Un par de cartas abiertas sobre la situación en la UNAM

Compartimos en Tercera Vía un par de cartas abiertas sobre la situación que está viviendo la UNAM, la primera es por Rafael Mondragón y la segunda por Pietro Ameglio.


¿CUÁL ES LA PAZ QUE QUEREMOS CONSTRUIR EN LA UNAM? ¿CÓMO HACEMOS PARA VENCER EL TERROR?

Por Rafael Mondragón

 

Estimados estudiantes:

Ayer tuvimos, por primera vez desde hace mucho tiempo, una asamblea autónoma de profesores de la facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y fue muy grato ver un buen número de académicos, con valiosas reflexiones compartidas, y sobre todo con el deseo de encontrar las mejores maneras de sumarse junto a ustedes –ni detrás ni delante- a esta lucha. Creemos que es una lucha en la que debemos participar todas y todos, en un país atravesado por una brutal guerra de exterminio masivo y selectivo. Ya les habrá llegado el comunicado de esta Asamblea y sabrán que cuentan con nosotrxs. Pero quisimos también compartir unas sencillas reflexiones para “pensar en voz alta”, desde el plano de las acciones y estrategias de la lucha social, sin el más mínimo afán de “decir qué hacer” o hacer catecismo de ciertas ideas, sino como “iguales” que han luchado y están luchando también ahora. Somos dos profes de Filos, allí hay un buen número de estudiantes que nos conoce de tiempo y tal vez puedan avalar esto.

Pensamos que la agresión ante los estudiantes que se manifestaban pacíficamente afuera de la torre de rectoría tocó un límite moral en la comunidad universitaria. Él volvió visible el entramado de violencias que habían sido normalizadas por nuestra comunidad, y que ocurren especialmente en las facultades y bachilleratos en las periferias de la ciudad de México, pero que también son reflejo del país en que vivimos y que no está “afuera” de la universidad. Por eso saludamos con alegría y esperanza las movilizaciones de jóvenes de la ciudad de México y el país que con sus cuerpos han salido a decir que ya basta de violencia en sus espacios cotidianos. Se trata de un proceso de “toma de conciencia” que continúa lo ocurrido en las acciones de organización tras el sismo del 19 de septiembre de 2017, las manifestaciones por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y las acciones de acompañamiento a las familias de Lesvy Berlín, Mariela Vanessa Díaz, Miranda Mendoza y tantxs otrxs estudiantes desaparecidxs, asesinadxs o víctimas de feminicido.

Creemos que en ese contexto vale la pena abrir espacios colectivos de reflexión en los que se permita pensar en voz alta sobre las muchas formas de violencia que vive la comunidad universitaria, las formas de lucha que es conveniente construir para enfrentar la violencia, y las posibles soluciones que sería importante impulsar para detener el proceso deshumanizador implantado por la violencia. Sobre todo, nos parece que, como académicos, nuestra forma de acompañar puede pasar por el fortalecimiento de espacios de reflexión de ese tipo, que sean respetuosos, no infantilicen a los estudiantes y no asuman que hay en esta situación una única persona que sabe mejor qué otros qué hacer. El tamaño de la tragedia de nuestro país y nuestra universidad es tal que estamos obligados más que nunca a construir situaciones de escucha colectiva donde de verdad podamos pensar de manera abierta, sostenida y rigurosa.

En ese contexto yo quisiera compartir con ustedes dos preguntas sobre las que no tengo respuesta: ¿qué hacemos con el aterrorizamiento que vive nuestra comunidad? ¿Qué queremos decir cuando hablamos de que queremos paz y seguridad en la UNAM?

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Me parece que la agresión ocurrida en la explanada de rectoría ha llevado a construir en la comunidad universitaria una situación de aterrorizamiento. Cada día de paro he podido ver de manera cercana por lo menos una situación de terror: gente que corre cuando ve encapuchados, jóvenes que se encierran en los baños de las facultades tomadas… Las demandas por “mayor justicia”, que abrazaron el dolor de los feminicidios, asesinatos y desapariciones vividas por personas de nuestra comunidad, están dando paso a demandas de “mayor seguridad”, sin que el terror, las prisas y la angustia nos permita reflexionar con cuidado cuál es la seguridad que queremos. Ya circulan por distintos medios digitales e impresos distintos documentos que invitan a construir “paz” en la UNAM, sin que tengamos tiempo suficiente para pensar esa palabra, que estimo como muy importante, necesaria y potente, y que no quisiera ver banalizada. Estos últimos días he recordado mucho a Luther King cuando advertía del peligro de reducir la paz al “orden” y desligar a la paz de la justicia; del peligro de preferir una “paz negativa”, plasmada en la ausencia de tensión, antes que una “paz positiva” que sólo es posible cuando las demandas de justicia son escuchadas. En ese contexto yo invitaría a no tenerle miedo al conflicto, pues –como decía el mismo Luther King- el conflicto ayuda a que las cosas que una sociedad no ha querido ver puedan, por fin, salir a la luz. El conflicto y la violencia no son la misma cosa. La violencia implica el deseo de causar un daño. El conflicto implica tensión, y la tensión a veces puede ayudar a desnormalizar las situaciones inhumanas y resensibilizar ante el dolor y el sufrimiento.

