Lauri García Dueñas #VocesVioletas
Lauri García Dueñas (San Salvador, 1980) es escritora y periodista. Maestra en Comunicación y Cultura por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), becada por la fundación Heinrich Böll.
Ha publicado los siguientes poemarios: La primavera se amotina, Sucias palabras de amor, Del mar es el ahogo (XVII Premio Interamericano de Poesía Navachiste Jóvenes Creadores 2009), El tiempo es un texto indescifrable y La tía. Así como las plaquettes: Hombre mar y Mujer en El Mar, el desierto es verde, un error espectacular atravesado por avenidas e hipopótamos líquidos, Saigón, Cuaderno africano, América, Aquí en el borde cúspide y Filigranas.
Es co-autora de los libros de investigación periodística: Tribus Urbanas en El Salvador y El asesinato de Roque Dalton. Mapa de un largo silencio.
Algunos de sus textos han sido traducidos al inglés, catalán, alemán y, recientemente, al árabe. Ha participado en lecturas en voz alta y talleres en Kenia, Francia, Colombia, Chile, México y El Salvador.
Del poemario “Átavica memoria: Virginia” ganador de los VII Juegos Florales de Chalatenango de El Salvador en 2016., presentamos una breve selección de poemas.
***
“Y el resto del trayecto se llevó a cabo en la deliciosa sociedad de mi propio cuerpo”,
Virginia Woolf.
Virginia y el pensamiento
◊
Virginia no ha muerto
su boca es la hoja de un almendro rojo y redondo
su mano es el árbol aberrando tus pupilas
su lengua es el orden y el caos
la prisa el ojal del tiempo
una perdición-epifanía
nada siestas tragaluces
un grito táctil.
◊
Nosotras, Virginia, no moriremos
la bruma habrá de cincelarnos la sien
hasta hacernos gritar las vísceras.
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◊
Crujirá la locura cuando miremos abajo
hacia una superficie transparente y blanca
llena de gusanos.
◊
Tu pensamiento
mi pensamiento
no dependerá
jamás
del mundo y sus hombres.
◊
La madre habrá tomado para sí toda la leche materna.
◊
La mujer llorará las lágrimas nocturnas de sus hijos,
y de pronto, la luz que nos hará desaparecer a todos
dejará el mundo intacto y estaremos muertas
al lado de las hermanas Brontë
en un páramo salado.
◊
Y seremos eternas, Virginia,
y de nosotras será la victoria.
◊
Virginia y la infancia
◊
Volvamos, Virginia,
a los días en que pasear por el campo nos hacía dóciles
y el paisaje, algo de nosotras
vistas, huellas en senderos únicos
saltamontes con los intestinos de fuera hablaban de la suerte
como un lugar inexpugnable de la conciencia
(la conciencia nunca alcanza
a extinguir la gama de posibilidades)
la realidad no existe
no la necesitamos.
◊
Fuimos niñas,
hay de peces,
hay de hormigas rojas entre arenas lejanas.
◊
Los canales de agua se enturbian.
¿Trajineras?
◊
La gente nos habla de cómo fuimos
el paisaje escogido
campesinos
barcos detrás
hay de peces
garzas, recuerdos.
◊
¿Y la muerte, Virginia?
Un día, la muerte.
Virginia y la suerte
◊
A estas horas, Virginia,
todos nuestros hombres están muertos
o son reminiscencias de nosotras.
◊
Los naipes descansan en la mesa redonda
esperando que la mañana los desplace
con su voz de platos
y el primer sorbo de las bocas.
◊
La gente contará los números que desconoce
y creerá que la suma es la tenencia
pero no.
◊
No tenemos nada que nos represente
sólo somos un espacio de escritura
un quiero decirte más
pero no puedo
no me corresponde.
◊
El verano se vaciará lentamente
en los gritos de los pescadores
las sardinas saltarán en nuestros ojos
caminaremos por veredas deshabitadas,
y cuando alguien diga que el presente es insatisfactorio,
asentiremos.
◊
Creeremos fervientemente en el síntoma,
en los apagones de luz como un conjuro,
en la sombra de nuestros hermanos,
en las pesadillas.
◊
Y un día, despertaremos.
◊
La suerte, Virginia, somos nosotras,
la atadura que nos une con este tiempo indescifrable.
Virginia y la oscuridad
◊
Luna de medio rostro encendido
y ella tanta oscuridad.
◊
Como algo intangible
bocas
siluetas adormecidas en el salón
los mesoneros viéndola tambalearse
en su húmeda cavidad de olor y textura
tuyas
expresión de lo no visto
de lo nunca imaginado por los dedos
en puntas
algo violento en el afuera
nombrar es ocurrir
es una masa en bruma
turbulencias
¿una mano?
gritos
un campo a tientas
1904
ella abre el rumbo
camina, bambolea
pero las cosas han cobrado otro orden
el orden de las cosas no existe
la escritura desaparece, se desdibuja
este podría ser el año de mi nacimiento
o del nacimiento de otros niños
o de millones de hombres desvaneciéndose
en la ausencia.
◊
Cómo es tu noche a estas horas
impronta, el vocativo
babea por mi boca el borde satelital de la luna
ganas de irse y asaltar la mudanza
¿el tiempo permanecerá?
¿marrón?
asir las últimas volutas de polvo
cuando ella tampoco existe y es
una marea confusa
intervalos
lágrimas que aún no lo son
en el borde (ese borde)
mientras las sombras recogen la basura de todos
y el plástico rechina en mis ojos,
tú, Virginia, me estás mirando.
◊
Al otro lado de la calle,
apagas la última luz.
#VocesVioletas es un espacio semanal dedicado a compartir poesía escrita por mujeres de México y Latinoamérica.
1 comentario
[…] madrina fue Lauri García Dueñas, quien confió en este proyecto y nos mandó una muestra de su obra más reciente. De aquella fecha […]