“Medusa con la cabeza de Perseo” y otros poemas de Daro Soberanes

Daro Soberanes (Ecatepec de Morelos, Estado de México, 1976) es poeta, ensayista, promotor y gestor cultural. Fundador en 2002 de la facción literaria «La Deslealtad». Autor de «Las Esfinges» y «La Soga», piezas teatrales; del Primer Manifiesto de la Deslealtad (2002) y del «Tratado sobre la deslealtad» (compendio de ensayos escritos en 2017), además del libro de versos «1854».  Es fundador y uno de los coordinadores generales del Círculo de estudio ante la poesía: El Ojo de Faetón.

A continuación presentamos tres poemas:


Medusa con la cabeza de Perseo1El poema lo escribí a partir de una imagen en redes sociales que vi y que me impactó demasiado: la Medusa de Luciano Garbati. Ésta es una escultura que representa el mito de la gorgona, pero a la inversa de lo que nos contaron los griegos: en la obra de Garbati, la Medusa sostiene con su mano derecha la cabeza cortada de Perseo; así, es ella quien mata al héroe y no al revés. Por supuesto que en toda obra de arte hay conocimiento e ideología, como menciona Henri Lefebre, y en parte esta pieza es por eso actual, por el entorno social y político de derechos humanos y equidad en el que vivimos; pero la sustancia primera de la imagen artística siempre serán las sensaciones llanas (del autor y del espectador), que harán nacer toda clase de emociones, todas elevadas. Así, esta Medusa que escribí, surge a partir de la Medusa hecha por Luciano Garbati, que a la vez es resultado de la siempre clásica de Benvenuto Cellini. Correspondencias y analogías.

Según Robert Graves, la derivación etimológica para el nombre de Perseo proviene del verbo griego Perthein, que significa: «desperdiciar, asolar, saquear, destruir». Draling Buck menciona que la partícula –eus se usa comúnmente “para formar un nombre agente”. «Pers-eus» es por tanto un saqueador de ciudades, un soldado por ocupación; un asolador.

Hermanas

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la religión griega

cuenta que Perseo

llegó aquí

determinado

a cortar

mi cabeza

Y que triunfó

Mas la religión griega

es sólo palabra intermedia de los hombres

Yo sé

que el hijo de Dánae


llegó, sí

con blasones de guerra

y

que esta gorgona


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lo enfrentó,

como hacen las trinitas

Nunca estuve sola

Esteno y Euríale, soror de la sangre

me ayudaron a vencerlo

¿Por qué viniste a mí, Perseo?

¿Qué mal te hice antes?

¿Te amenacé con la mirada, antes? ¿Con la voz?

¿Con la palma sinuosa de mi mano? ¿Con el siseo de mis serpientes?

¿Conspiré en contra tuya?

¿Qué daño te hice yo, violento?

Nadie

llora aquí tu nombre

serifio imprudente

Grecia jura que me decapitaste tú

Crónicamente Grecia

jura

tantas cosas

Atenea Partenos no te envió

ni te favoreció nunca, Perseo

Ella me permite ahora

dar testimonio

de tu muerte

conservar tu cabeza

lasa, didáctica

muñón de tu flácido

cuerpo

Ahora pondré tu atrevimiento

en mi escudo,

tu flujo de sangre acéfala:

égida

de nuestra firme

victoria

sobre tu ilusoria

potestad


Armonía

«Nos queremos morir».

No, nadie quiere morirse

Nos iremos después, no hoy

y otros harán lo que nosotros:

desear vivir y no saber cómo hacerlo

y querer entonces morirse. Y se irán también

como nosotros nos iremos

Y nadie volverá de la muerte

Armónicos timbres de la muerte

en el resuello de los campos y en el amanecer de las uvas

Los trabajos son duros y la muerte es prematura

En cada una de las casas quedará un retrato de las vidas pasadas

Comús, vértice de la cumbre

Sino que se santigua en el umbral de la nada

Sopla la calma

Como un reloj sin uso en el traje de un hombre que descansa

en el cultivo, y que come uvas

«Nos queremos morir».

No. Nadie quiere morirse


La bilis negra

Cuando el clérigo Robert Burton escribió «Anatomía de la melancolía

y naturaleza de la misma, con todas sus causas, síntomas, pronósticos

y diversos medios de curarla»,

escribió para engañarse. Como hacen los decanos.

Yo también escribo sobre la melancolía,

que en nada está aquí.

ni en los ventrículos del doctor Huarte de San Juan,

ni en su joven resuello, plomizo.

Vi a la melancolía.

Está en un daguerrotipo,

en la sien descubierta y amplia de una mujer que vivió hace dos siglos;

su mirada hondísima, marina; su arrogancia plana e indigente.

Y lleva la bilis negra acaso como reloj de bolsillo.

El tiempo no sucede para a quienes diagnostican depresión clínica.

No conocen el sentido de la eventualidad;

los segundos son ilusiones,

como los juicios; y lo que signifique la culpa sólo es un desliz

sin consecuencias.

El dios de las moscas, la bilis negra, lleva el péndulo continuo de la época

como anillo de barniz alojado sobre el cuello.

Referencias

Referencias
1 El poema lo escribí a partir de una imagen en redes sociales que vi y que me impactó demasiado: la Medusa de Luciano Garbati. Ésta es una escultura que representa el mito de la gorgona, pero a la inversa de lo que nos contaron los griegos: en la obra de Garbati, la Medusa sostiene con su mano derecha la cabeza cortada de Perseo; así, es ella quien mata al héroe y no al revés. Por supuesto que en toda obra de arte hay conocimiento e ideología, como menciona Henri Lefebre, y en parte esta pieza es por eso actual, por el entorno social y político de derechos humanos y equidad en el que vivimos; pero la sustancia primera de la imagen artística siempre serán las sensaciones llanas (del autor y del espectador), que harán nacer toda clase de emociones, todas elevadas. Así, esta Medusa que escribí, surge a partir de la Medusa hecha por Luciano Garbati, que a la vez es resultado de la siempre clásica de Benvenuto Cellini. Correspondencias y analogías.
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