Los invitaría a no promover una seguridad que implique el fortalecimiento del miedo, la construcción de situaciones de encierro ni la estigmatización y construcción de un prejuicio negativo hacia los otros. Dicha seguridad ya ha mostrado ser ineficaz para resolver los problemas del país y la universidad, y puede llevar a una situación de parálisis en la comunidad universitaria. ¿Recuerdan ese lema quizá lleno de buenas intenciones, “No es tu amigo, es un narco”, con el que la rectoría de esta universidad construyó un prejuicio negativo hacia parte de la comunidad? Ese lema fracasó. No podemos convertirlo en “No es tu amigo, es un porro”. No justifico a los porros: digo que comprender es distinto de justificar. Yo quiero tratar de comprender. Los grupos de choque son el eslabón último de una cadena de mando que los liga con estructuras más amplias que debemos comprender para desmontar. El prejuicio construido hacia los diferentes siempre termina por volverse en contra de la sociedad que lo construye, como ya vimos en años anteriores cuando ese prejuicio se construyó en torno de los llamados “anarquistas” que terminaron volviéndose la imagen negativa de cualquier joven que se manifestaba y era rebelde.

Finalmente, quisiera invitarlos a no fortalecer situaciones de encierro y de construcción de “ghettos” al interior de los grupos que se organizan. Me parece que la comunidad universitaria de México tiene una amplia experiencia en términos de construcción de espacios abiertos, donde se vuelve a tejer la comunidad y se puede pensar en voz alta al tiempo que los saberes universitarios y no universitarios se ponen en funcionamiento para responder a las crisis sociales. Ése fue el milagro conducido por los jóvenes después del sismo del año pasado, lo mismo que el de los diferentes paros activos llevados a cabo por el movimiento estudiantil, en donde lo construido por los universitarios tejía puentes hacia fuera y se alimentaba de ellos. Lo que ha ocurrido en estos días tendrá continuidad en los siguientes meses: habrá más muestras de violencia ejemplificante que toquen a la comunidad universitaria y construyan situaciones de crisis. A los que desencadenen dicha violencia les importará que los jóvenes que luchan se aíslen de sus familias y sus comunidades; que se encierren en su miedo, sus prejuicios y sus saberes ya aprendidos. Así los intentarán volver más frágiles. Pero el problema que ustedes atraviesan no es sólo suyo, sino de todos, porque la violencia en la UNAM es parte de la violencia en el país, y de esa violencia todos tenemos que hacernos responsables.

Les mando un abrazo solidario, con mi promesa de acompañarlos en la acción y la reflexión.

 

Rafael Mondragón

FFyL-Unam, 6 de septiembre de 2018.



¿QUÉ ACCIONES PARA CONSTRUIR UN PROCESO DE JUSTICIA Y DIGNIDAD CON SEGURIDAD EN LA UNAM?

Por Pietro Ameglio

 

Estudiantes que están luchando, ¡Vaya un saludo solidario y emocionado por su determinación y rapidez de reacción en esta lucha por todos y todas nosotros/as!

A toda la sociedad mexicana, creo, nos ha emocionado y enseñado profundamente su marcha de decenas de miles de ayer, no sólo por la cantidad sino por la fuerza y claridad de este nuevo Grito de Indignación Masiva Nacional, sumado a muchos otros desde el 94, reflejado en el “¡Fuera Porros de la Unam!”. La “rabia”, “indignación”, como decía Hannah Arendt, no es en absoluto algo natural, espontáneo o fácil de tener, sino que nace de la reflexión de saber que hay condiciones de inhumanidad e injusticia que podrían cambiarse y no se hace. Esa es la situación de la violencia en la Unam y de una gran cantidad de espacios públicos del país, y se ha prolongado y agravado precisamente por la falta de “indignación” y “determinación” de muchos/as de nosotros/as.

