El ciclo vicioso de la prensa en México y por qué casi nadie quiere estudiar periodismo

El periodismo está en crisis, y la prueba más alarmante es el descenso de estudiantes de esta carrera.  En el ciclo 2017-2018, había 5,744 personas estudiando periodismo. Para el ciclo 2022-2023, el número se redujo a 4,601, es decir, un 19%. Esto representará un déficit de periodistas en los años que vienen, en los que la prensa será tan necesaria como siempre. 

Como estudiante recién egresada de la carrera, me da pena ver estas cifras, pero no me cuesta trabajo entenderlas. Si eres periodista en México, ejercerás en el tercer país más peligroso del mundo para esta profesión. Tu sueldo rondará entre los 10,000 y los 20,000 pesos mensuales, y un buen día podrías quedarte sin trabajo, ya que los recortes masivos en los medios de comunicación son comunes desde 2018.

Estudié la carrera en la universidad ITESO en Guadalajara. Mis maestros fueron  periodistas locales con historias muy interesantes. En clase, nos contaban sobre desayunos en Sanborns con políticos que “soltaban la lengua” y sobre primicias que descubrieron casi por casualidad. También relataban anécdotas sobre demandas, o amenazas. La moraleja de casi todas estas historias era clara: si quieres ser periodista, tienes que ser realmente apasionado, porque esta profesión cuesta caro.

Entré a la carrera siendo bastante ingenua. Cuando pensaba en un periodista, imaginaba a una persona muy inteligente, fumando por las noches y tecleando furiosamente la ruina del politiquillo corrupto de siempre. Pensaba en alguien respetado e íntegro, pero sobre todo pensaba en alguien con poder. El periodista, ese que tiene el sagrado poder de preguntar, como escribió Milan Kundera. El periodista, ese que tiene el sutil poder de decirte qué pensar, como decía Joan Didion.

No pensaba, por supuesto, en que la mayoría de los periodistas están sujetos a un horario laboral tan estricto que no pueden realizar investigaciones de largo aliento y si lo hacen, es en su tiempo libre o de descanso; que están expuestos a un riesgo real, y que, para colmo, muchas veces no los leen.

El consumo de noticias

A escala mundial, el 39% de los encuestados en el Informe de Reuters de 2024, afirmó evitar conscientemente las noticias. Las razones: los medios son aburridos o monótonos, y la información negativa los deprime. Además, muchos dicen sentirse exhaustos por la cantidad de noticias que circulan todos los días. En países como España, Reino Unido y Francia, ha disminuido entre un 20% y un 50% el interés en mantenerse informado.

En los últimos años, el consumo de noticias ha cambiado radicalmente. La prensa escrita, la radio y la televisión están siendo desplazadas por las redes sociales. El internet es la principal fuente de noticias para 8 de cada 10 mexicanos, según este mismo Informe. El problema es que el consumo, ya no solo de noticias, sino de información diaria en general, está agobiando y aislando a la gente.

Una persona promedio pasa más de seis horas diarias navegando por internet, según el Digital 2024: Global Overview Report. Y sin embargo, las personas están cada vez más hartas del consumo de información. La cantidad de imágenes y videos que vemos todos los días está produciendo una especie de hartazgo, una sobresaturación de contenido.

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El problema de consumir noticias en redes sociales es que estas plataformas funcionan mediante algoritmos que nos muestran contenido que nos genera casi exclusivamente placer. Las aplicaciones fragmentan a los usuarios en grupos de intereses, haciéndolos ajenos a otros temas. Esto crea una burbuja social. Es por ello que muchas de las decisiones políticas de nuestro tiempo nos sorprenden, porque, desde nuestra burbuja, no tenemos la capacidad de preverlas. Esta dinámica lleva a la ignorancia, la incomprensión y el radicalismo.

El formato en el que más se consumen noticias digitales es el video. En México, el 77% consume noticias en videos cortos, ya sea en TikTok o YouTube. Muchos de los medios en México, aunque han transitado al video corto, aún no producen videos y reportajes más largos.

Los jóvenes consumen más información de comentaristas e influencers en video que de medios de comunicación y periodistas. La duración no es una cuestión tan relevante, ya que hay audiencias grandes para videos de 10 a 40 minutos en YouTube. 

Tal es el caso del youtuber de 26 años Hugo Travers, en Francia, quien hace videos explicativos sobre política. Tiene 1,050,915,638 visitas en YouTube y 3 millones de suscriptores, superando en seguidores en Instagram a Le Monde y The French Daily, los medios más populares del país. Jack Kelly, en Reino Unido, y Vitus Stephar, en Estados Unidos, son otros ejemplos de youtubers muy exitosos.

