A foggy day: Una tonada de Gershwin para iluminar un día difícil
Esta entrada forma parte de la sección El Canon del Jazz
Cualquier habitante de una ciudad como el otrora Distrito Federal, se podría identificar perfectamente con un tema como el “A Foggy Day” (Un día brumoso). Aunque es una canción que habla del Londres de los años 30’s, se podría decir que describe un día cualquiera en cualquiera de las grandes ciudades que hoy en día ‘abruman’ no solo por sus niveles de contaminación, sino por su tamaño, su creciente e imparable corrupción, su grotesca manía de crear lo periférico y a la vez tragárselo.
El jazz, como se irá viendo en estas entradas, aborda en su totalidad la complejidad de la condición humana y aunque “A foggy day” se puede presentar como una pieza de entretenimiento, creada por Ira y George Gershwin para una de las escenas de A Damsel in Distress [Damiselas en apuros] 1Gioia comenta en su libro El canon del jazz que “La película Damiselas en apuros está basada en la novela homónima de P. G. Woodehouse, que narra las aventuras británicas de un joven compositor estadounidense de comedias musicales llamado George Bevan. Alguien podría pensar que el personaje era un trasunto de George Gershwin… sólo que el libro se publicó en 1919, cuando la carrera del compositor estaba aún en mantillas”, sin embargo, resulta que Gerswhin si pudo ser el personaje que detonó la novela original ya que como comentó el profesor del estado de Ohio, John Mueller, coautor del exitoso musical A Foggy Day (Shaw Festival, Ontario, Canadá) “Da la casualidad de que George Gershwin había sido pianista de ensayo para Miss 1917, un musical en el que también trabajaba Wodehouse, y el joven compositor prometedor puede haber estado en mente cuando el novelista caprichoso comenzó a crear a su héroe compositor estadounidense”., la película de Fred Astaire para la que estaban trabajando en ese momento del año 1937, se trata en esencia de una historia que nos conecta con esa extraña sensación de sentirse realmente bien en medio de la tormenta.
Por supuesto, es una historia básica de amor que viene a iluminar por un momento la existencia de quien no la está pasando bien, pero su sentido no se trastoca si en lugar de insertarla en una gran ciudad la llevamos a un mundo brumoso como el de nuestros días y si en lugar del amor romántico que viene a iluminarlo todo, nos centramos tan solo en las emociones que se producen cuando escuchamos la trompeta de Armstrong, inmediatamente después del “The sun was shining everywhere” de Ella Fitzgerald… después de todo los amores van y vienen, pero la trompeta de Satchmo es eterna.
Al final de todo, la belleza es también una búsqueda personal que encuentra tantas facetas como los corazones que la buscan y esta pieza de los Gershwin encuentra la suya gracias al contraste que se logra con una “letra que intenta que Londres resulte lo más gris y deprimente posible” (Ted Gioia) para transformarse en una canción de amor en donde todo resplandece gracias al brillo que irradia un nuevo amor. Belleza de tal magnitud, que los propios londinenses la usan en campañas de promoción turística, sin importarles demasiado que el escenario de ese amor sea la estampa de su ciudad en tonos grises y contaminada.
Lo que Ted Gioia describe como una “gozosa aceleración de la progresión armónica, que de pronto avanza al doble de velocidad”, se percibe mejor en la versión de Dinah Washington. Una balada triste que irrumpe de pronto con un potente swing muy cercano al bossa nova y remarcado por la orquesta en una segunda vuelta. Y aunque los contrastes son un elemento clave en las buenas canciones, lo de “A foggy day” fue revolucionario en su momento, tanto que Gioia señala que “de no ser porque conozco el impecable resultado, me costaría creer que un cambio tan drástico de temperamento en el último verso de una canción —cambio que atañe tanto a la letra como a la música, incluidos ritmo, armonía y melodía — pudiese surtir un efecto tan logrado”.
“La perspectiva era decididamente azul
pero mientras caminaba
las calles brumosas resultaron ser
las de el día más afortunado que he tenido”
Los contrastes también están en el propio desarrollo histórico de la canción, ya que Gershwin murió antes de terminar el rodaje de A Damsel in Distress, pero casi desde el día del estreno, que tuvo lugar en noviembre de 1937 en el Radio City Music Hall, la canción «A Foggy Day» se convirtió en un gran éxito, sobre todo en las versiones de Fred Astaire y Bing Crosby, pero pasaron casi quince años en ser adoptada por los(as) jazzistas.
