Palabras en el homenaje a Julio César Mondragón Fontes

 

Desde ayer que te fuiste hay humedad y frío hasta en la música.

Cuando yo muera,

sólo recordarán mi júbilo matutino y palpable, mi bandera sin derecho a cansarse,

la concreta verdad que repartí desde el fuego, el puño que hice unánime

con el clamor de piedra que exigió la esperanza.

Roque Dalton

 

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Espero encontrar la entereza para hablar aquí, palabras llanas, francas, honestas, que den cuenta del horror, la indignación y el dolor que sentimos, que siento…

La muerte de Julio César y la desaparición de nuestros compañeros normalistas de Ayotzinapa, así como la ejecución de tantos y tantas que ocurren sin descanso día tras día en este país, han sido un punto de inflexión en el inconsciente colectivo, pues nos obligó de manera cruel y terrible a redirigir la reflexión y la lucha, a pensarnos no únicamente desde el yo o desde “el cada quien desde su trinchera”, sino desde un nosotros, a sabernos una comunidad acechada por la pena, el duelo y el terror que tiene como consigna el Estado Mexicano.

No puedo encontrar las palabras precisas, ni siquiera sé si existen aquellas que puedan describir el coraje y consternación que me provoca saber que cada hora: sueños, vidas, amores y luchas se ven truncadas por la inhumanidad y la avaricia de unos cuantos que pretenden gobernarnos.

Repudiamos este panorama escalofriante y lúgubre que nos quieren vender como “proyecto de nación”, cimentando en la obediencia disfrazada de paz social, repudiamos esta política de la muerte y  la indiferencia como el antídoto para sobrellevar este flujo de violencia y rapacidad que nos entregan a diario sus instituciones. Y sí, me llenaría de regocijo ver como las estructuras de este narcoestado se desestabilicen hasta que terminen por derrumbarse.

Y quiero/queremos decirles a la familia de Julio César, a su pareja, a sus amigos, compañeros, que no estamos dispuestos a “superar” lo que ha ocurrido y ocurre, que no olvidamos y que el reclamo de justicia se engrandece ante la dignidad de la lucha que llevan cotidianamente cada uno de ustedes, que su dolor también es nuestro.

Y si las vidas de nuestros compas terminaron prematuramente, fue porque el Estado basado en el control y el uso económico de la muerte, tiene como objeto silenciar las voces que no están de acuerdo con este sistema de desigualdad y de despojo, las voces que luchan contras las leyes que desde la “legitimidad”; nos están matando, nos están robando los sueños, nos están robando la vida.

VIVOS SE LOS LLEVARON, VIVOS LOS QUEREMOS, FUE EL ESTADO, QUE SE VAYAN TODOS

Es evidente el uso estratégico del miedo, nos quieren infundir miedo, mantener inertes, no lo conseguirán. Es necesario que la existencia de jóvenes como Julio César a quien le fueron arrebatadas  la esperanza y las ilusiones, trascienda a una necesidad descomunal de recuperar no sólo las suyas, sino también las nuestras. A una rebelión de cuerpos y de conciencias, por ello no dejaremos de manifestarnos, no dejaremos de ensuciar sus paredes con consignas, no dejaremos de romper los cristales de sus mausoleos y elefantes blancos, no permitiremos que concilien el sueño.  Porque  no  queremos  que  entierren  nuestra  rabia  y  resistencias  en  sus  mentiras. Por consiguiente no dejaremos de enunciar sus nombres, de hacer eco una y mil veces por las calles y de exigir: VIVOS SE LOS LLEVARON, VIVOS LOS QUEREMOS, FUE EL ESTADO, QUE SE VAYAN TODOS.

Por último despedirnos de Julio César Mondragón Fontes, hasta pronto camarada:

“Decir adiós, llamarlo por su nombre, decir su nombre, su primer nombre, de la manera en que se le llama en el momento en que si ya no responde, es  porque él responde en nosotros, desde el fondo de nuestros corazones…”

Stefanie Vortex


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