Aunque la tendencia general muestra un declive en el interés por consumir noticias, en formatos como videos cortos y podcasts se ha registrado un pequeño incremento. De 20 países entrevistados por Reuters, el 13% afirmó escuchar podcasts de noticias. El consumo de noticias en TikTok ha alcanzado el 30% en algunos países de África y Sudamérica.

Muchos mandatarios, como Javier Milei en Argentina, tienen cuentas bastante exitosas en esta red social. Este es un ejemplo de cómo los periodistas ya no actúan como mediadores entre los hechos, los personajes y las audiencias. Milei puede dirigirse a sus 2.2 millones de seguidores en TikTok sin necesidad de un medio que replique y amplifique su mensaje.

En su análisis, Reuters concluyó que la gente prefiere reportajes profundos y explicativos a las constantes actualizaciones, y que exista una oferta de noticias que las haga sentir bien. Antes, los periodistas marcaban la pauta de los temas que deberían importar a las personas; ahora, son las personas las que impulsan la agenda.

Financiación

Las redes sociales como medio principal para consumir información, el descenso en las suscripciones y el creciente desinterés por las noticias han intensificado la crisis de los medios digitales y periódicos. Esto se ha traducido en recortes masivos en las redacciones.

En México, la historia comienza en 2018, cuando AMLO se propuso cumplir su promesa de campaña y reducir en un 50% el dinero destinado a comunicación pública. Al final, lo redujo un 77%. Su antecesor, Enrique Peña Nieto, había gastado 80,000 millones de pesos en publicidad oficial. En su sexenio, AMLO destinó a este rubro 18,282 millones, según Contralínea.

Las redacciones tradicionales han dependido en gran medida de la publicidad oficial que paga el gobierno. Es una dinámica perversa, porque la administración en turno paga más publicidad a los medios que no tienen una línea crítica, y peor aún, a los que sí la tienen. Cuando López Obrador llegó a la presidencia, redujo dramáticamente el presupuesto en comunicación social, y muchos medios que no han logrado modernizarse o diversificar sus fuentes de ingresos hicieron grandes recortes a sus plantillas.

Sin embargo, esta dinámica favorece principalmente a los dueños de los medios y los directivos, no necesariamente a los periodistas, que obtienen sueldos bajos por un trabajo que sobrepasa su jornada. Muchos comunicadores aceptan “chayotes” (sobornos) que ofrecen políticos y empresarios, porque no cuentan con seguridad social ni sueldos competitivos. Es un círculo vicioso: mientras los periodistas se vean obligados a escribir cinco o seis notas diarias a la carrera, atraerán a muy pocos suscriptores que puedan reemplazar el financiamiento del gobierno.

The New York Times se sostiene casi exclusivamente de suscripciones porque tiene diferenciadores: podcasts, videos y reportajes muy bien investigados para diferentes tipos de audiencias y, sobre todo, sobre una amplia gama de temas. Ofrecen mucho más que las simples actualizaciones, que es en gran parte a lo que se dedican muchos de los medios tradicionales en México.


Grupo Imagen le dijo a El País que habían despedido al menos al 25% de los empleados de su plantilla, casi 400 personas, en 2019.. El Universal, uno de los medios más leídos del país, también sufrió recortes de cientos de personas. Televisa-Univisión despidió a 200 empleados que realizaban programas informativos; incluso algunos veteranos se quedaron sin trabajo.

En Jalisco, dos de los medios más importantes, NTR y Mural (filial de los periódicos Reforma y El Norte), despidieron a casi 40 personas en menos de un mes, según Zona Docs.

Aunque la práctica de favorecer a ciertos medios y desfavorecer a otros continuó durante el sexenio de López Obrador, el dinero destinado a los medios en publicidad oficial fue reducido en comparación con sexenios anteriores. Los tres medios más beneficiados fueron Televisa (1,858 millones de pesos, el 10.3% del total asignado en publicidad oficial), en segundo lugar La Jornada (1,520 millones, es decir, el 7.4%) y en tercer lugar TV Azteca (1,278 millones, 7%).

El resto del presupuesto fue dividido entre 1,100 medios, que para el final del sexenio quedaron en 473.


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Sin embargo, no solo en México el periodismo está en crisis. En Estados Unidos también se han registrado despidos masivos. En enero de este año, L.A. Times despidió a 115 empleados, y el verano anterior había despedido a 74. The Washington Post despidió a 240 personas el año pasado. Sports Illustrated, la revista más famosa de deportes, terminó el contrato de 84 empleados. Pitchfork, Times y The Wall Street Journal también han registrado recortes.

¿A qué se deben estos recortes?