“En 1956 se registraron más versiones a cargo de estrellas del género que en cualquier otra fase de la historia de la pieza, y de esa época datan muchas de mis interpretaciones favoritas”, explica Gioia, que menciona entre ellas a la más conocida de todas lanzada por el histórico dueto entre Louis Armstrong y Ella Fitzgerald
“Un día brumoso me tenía abajo y cabisbajo
pero la era de los milagro no había pasado
porque de repente te vi ahí y a través de la brumosa ciudad
el Sol brillaba por todas partes”
Pocas semanas después de que un saxofonista barítono sueco, llamado Lars Gullin grabara una versión recomendada en El Canon del Jazz, Art Tatum y Buddy DeFranco se enzarzaron en un duelo nada cool (Gioia se refiere al estilo del cool jazz y no al término que utiliza la chaviza fresa para designar lo chido) a propósito de la misma canción, y la osadía con que el clarinetista responde nota por nota alas florituras del pianista resulta embriagadora y apasionante. Me fascina que Tatum, enardecido por el combate, le pisase el solo a DeFranco con una frase estentórea y aparatosa que ahoga el remate del clarinetista (minuto 1:40).
Para Gioia “el virtuoso pianista era famoso por ponérselo difícil a los músicos que lo desafiaban sin tapujos, y esta grabación es un buen ejemplo”, sin embargo quizá es momento de narrar estas colaboraciones desde otra perspectiva; dejar de pensar que lo que hacen los músicos que se conectan como estos dos grandes interpretes corresponde al campo del “combate” y que en lugar de estar “enardecidos” solo están disfrutando del intercambio y la colaboración que exige el arte de la improvisación.
A foggy day, también es conocida porque se trata de los pocos estándares que grabó el gran Charles Mingus, tanto en su concierto de diciembre de 1955 con Mal Waldron como en su álbum Pithecanthropus Erectus del año siguiente. En las versiones de Mingus se aprecia lo que implica el jazz en manos de los grandes maestros, ese espacio para innovar en todo momento, tomando como base una sustancia popular. Si desde un principio la canción intentaba retratar una ciudad caótica y oscura, lo de Mingus lo expresa como ninguna otra con lo que Gioia llama un “preámbulo discordante, que sin duda trata de recrear un embotellamiento en el centro de Londres”,
Un dato de Gioia sobre esta canción, nos deja claro la falta de reconocimiento que podían recibir en su propia época, aquellas figuras que hoy nos resultan tan fundamentales en la historia del jazz: “la propietaria del Patio Lounge de Washington (D. C.) informó al pianista de la casa, Bill Potts, que había contratado «a un tipo llamado Lester Young» para que se incorporase al grupo durante la temporada baja”. Además de la versión del «Gran Maestro Lester Young», la pieza fue grabada por la inigualable Billie Holiday con solos tremendos de Jimmy Rowles y Ben Webster, creador del sonido más hermoso que ha tenido un saxofonista tenor.
Conviene dejar esta preciosa versión al final porque cada nota de Webster, las frases de Rowles y la voz única de Lady Day, podrían ser el soundtrack perfecto para la próxima vez que se encuentren con esa fuerza que ilumina a la brumosa vida; sea una persona, un sueño o la combinación perfecta entre armonía, ritmo y melodía.
Recursos
– Para una revisión más extensa de esta y otras piezas se puede revisar el portal Jazz Standards.
– Una interesante página, que concentra todas las versiones con información más puntual de cada tema (contrario a Spotify que no comparte créditos ni información de las canciones), es SecondHandSongs.
– Soundslice solo tiene una versión para guitarra, de la versión de Bireli Lagrene.
– De acá se pueden descargar un archivo MIDI, con trío entre batería, guitarra y bajo.
Texto de O’tan Huerta con información extraída de el libro “El Canon del Jazz”.
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Referencias
↑1 | Gioia comenta en su libro El canon del jazz que “La película Damiselas en apuros está basada en la novela homónima de P. G. Woodehouse, que narra las aventuras británicas de un joven compositor estadounidense de comedias musicales llamado George Bevan. Alguien podría pensar que el personaje era un trasunto de George Gershwin… sólo que el libro se publicó en 1919, cuando la carrera del compositor estaba aún en mantillas”, sin embargo, resulta que Gerswhin si pudo ser el personaje que detonó la novela original ya que como comentó el profesor del estado de Ohio, John Mueller, coautor del exitoso musical A Foggy Day (Shaw Festival, Ontario, Canadá) “Da la casualidad de que George Gershwin había sido pianista de ensayo para Miss 1917, un musical en el que también trabajaba Wodehouse, y el joven compositor prometedor puede haber estado en mente cuando el novelista caprichoso comenzó a crear a su héroe compositor estadounidense”. |
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