Crean microchips para detener la extinción de las abejas

Que la población mundial de abejas está reduciéndose constantemente parece ser un hecho innegable, y eso es un gran motivo para preocuparse. Se calcula que las abejas son las encargadas de polinizar el 33% de todas las fuentes de comida de los seres humanos; no sólo las frutas, sino también la producción de todo tipo de vegetales, semillas y aceites podría desaparecer junto con estos insectos.

Ahora, investigadores australianos han equipado a 10 mil abejas de Tasmania con microchips que toman energía del aleteo de sus alas, para averiguar por qué estos insectos están desapareciendo. Estos microchips informan de la vida y movimiento de las abejas a ordenadores del tamaño de un sello postal colocados en las colmenas. Greenpeace ha advertido que las poblaciones de abejas disminuyeron en Europa un 25 por ciento entre 1985 y 2005. Datos recientes revelan asimismo que el 46 por ciento de las 68 especies de abejorros europeos están en declive y el 24 por ciento en peligro de extinción.

Varios son los factores que supuestamente amenazan a los polinizadores: la pérdida de hábitats, las prácticas de la agricultura industrializada, como los monocultivos (menor disponibilidad y diversidad de alimento para estos insectos), el uso de plaguicidas; parásitos y enfermedades; especies vegetales y animales invasoras; y los impactos del cambio climático. Para profundizar en esta problemática, investigadores australianos de la Commonwealth Scientific and Industrial Resear Organization (CSIRO), miembros del proyecto VizzzBees,  han equipado a 10 mil abejas en Tasmania con micro-chips RFID, de 2.55 mm, que van adosados a su espalda y que se alimentan energéticamente de la energía que mana del aleteo de estos insectos.

El sistema creado por Intel cuesta unos 400 dólares, y puede leer 50 identificaciones simultáneamente, ideal para capturar información de toda una colmena. Está basado en Linux y cuenta con un procesador Intel Atom con 1 GB de memoria RAM, 5 GB de almacenamiento y conexiones Wi-Fi y Bluetooth.

Al mismo tiempo, las colmenas donde habitan estas abejas han sido equipadas de mini-ordenadores, del tamaño de un sello postal, que registran toda la actividad de las abejas cuando entran y salen del recinto. La idea de este experimento es contabilizar el número de insectos que en cada momento están dentro y fuera de la colmena, sus idas y venidas, si modifican sus costumbres, cuándo y por qué. Estos ordenadores registran también la temperatura en el interior de la colmena, la humedad, la composición del aire, y ofrecen los datos a los investigadores en tiempo real.

La investigación se completa con información sobre el comportamiento de las abejas obtenida directamente por observación sobre el terreno, en los alrededores de la colmena, para averiguar si los pesticidas, los cambios en el ecosistema o las actividades humanas, influyen sobre los insectos. A continuación se determinarán las correlaciones, se analizarán los datos y sus vínculos con las abejas y se podrá averiguar si la desaparición progresiva de abejas puede detenerse o ralentizarse.

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO por sus siglas en inglés) ha mostrado en el informe “UNEP Emerging Issues”  que el declive de las abejas está ocurriendo en todo el mundo y que el resto de polinizadores están en la misma situación. De hecho, las recientes restricciones en la UE a cuatro insecticidas se basan en recientes evidencias científicas que confirman la nocividad de estos productos para las abejas.

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Además, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) ha expresado sus preocupaciones respecto a dos plaguicidas neonicotinoides, puesto que podrían afectar también el desarrollo del sistema nervioso de los seres humanos. Greenpeace advierte que podríamos asistir a un declive irreversible de las poblaciones de insectos polinizadores, lo que implicaría una pérdida de productividad de la gran mayoría de cultivos.

Con información de Agencia SINC

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