Son muchos los factores. En primer lugar, las suscripciones. A escala mundial, la cantidad de personas dispuestas a pagar por informarse ha disminuido exponencialmente. En países nórdicos como Noruega y Finlandia, alrededor del 40% paga por consumir noticias. Sin embargo, en Francia solo el 11%, en Japón el 9% y en el Reino Unido el 8%. El 55% de los encuestados para el Informe de Reuters dijeron que no están dispuestos a pagar nada por noticias.

Una asociación interesante es que en los países donde menos se paga por suscripciones hay menor confianza en los medios, como en el caso de Hungría y Grecia. Esto sigue una lógica muy simple: mientras que en ciertos países los clientes son las audiencias, en otros son los grupos empresariales y el gobierno. En México, solo el 18% paga suscripciones por noticias en línea, un porcentaje relativamente bajo.

Sin embargo, hay otro gran problema. A la par del auge de las fake news y la inteligencia artificial, ha aumentado la desconfianza en las noticias. En México, el 35% de la población no confía en los medios. Muchos de los medios más importantes, como Aristegui Noticias, El Financiero, Animal Político y Reforma, tienen entre el 50% y el 60% de confianza. Latinus es el medio que más desconfianza genera, con un 30%, seguido de TV Azteca (23%) y Televisa (30%). Esta desconfianza la atribuyen a las descalificaciones de López Obrador a los medios de comunicación durante las mañaneras, en el informe de Reuters.

Además de estos dos factores, los medios enfrentan muchos problemas para rentabilizar sus productos informativos a través de las redes sociales. El consumo de noticias en plataformas evita que las audiencias acudan directamente a los sitios web de los medios, lo que dificulta la monetización y la vinculación con la gente. El 29% de los usuarios dice que su principal vía de acceso a noticias son las redes sociales, el 25% los buscadores y el 22% accede directamente al sitio web.

Por ejemplo, el consumo de noticias en X ha decaído en los últimos años porque ya no se enlazan las noticias al sitio web; el objetivo de la aplicación es mantener a la persona el mayor tiempo posible dentro de la red.

Precariedad laboral e inseguridad

Una vez que entendemos por qué los medios están en crisis, es importante saber cómo afecta a los periodistas. César Ruiz, maestro de periodismo en el ITESO, dice que en esta profesión solo existe la clase baja y la clase alta. Por una parte están los periodistas “superestrellas”, que usualmente son líderes de opinión (y la gran mayoría son hombres), y por otra parte están los reporteros de a pie, que son los que enfrentan mayor riesgo económico y físico.

La tasa de desempleo de los que estudiaron periodismo es del 4.6%, y la tasa de informalidad representa el 27%, según el Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO). El salario promedio es de 20,596 pesos. Solo el 25% de los egresados en periodismo ganan más de 25,000 pesos mensuales.

Aunque hay más mujeres que hombres que estudian periodismo (el 58%), ellas reciben peores salarios. En promedio, las periodistas ganan 19,508 pesos, mientras que los periodistas ganan 21,967 pesos, es decir, un 11% más.

Para los recién egresados, se ofrecen 15,000 pesos mensuales por trabajar seis días a la semana, ocho horas diarias, en redacciones como Reforma y La Jornada.

En el sitio Indeed, donde se comparan sueldos y se comparten experiencias, hay muchas quejas sobre los medios tradicionales. Un periodista que trabajó en Mural (que forma parte de Grupo Reforma y tiene su sede en Guadalajara) dice: “Para los reporteros no existe un horario. Puedes estar todo el día ocupado, sin comer y estresado, y a la empresa no le interesa, solo eres un recurso más”.

Sobre El Informador, un usuario comenta: “No había mucho apoyo por parte de los jefes inmediatos si no les eras de su agrado. Se molestaban si preguntabas algo, no había oportunidad de crecimiento”. En cuanto a Reforma, otro comentario menciona: “El ambiente de trabajo suele ser estresante y cansado. A pesar de ser medio tiempo, tu sueldo es volátil, aunque se gana mejor que en muchos otros lados”. Y sobre El Universal: “Sueldos bajos, poco interés en el desarrollo del personal y forma de trabajo anticuada”.

Muchas de las evaluaciones de medios en México mencionan desorganización, sueldos bajos y estrés. Estas prácticas muchas veces son entendidas desde la idealización. Hablan de los periodistas apasionados, que siguen la nota, que duermen pocas horas y dedican su vida al noble oficio de conseguir la verdad. La realidad es que gran parte del oficio de los periodistas es replicar lo que dicen las autoridades en las conferencias de prensa y transcribir boletines informativos. Para realizar esta tarea, muchos no tienen que salir de la sala de redacción. 

