pero no estoy 100% seguro de que no pueda usarlo para mí”. Aunque dichas declaraciones han sido tomadas como bromas, su persistencia ha generado un debate real en la esfera política.

La posibilidad de que Trump busque un tercer mandato no es una simple ocurrencia individual. Algunos republicanos han comenzado a respaldar la idea de modificar la Enmienda 22. Andy Ogles, representante por Tennessee, presentó una resolución para cambiar la Constitución y permitirle postularse nuevamente. Sin embargo, los desafíos para lograrlo son monumentales: cualquier enmienda constitucional requiere la aprobación de dos tercios del Congreso y la ratificación de tres cuartas partes de los estados, un escenario altamente improbable en la polarizada política estadounidense.

La maniobra de Trump y la ampliación del poder ejecutivo

Más allá de sus comentarios públicos, la idea de un tercer mandato está alineada con la estrategia de Trump para expandir su poder ejecutivo. Durante sus primeras semanas de gobierno, ha implementado medidas que refuerzan su control sobre la burocracia federal, ha otorgado mayores atribuciones a figuras influyentes como Elon Musk y ha sugerido que la “voluntad popular” podría justificar su continuidad en el cargo.

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Douglas Brinkley, historiador presidencial, ha analizado esta estrategia desde una perspectiva más amplia. “Trump se posiciona como un líder excepcional, comparándose con Franklin D. Roosevelt y sugiriendo que el pueblo lo necesita para restaurar la grandeza de Estados Unidos”. La comparación con Roosevelt, el único presidente en la historia de Estados Unidos que cumplió más de dos mandatos, no es casual. La Enmienda 22 fue promulgada precisamente para evitar que un presidente permaneciera en el cargo de manera indefinida.

Algunos expertos han advertido que, aunque Trump no pueda ser elegido nuevamente, existen interpretaciones constitucionales que podrían permitirle regresar a la Casa Blanca sin violar directamente la Enmienda 22. Brian Kalt, profesor de derecho en la Universidad Estatal de Michigan, ha señalado que podría postularse como vicepresidente en 2028 y asumir la presidencia si el titular renunciara o fuera destituido. Aunque esta estrategia enfrenta serios obstáculos legales, no es descartada del todo.

Un mensaje que resuena entre sus seguidores

Si bien algunos observadores políticos consideran que los comentarios de Trump sobre un tercer mandato son una simple maniobra de distracción, la realidad es que estas ideas han comenzado a ganar terreno entre sus seguidores. En plataformas como Truth Social y X, se han multiplicado los llamados a “permitir que el pueblo decida” si Trump merece un tercer mandato. Dan Patrick, vicegobernador de Texas, ha apoyado abiertamente la idea de modificar la Enmienda 22, sugiriendo que “si este ritmo de éxito se mantiene, la mayoría de los estadounidenses no querrá que se vaya”.

El contexto político actual también influye en esta narrativa. Tras una campaña electoral marcada por intentos de asesinato y una oposición feroz, Trump ha sabido capitalizar el sentimiento de crisis para presentarse como un líder indispensable. Su insistencia en la posibilidad de un tercer mandato no solo refuerza su imagen de hombre fuerte, sino que también mantiene la incertidumbre entre sus rivales políticos.

El precedente internacional y los riesgos democráticos

A nivel internacional, la discusión sobre la reelección indefinida no es nueva. Investigaciones como la de Mila Versteeg, profesora de derecho en la Universidad de Virginia, han demostrado que un tercio de los jefes de Estado en el siglo XXI han intentado extender su permanencia en el poder, usualmente explotando lagunas legales o debilitando los contrapesos democráticos. En países como Rusia, Venezuela y Nicaragua, los líderes han modificado las reglas del juego para mantenerse en el poder. Si bien el sistema político de Estados Unidos presenta mayores restricciones, la estrategia de Trump sugiere una preocupación similar: desafiar los límites institucionales para maximizar su autoridad.

La posibilidad de que Trump logre un tercer mandato sigue siendo remota, pero el solo hecho de que se discuta seriamente demuestra el impacto de su narrativa política. Más allá de la viabilidad legal, su insistencia en este tema está moldeando el debate político estadounidense y poniendo a prueba los límites de la democracia en el país.

Trump ha convertido la idea de un tercer mandato en un tema recurrente dentro de su estrategia política. Ya sea como una broma, una provocación o una ambición real, su discurso desafía la estabilidad institucional de Estados Unidos. Si bien el sistema legal del país presenta serios obstáculos para que logre su objetivo, el debate en torno a su continuidad demuestra el alcance de su influencia y el desafío que representa para el orden democrático. En un contexto de polarización extrema, la posibilidad de que este tema siga ganando tracción no puede descartarse por completo.

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