BioEYES: Un programa que convierte a estudiantes de primaria en científicos
La Ciencia se aprende haciéndola. Esa es la conclusión que podemos extraer de un programa dentro del proyecto BioEYES, gracias al cual 20,000 alumnas y menores de 12 años han criado durante una semana a peces cebra (Danio rerio) desde su estadio embrionario.
Estos pequeños peces transparentes se han convertido en las dos últimas décadas en los candidatos perfectos para el estudio de enfermedades humanas por su alta similitud entre su genoma y el del ser humano. Junto a ratones y moscas Drosophila, estos peces se han hecho cada vez más populares en los laboratorios de biología como organismos modelos. Ahora llegan también a las aulas.
De 2010 a 2015, unos 19.463 estudiantes de primaria, secundaria e instituto pudieron observar el desarrollo de los peces desde que son una sola célula hasta que se convierten en una larva con latidos de corazón y pigmentación diferente Los resultados, publicados de esta semana en PLOS Biology, confirman los beneficios de este tipo de aprendizaje en chicos y chicas.
“Los niños están impacientes por ver a sus peces, son científicos naturales. Se centran tanto en sus experimentos que no tienen la sensación de estar en el colegio”, explica Steven A. Farber, biólogo en la Carnegie Institution for Science y la Universidad Johns Hopkins, y fundador del proyecto en 2002 junto a Jamie R. Shuda, director de Ciencias de la Vida en la Universidad de Pensilvania.
Gracias al estudio notaron un antes y un después en su actitud hacia la ciencia. Esta experiencia con animales vivos resulta ser una buena estrategia para atraer a los niños hacia la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas.
“Ahora sé lo que es ser un científico”.- Alumno del colegio Thomas Jefferson de Baltimore y participante del programa BioEYES.
Con este experimento, las y los alumnos de primaria profundizaron sobre la anatomía de humanos y peces, sus hábitats, las células y el ADN. Los de secundaria identificaron rasgos observables de las crías de pez cebra, y en el instituto, se convirtieron en verdaderos científicos al determinar la composición genética de los padres al estudiar a las crías. Al finalizar la semana, todos los estudiantes fueron capaces de analizar los datos y discutir los resultados.
Más motivados con la ciencia
Observar y criar a estos seres vivos generó mucho entusiasmo en los niños. Además, el 48% mejoró su conocimiento de conceptos científicos, y las puntuaciones de las personas evaluadas en la secundaria y el instituto aumentaron un 27%.
“BioEYES permite que los niños se vean a sí mismos como científicos y esto es muy importante para nosotros. Estamos cambiando actitudes y desarrollando una ciudadanía más preparada para las ciencias”, añade Farber.
Al finalizar el programa, las y los participantes se mostraron más positivos sobre el trabajo de los científicos, la importancia de la ciencia y su popularidad. Para Faber, el que las y los niños tengan la oportunidad de trabajar con seres vivos –peces que nadan, se reproducen y crecen justo ante sus ojos– permite llamar su atención de una forma que los libros no pueden.
“Ves una parte de los niños totalmente diferente cuando están aprendiendo algo que es real. Tengo alumnos realmente brillantes, y están comprendiendo que los científicos cambian las vidas de las personas”, dice Kelley Taylor, una profesora de un colegio de Baltimore que ha participado en el programa.
Desde su creación el proyecto BioEYES ha trabajado con más de 100.000 personas de varias ciudades estadounidenses y australianas. En total opera en 104 escuelas de EE UU y 25 de Australia.
Programas como este rescatan a la investigación científica del imaginario que se ha formado desde la academia. Son muestra clara de que la ciencia puede ser divertida y que sin duda es una palanca de desarrollo social que fomenta la imaginación desde nuestros primeros años de vida. Sólo hace falta encontrar mecanismos para acercarla a las nuevas generaciones y sumar a las personas profesionales de la investigación para que comiencen a divulgarla de manera accesible y sin las pretensiones que suelen alejar a la ciencia de los espacios comunitarios.
Con información de Agencia SINC | Comentarios del Proyecto ALTERIUS