DÍA DE LA INDIGNACIÓN

Multitudinaria fue la protesta del 26 de septiembre. Más de cuatro horas desfilaron frente al Hemiciclo a Benito Juárez (donde estuvimos) los contingentes. Y antes, por razones de seguridad, marcharon una centena de niños con sus padres, algunos en carriolas. Dos infantes que jugaban con sus mentores que lanzaban un globo, cuando aparecieron los primeros grupos, enseñaron sus atrevidas cartulinas: “Somos niños, no sentimos temor y luchamos porque encuentren a los desaparecidos”. El miedo, un recurso de los poderosos, no se hizo presente. Ni siquiera cuando los llamados Anarquistas hicieron detonar un cohetón en una cafetería extranjera; gritos, aturdimiento momentáneo y al final llamado a la calma para seguir adelante y llegar al Zócalo, no obstante la lluvia persistente que cayó durante horas y no amainó a los que buscan junto con los padres dignos a los 43 de Ayotzinapa.

Los convocantes lo llamaron: #DiadelaIndignación y la sentencia se convirtió en Trending Topic. No obstante los esfuerzos de los informadores y mercadólogos oficiales para que se creyera que el gobierno solucionará el asunto que nos conmueve hace un año, las posiciones de las mamás y papás de los jóvenes desaparecidos en Iguala fue más que contundente. Varios de ellos intervinieron, brevemente, con valor y energía no obstante la fatiga y la desesperación evidentes. En la manifestación iba Omar García, sobreviviente de aquel fatídico día y expresó entre otras cosas: “Que renuncie Peña Nieto”. Acerca de si continuará él y sus compañeros en las batallas por la democracia real, expresó “A huevo” (Sin Embargo, 27 de septiembre). Lenguaje coloquial que nos recuerda a los poetas trascendentes y profundos.

En la Plaza de la Constitución, ante la falta de respuestas gubernamentales no obstante los encuentros con Enrique Peña Nieto el 29 de octubre de 2014 y el 24 de septiembre de 2015, el abogado Vidulfo Rosales llamó a constituir un Frente Amplio para la Transformación Radical del País. Se piensa, incluso, en un candidato independiente a la presidencia de la República, diferente al que están buscando desesperadamente: intelectuales, políticos, empresarios e informadores, los cuales se reúnen en casa de Diego Fernández de Cevallos, uno de los hombres más desprestigiados en el país debido a sus negocios con los empresarios de la élite y sus transas con Carlos Salinas.

Mientras en la ONU, Enrique Peña Nieto censuraba por tercera vez el populismo, algo fuera de serie ya que este tipo de personajes mal catalogados así avanza en Inglaterra con Jeremy Corbyn y en Estados Unidos con Bernie Sanders – no se diga en México con López Obrador-, la Comisión Internacional de Derechos Humanos se entrevistaba con los alumnos de la normal Isidro Burgos. En el encuentro, la presidenta Rose Marie Belle- Antoni, se pronunciaba por llegar al fondo de lo que calificó: “la tragedia de Ayotzinapa”. Y el secretario general, Emilio Álvarez Icaza, motejado el complotista por tecleadores a sueldo, decía que las investigaciones de esa Comisión eran independientes, apoyadas por los países que visitan y muy responsables.

Para el especialista Eduardo Buscaglia, investigador de la Universidad de Columbia (EU), lo mejor sería llevar el expediente a la Corte Penal Internacional (La Haya), ya que dicho organismo podría emitir una sentencia para que el gobierno mexicano enmiende el camino y castigue a los responsables de la desaparición de estudiantes.

Al Senado, por cierto, acudió Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación. Se llevó una serie de cuestionamientos por parte de panistas, perredistas y otras organizaciones por la falsa investigación acerca de la Casa Blanca, la no aclarada situación de las mansiones de él y su subsecretario, Luis Miranda; la de Luis Videgaray, los negocios de OHL e Higa, la invitación a la ceremonia de Peña Nieto de los empresarios de esas firmas, el nombramiento de Arturo Escobar en la subsecretaría de Prevención del Delito, la insistencia de Enrique contra el populismo y, obviamente, el asunto de Iguala- Cocula.

Layda Sansores sacó el picante. Dijo: a Enrique Peña Nieto todo se le cae: el peso, el petróleo, el pastel, la banda presidencial, el celular y hasta el país. Recordó que Osorio Chong nombró en información de Gobernación a Andrés Chao, ligado a un hermano de un ejecutivo de MVS (de nombre Felipe), y por ello ocurrió la salida de Carmen Aristegui del noticiario matutino, siendo que la conductora era una válvula de escape de la inconformidad nacional; exigió el regreso de Carmen Aristegui a la radio.

Expresó, Layda, que los jóvenes y los marchistas son el alba del país; llamó a no claudicar en la lucha y finalizó afirmando: “si hay futuro”.

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Dice bien Alberto Aziz (El Universal, 29 de septiembre), de 111 detenidos por el caso sangriento y hasta ahora inexplicable, no hay un solo consignado (sic sonriente). En tanto, el mencionado investigador, basado en encuesta, la violencia del narco va en aumento según el 56 por ciento de los entrevistados y el 72 por ciento asegura que los triunfadores en la guerra iniciada por Felipe Calderón son los traficantes.

En la cadena Al Jazeera, sección AJ Plus (dedicada a los jóvenes), se pitorrean de lo lindo de la insistencia de Enrique Peña Nieto acerca de que en México se respetan los derechos humanos y destacan el caso Ayotzinapa. En base a dicho video, Elisa Alanís (El Universal TV, 30 de septiembre) hace una buena y cruda reflexión: En México las televisoras únicamente distribuyeron las imágenes y palabras del atlamulquense y, ninguna se atrevió a plantear la otra posición, la de la sociedad inconforme; los medios en nuestro país están anquilosados. Y remata la periodista: el escándalo internacional perseguirá a Enrique durante muchos años.

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