Empleo, formalidad y precarización

El historiador John Womack Jr. expresó en su libro Posición estratégica y fuerza obrera. Historia de los movimientos obreros una afirmación importante para el análisis sobre el trabajo en nuestro territorio y que dice lo siguiente: “Estamos lejos de haber entendido el hecho de que el trabajo es lo que volvió humana a nuestra especie, […] la especie se extinguiría mucho más rápido sin trabajo que sin copulación.”  por ello se puede indicar que el trabajo es la actividad fundamental por medio de la cual la mayoría de la población en el planeta  puede satisfacer sus necesidades básicas.

De acuerdo con datos del World Development Indicators del Banco Mundial, México ha crecido en las últimas tres décadas a un promedio de 2.4 por ciento anual, esto aunque es un número positivo resulta insuficiente para absorber y generar expectativas para la población en edad productiva, el indicador permite comprender de la situación laboral en que se encuentra nuestro país dos cosas: que el crecimiento del empleo es insuficiente y que el volumen de generación de riqueza también lo es, más aún si se considera la concentración del ingreso en el quintil más rico de la población.

El INEGI estima que el salario promedio por hora del trabajador mexicano es de 32 pesos, dicho en otros términos y en consonancia con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo casi la mitad de la población ocupada sólo gana hasta dos salarios mínimos, es decir 4 mil 802 pesos al mes. Esta situación contrasta con otras cifras que emanan de la misma encuesta que señalan que la desocupación en nuestro país disminuyó pasando de 2.4 millones de personas en el cuarto trimestre de 2012 a 1.9 millones de personas para el mismo periodo del 2016. Bajo estas coordenadas es posible aseverar que si bien las cifras de desocupación disminuyen, la calidad en la remuneración no, por lo que es urgente desarrollar políticas y programas estructurales que atiendan esta situación.

De acuerdo con la investigación El Mercado de trabajo en México. La opinión social sobre la precariedad laboral editado por la UNAM, los porcentajes de las unidades económicas en donde se generan empleo quedan de la siguiente manera: el 39.3% de empleos están concentrados en micronegocios, 14.8% pequeños establecimientos, 13.8% ámbito agropecuario, 9.7% medianos establecimientos, 9.2% grandes establecimientos, 4.6% gobierno, 5.2% otros y 3.3.% no especificado. En otros términos, el 57.9% de los empleos están en unidades de baja productividad, mientras que cerca del 19% del empleo se encuentra en las medianas y grandes empresas, las cuales generan empleos con  mejores condiciones y mayores encadenamientos productivos de la economía. Entre las estrategias ante el déficit de empleo y tener mayor inversión productiva, el Dr. Ciro Murayama, propone mejores políticas fiscales para incrementar la infraestructura y generar empleos.  

Otras analistas proponen confrontar la desigualdad para una mejor distribución de los ingresos, en México el coeficiente GINI ha variado y pasado de 0.44 a 0.49 en los últimos 30 años, la distribución es con mucho inequitativa y produce que la población más afectada por la contracción económica reciba los salarios más bajos. Por ello, se requieren políticas públicas tendentes a reducir esta brecha y salarios que posibiliten el crecimiento.

Sin embargo, el proceso no es lineal, es fácil decir que deben crearse empleos mejor remunerados, esto no se da por decreto, voluntad política, o por inyecciones laterales de ingresos, se trata de una problemática que implica, por una parte, financiar el desarrollo en las áreas de mayor rentabilidad económica a través de educación e infraestructura, requiere una creciente inversión en ciencias básicas, tecnologías e ingenierías, y generar cadenas de valor en que los productos primarios y secundarios incorporen diseño, empaque, reglas fitosanitarias, inteligencia agregada y capacidad de comercialización.

Mejorar el ingreso requiere financiamiento público, valor agregado, ciencia, y calidad para la competitividad, se tiene el desafío de transitar hacia una economía capaz de generar riqueza en cada sector, más allá de aspirar a transitar al sector terciario es necesario construir en cada rama económica la posibilidad de hacer mejor las cosas y generar mayores ingresos, lo que precisa renovadas capacidades sociales, privadas y públicas.   

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