Además de la precariedad laboral, los periodistas enfrentan otro grave problema: la inseguridad. Desde el año 2000, 168 periodistas han sido asesinados, según Artículo 19. México es el tercer país más peligroso para ser periodista, solo debajo de Afganistán y Siria, que están en guerra. El año más letal fue el 2022, con 13 asesinatos.

En 2023, Artículo 19 registró 569 agresiones a la prensa, de las cuales la mayoría fueron intimidaciones, hostigamientos, acoso judicial y amenazas tanto en la esfera física como digital.

El principal agresor de la prensa, según esta organización, es el Estado Mexicano, que acumula el 51.16% del total de las agresiones, seguido por particulares (16.93%) y el crimen organizado (10.16%).

La gran mayoría de los agresores son funcionarios de las autoridades estatales. Los estados que acumulan la mayoría de las agresiones son Ciudad de México, Guerrero, Puebla, Guanajuato y Veracruz. Los periodistas con más riesgo son los que cubren política y corrupción (53.30%), seguidos por los que cubren seguridad pública (23.53%).

Cabe recalcar que muchas veces son los propios medios y empleadores quienes ejercen violencia indirecta. Muchos periodistas no tienen seguridad laboral y ni siquiera cuentan con un protocolo de seguridad para realizar su labor, según Rubén Arnoldo González y Dulce Alexandra Cepeda, autores del artículo “Trabajar por amor al arte: precariedad laboral como forma de violencia contra los periodistas en México”.

Los directivos de los grandes conglomerados de medios autocensuran a los periodistas y los acomodan a sus líneas editoriales para no perder la publicidad oficial que les compra el gobierno o las inversiones que hacen los empresarios. Estas prácticas limitan la práctica periodística a la cobertura de eventos oficiales y la difusión de boletines, lo cual abona al sentimiento ya consolidado de indiferencia y aburrimiento hacia los medios.

La función del periodismo

Justo cuando los medios enfrentan crisis financieras que amenazan su existencia, justo cuando menos jóvenes estudian periodismo y justo cuando la gente ha dejado de seguir las noticias, es cuando más necesitamos a los periodistas.

Los sitios web y las redes sociales han puesto en jaque a la profesión. El periodista, que antes era considerado la única fuente confiable de noticias, ahora es un personaje más en un circo mediático que produce cada vez más información sesgada y engañosa. Vivimos en un mundo en el que la regla es el autoritarismo, el despotismo, el fanatismo y el catastrofismo. 

Marina Garcés escribió en su libro Nueva Ilustración radical que, en la Ilustración (siglos XVIII-XIX), se creía que más información convertiría al mundo en un lugar mejor. Los tiempos actuales han probado que, al contrario, más información nos ha hecho más tontos y más avances tecnológicos, más despiadados. Vivimos en “un mundo smart, para unos habitantes irremediablemente idiotas”.

Estamos en una condición póstuma, según esta escritora. Nos sentimos impotentes ante el sistema actual que nos oprime. Somos demasiado pequeños para siquiera rasguñarlo. Entonces, inmovilizados, esperamos la muerte. Gunther Anders decía que el hombre se está haciendo pequeño, no ante la inmensidad del mundo, sino ante las consecuencias de sus propias acciones.

¿Qué nos hace libres? ¿Qué nos da autonomía? Algo más complejo que la información: el conocimiento. Los avances tecnológicos suceden sin siquiera prever las consecuencias que traen consigo. La muerte y la guerra están normalizadas, y legitimadas por grupos de poder. Las narrativas empujan a las personas a creencias cada vez más polarizadas.

En el mar de información, opiniones y declaraciones, es más necesario que nunca el periodismo, que se preocupa más por entender las problemáticas que por potencializar los discursos. 

La precarización laboral de los periodistas, la creciente inseguridad en la que ejercen su labor, y la pobre adaptación de los medios a las nuevas formas de consumo, han colocado a la profesión en una situación crítica. Sin embargo el periodismo sigue siendo igual de relevante en una democracia. 

Es el círculo vicioso. Mientras el periodismo dependa de los intereses gubernamentales y empresariales, mientras esté sujeto a las líneas editoriales y a las sumas de dinero de intereses privados, no será de calidad y por lo tanto no obtendrá otro tipo de financiamiento. Las creencias de que la prensa es aburrida, monótona y poco confiable se refuerzan porque los medios no cambian su modelo económico. Como consecuencia directa, la precariedad laboral y la inseguridad azota a los profesionistas y como consecuencia indirecta a la falta de periodismo riguroso, nos volvemos cada vez más tontos, más radicales y más ignorantes. 

 

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