El conflicto Ucrania-Rusia y la intervención de Trump ¿Qué es lo que está sucediendo? 

Cuando se habla de negociaciones de paz, lo lógico sería imaginar a todas las partes implicadas sentadas en una mesa, discutiendo soluciones viables. Sin embargo, en el mundo de la geopolítica, la lógica es a menudo la primera víctima. En un inesperado giro de los acontecimientos, Donald Trump y Vladimir Putin han decidido tomar el destino de Ucrania en sus propias manos, excluyendo no solo a Kiev, sino también a sus aliados europeos. Lo que podría haber sido un proceso diplomático legítimo se ha convertido en una maniobra estratégica que amenaza con redefinir el equilibrio de poder en Europa. A continuación, exploramos en tres actos cómo este peculiar “acuerdo de paz” se ha convertido en una sombra de lo que debería ser.

Primer Acto: El Acuerdo Fantasma

Si la historia reciente nos ha enseñado algo, es que las negociaciones de paz suelen incluir a las partes en conflicto. Pero la nueva estrategia de Donald Trump y Vladimir Putin parece desafiar esta básica norma de diplomacia internacional. En una jugada digna de una subasta secreta, ambos mandatarios han decidido discutir el futuro de Ucrania sin la molesta participación de los ucranianos ni de sus aliados europeos.

La reciente reunión en Arabia Saudita entre funcionarios estadounidenses y rusos sirvió como plataforma para marcar la agenda: poner fin a la guerra en Ucrania, pero bajo condiciones dictadas por Moscú y Washington. Las concesiones tempranas no tardaron en llegar. Trump, en un acto de magnanimidad para con Putin, dejó claro que recuperar las fronteras previas a 2014 era “irrealista”, lo que en términos prácticos equivale a darle a Rusia un cheque en blanco para conservar Crimea y las regiones ocupadas en el este de Ucrania.

El presidente estadounidense también planteó una brillante solución: Ucrania podría haber evitado todo esto simplemente “llegando a un acuerdo” con Rusia antes de que las tropas cruzaran la frontera en 2022. En otras palabras, rendirse a tiempo hubiera sido mucho más cómodo. Como si esto no fuera suficiente, también criticó la “falta de elecciones” en Ucrania, ignorando que el país está bajo ley marcial por una guerra en curso.

Segundo Acto: El Contragolpe de Zelenski

Por supuesto, las declaraciones de Trump no fueron recibidas con los brazos abiertos en Europa ni en Ucrania. Zelenski respondió con dureza, acusando al presidente estadounidense de estar atrapado en una “burbuja de desinformación” fabricada en Moscú. No contento con esto, Trump contraatacó llamándolo “dictador sin elecciones” y sugiriendo que su popularidad estaba en un mísero 4%, un dato que, sorprendentemente, sólo parece existir en la imaginación del mandatario estadounidense.

Mientras tanto, la Unión Europea y la ONU salieron en defensa de Ucrania. La Comisión Europea recordó que Zelenski fue elegido democráticamente y que, aunque las elecciones están suspendidas, no es precisamente por capricho, sino porque Rusia sigue bombardeando ciudades ucranianas. La ONU, por su parte, ratificó que el presidente ucraniano tomó posesión de su cargo tras comicios debidamente celebrados. Pero estos detalles parecen irrelevantes para Trump, quien sigue viendo a Putin como un líder fuerte y a Zelenski como un obstáculo para su “gran acuerdo de paz”.

Tercer Acto: El Riesgo para Europa y el Futuro de Ucrania

El problema para Europa es que la estrategia de Trump no solo favorece a Putin, sino que también desestabiliza la seguridad del continente. Con Estados Unidos retirándose del papel de garante de la defensa europea, los países del Viejo Continente se enfrentan a una realidad para la que no están preparados: una Rusia cada vez más envalentonada y una administración estadounidense que ya no los considera una prioridad. La visión de Trump es clara: Europa debe encargarse de su propia seguridad sin esperar que Washington actúe como protector.

Mientras tanto, en Ucrania, la situación se vuelve cada vez más precaria. Zelenski se ha mostrado dispuesto a negociar, pero no bajo las condiciones impuestas unilateralmente por Trump y Putin. Incluso ha ofrecido contratos de reconstrucción y recursos naturales a empresas estadounidenses como un incentivo para mantener el apoyo de Washington. Pero para Trump, el negocio parece ser otro: intercambiar la soberanía de Ucrania por una supuesta paz que complazca a Moscú.

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El dilema es evidente: Ucrania se resiste a convertirse en una pieza de cambio en la partida de ajedrez de Trump y Putin, mientras que Europa observa con preocupación cómo su seguridad pende de un hilo. El tiempo dirá si la estrategia del presidente estadounidense logra consolidar una paz real o si, por el contrario, termina siendo la mayor concesión a Rusia desde la Guerra Fría. Lo único claro es que, por ahora, el gran perdedor sigue siendo Ucrania.

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