Las herramientas vistas como una extensión del organismo
El biólogo y filósofo Daniel Dennett, en su emblemático libro “La conciencia explicada”, daba un ejemplo extraordinario de las capacidades extendidas de nuestra mente. Usted puede tomar un palo, cerrar los ojos y sólo con el tacto de la herramienta podría reconocer si está tocando una pared, una toalla o aproximarse mucho a reconocer distintos objetos que le rodean contidianamente.
Este fenómeno que resulta asombroso cuando le ponemos atención, está siendo explicado por investigadores modernos, los cuales han confirmado que nuestro cerebro considera a las herramientas como una extensión sensorial del cuerpo, lo que otorga a las personas una percepción nueva que han denominado “percepción extendida por las herramientas”.
Ahora, los resultados de una investigación publicada en la revista Nature, confirma que los seres humanos usamos las herramientas como si fueran una extensión de nuestros miembros, y no como objetos útiles ajenos al organismo.
La capacidad de extender el procesamiento de la información sensorial más allá del sistema nervioso se ha observado en todo el reino animal, por ejemplo cuando los roedores sienten objetos utilizando sus bigotes o las arañas localizan presas a través de las telarañas. Se valen de elementos externos para procesar información.
Este estudio, realizado por científicos del Centro de Investigaciones en Neurociencias de Lyon (Francia), ha descubierto que la capacidad de sentir objetos con herramientas representa un esquema análogo de procesamiento de información en humanos.
Tanto la psicofísica del comportamiento, como la mecánica estructural y el modelado neuronal, muestran que las herramientas son tratadas por el sistema nervioso como extensiones sensoriales del cuerpo, en lugar de como simples enlaces entre las manos y el entorno, señalan los investigadores en su artículo.
Un fenómeno complejo
Lo primero que comprobaron fue que los usuarios de herramientas pueden detectar con precisión dónde un objeto entra en contacto con un bastón de madera, tal como ocurre en la piel. Es decir, de la misma forma que sentimos cuándo algo nos golpea el brazo y sabemos en qué parte del brazo ha sido, podemos saber dónde ha sido golpeado un palo que tenemos en la mano.
Los científicos también descubrieron que las características de la vibración que transmite el palo sobre el puño que sostiene el bastón y sobre la piel de esa mano, dependen del sitio donde el bastón ha recibido el impacto.
Eso significa, según los investigadores, que la localización que hacemos del lugar del impacto que ha sufrido el bastón no sólo es previsible, sino también que desvela una etapa pre-neuronal del procesamiento mecánico de la información, similar a la detección con bigotes y telarañas que se manifiestan en ratones y arañas.
La investigación tiene una tercera parte no menos sorprendente: los científicos trataron informáticamente las características de las vibraciones que registra el puño en el momento del impacto sobre el bastón.
Y descubrieron que sabemos dónde ha sido golpeado el bastón porque las vibraciones que emite el impacto están codificadas y contienen información sobre la zona donde ha sido golpeado. El cerebro humano tiene la capacidad de interpretar esta información y de localizar la zona del impacto, de la misma forma que ocurre cuando alguien nos golpea un brazo.Los investigadores concluyen que esta capacidad sensorial humana “extra” surge del acoplamiento funcional entre los niveles material, biomecánico y neural del procesamiento de la información relacionada con el impacto sufrido por el bastón.
Este descubrimiento representa un nuevo paradigma que podría mejorar la comprensión de los fenómenos relacionados con las herramientas que usamos los seres humanos y con la percepción sensorial de los invidentes, así como con la utilización de prótesis sustitutorias de miembros amputados.
Con información de Nature, Lyon Neuroscience Research Center y Agencia T21. | Selección, edición y notas del Colectivo Alterius.