Los queremos de vuelta y vivos

No hay peor mentada que ver las fotos de tus hijos en las rejas que cercan el Senado de la República, como si fueran una exposición más, con el cinismo que caracteriza a los funcionarios públicos que ahí –supuestamente– trabajan.

Parece que el Estado quiere asimilar la tragedia de la que es responsable, algo así como las letras doradas en el Congreso de la Unión para «recordar» al movimiento estudiantil de 1968: sin justicia y con toda la impunidad del mundo.

La movilización que encabezan madres y padres de los normalistas de Ayotzinapa se cubre completa bajo capas de plástico, sombrillas y cartones. Llueve a cántaros, justo en el momento en que los contingentes deciden avanzar por avenida Reforma. Y ese segundo es el instante en que las dos verdades de México se cruzan: la injustica e impunidad mudas frente a la dignidad de las familias, estudiantes, trabajadores, artistas, mujeres y hombres que luchan por encontrar a los 43 muchachos.

Dos verdades de México se cruzan: la injustica e impunidad

Es un momento complicado en el país dado el momento de transición de gobierno y las expectativas que despierta respecto a la creación de la Comisión para la Verdad en el caso Iguala –anunciada este 26 de septiembre de 2018 a cargo del nuevo presidente y su secretaria de gobierno– y la posibilidad de tener respuestas ciertas.

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Desconfianza es la primera palabra que se nos viene a la cabeza.

No es para menos: en tres meses, quienes ya se presentan como nuevos gobernantes –sin serlo aún– han defraudado a quienes, con argumentos e investigación de por medio, se oponen al nuevo aeropuerto; los nuevos funcionarios no discuten ni dialogan a pesar de todas las voces que se han alzado para plantear un camino distinto.

En tres meses, desde la elección de julio y hasta este 26 de septiembre, los índices de violencia en la mayoría del país han alcanzado números escalofriantes: de Jalisco al Estado de México, de Tamaulipas a Veracruz, de Michoacán a Chiapas, el país no se entrega a la nueva administración sumido en una crisis aguda.

Tan difícil de esconder, como la humedad en las paredes de una casa, la problemática y el dolor que significan decenas de miles de desaparecidos, tan sólo han recibido caras huecas y ningún programa serio. Ante la nueva oleada de trailers que albergan cadáveres sin investigación, las autoridades federales y estatales, la Comisión Nacional de Búsqueda y todos los organismos correspondientes, responden con más presupuesto para gavetas y no para la tecnología de punta en identificación genética, tal y como lo exigen las familias.

Ni los miles de feminicidios han sido castigados ni los porros han sido desintegrados y neutralizados. La violencia contra la mujer aumenta y el espaldarazo del nuevo gobierno al rector de la universidad son la respuesta.

El despojo de tierras continúa voraz y la injusticia reina, basta ver la cara sonriente de Javier Duarte, el ex gobernador de Veracruz, al declararse culpable por lavado de dinero y recibir una tibia sentencia de 9 años de cárcel. En este país, hay jóvenes que son acusados sin pruebas que reciben 33 años de cárcel, como Luis Fernando Sotelo o Miguel Peralta quien ni siquiera ha sido sentenciado y lleva 3 años de prisión.

Este es el país que salió esta tarde a abrazar a las madres y a los padres de los normalistas. Sin importar la lluvia o el frío, sin mirar siquiera la hipocresía del Senado, nuevamente, los clamores de justicia, llenaron las calles.


Emiliano Navarrete, padre de José Ángel Navarrete, señala a un Zócalo repleto:

«Se necesita a la sociedad para no caer, ustedes nos han dado mucha fuerza, porque no solamente hemos tocado puertas, la cosa hasta el día de hoy es que no han podido cerrar nuestro caso; han surgido nuevas esperanzas para esclarecer el paradero de nuestros hijos. […] No vamos a aceptar la postura que tiene el gobierno, por la vía legal le hemos demostrado, con hechos y con las personas expertas en cualquier materia, se le ha demostrado que ellos son los que están mintiendo».


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