Me ha parecido ejemplar la inmediatez con que han reaccionado masivamente ustedes (“desobedeciendo la orden inhumana” de la violencia, el terror y la apatía), con paros, asambleas y esta marcha, pues en 2 días lograron revertir la construcción de una acción de ataque armado y aterrorizamiento social, en una acción de esperanza y cambio democratizador de construcción de paz. Además, algo fundamental: han contextualizado su lucha en la situación de guerra y violencia que vive el país. La marcha de ayer, me parece, es el mejor homenaje y re-instalación de esa lucha hacia los estudiantes del 68.


Además del proceso de organización, la otra gran acción de resistencia pacífica y noviolenta, que han implementado inmediatamente al hecho de guerra del 3, han sido los Paros masivos en decenas de planteles. ¡Ejemplar acción! Las acciones de violencia de los grupos de poder tienen una escala de intensidad y, por tanto, las acciones de resistencia deben guardan una proporción en esa escala si de veras buscan detenerlas e invertir la espiral de la violencia. Y ustedes opusieron a un ataque armado totalmente construido y de provocación -también hacia la rectoría-, una acción de “No-Cooperación con la Normalización de la violencia”, como fue el Paro. Se trata de Parar para Caminar más y mejor hacia la justicia y dignidad con paz, para reflexionar y organizarse mejor. Es una acción radical (“ir a la raíz” del problema) noviolenta, que sumada a la marcha y la organización interuniversitaria han logrado construir una fuerza moral y poder social que existía antes del 3, pero del que no éramos conscientes. Ahora el desafío es concentrarlo en la direccionalidad correcta de las demandas y la lucha presente y futura. Hay que ser humildes, nadie sabemos cómo resolver el problema central de la violencia no sólo en la Unam sino en el país, pero la reflexión colectiva es un arma clavel en estos momentos que ayudará a explorar nuevos caminos.

Es central no caer en la “ilusión”, y mantenerse en el terreno de la esperanza real. La marcha del 5 mostró un gran consenso hacia las demandas del pliego del CCH-Azcapotzalco, el apoyo a las víctimas de la violencia y la sanción hacia los responsables directos e intelectuales, y, más en general, la urgencia de construir colectivamente, de abajo hacia arriba, un nuevo modelo de seguridad humana y ciudadana en toda la Unam, y demás centros educativos del país. Por supuesto que hay muchas otras demandas muy legítimas, que suscribimos también y por las que llevamos años luchando, pero los objetivos estratégicos iniciales -básicos de lograr para que la lucha avance hacia raíces más profundas de la violencia social- nos parecen estos. Hemos visto todos/as cómo muchas veces en una lucha social, confundir el “punto de llegada” con el “punto de partida” ha llevado a una “falsa radicalización” de las luchas y, al final, ni siquiera a lograr lo que “ya se tenía” del adversario. En esta priorización de los objetivos, tipos de acciones y etapas de esta lucha nos parece está parte de la clave de su avance positivo, que tanto necesitamos en México. Su lucha ya es ejemplar para el proceso de democratización, construcción de justicia con dignidad y paz en el país.

En este sentido, nos parece importante reflexionar estratégica e históricamente las formas de las acciones a seguir, siendo la principal la construcción de una organización autónoma, horizontal y plural. A veces la continuación “mecánica” de una forma de lucha que fue efectiva en un momento, se puede revertir y volver en contra del movimiento. Hay muchas experiencias históricas al respecto, por ejemplo en Tomas que ya no se sostenían con la gente y la legitimidad suficientes, e igualmente con Paros o Huelgas. La verdadera radicalidad está en construir las acciones que más consenso, fuerza moral, cuerpos y presión al adversario acumulen. Nos parece que es útil distinguir que un “paro de 3 días” es diferente a un “paro de 10 días” o a un “paro indefinido”, aunque los 3 sean “paros”. Y que un objetivo fundamental en esta nueva etapa que se abre, para sumar más gente y fuerza moral a la lucha, es generar espacios de reflexión y toma de decisiones abiertos y no de “encierros ideológicos o físicos”, incluyentes y consensuados, que alejen cualquier desconfianza y miedo sobre todo en la población sin experiencia ni total claridad aún. Eso permitirá que mucha más gente -joven y no- se vayan convirtiendo en “armas morales” pacíficas y noviolentas de lucha. La experiencia histórica ayuda a entender lo clave que es mantener la coherencia en la relación entre los medios (acciones de lucha) y el fin democratizador, humanizante, de justicia y paz.

En estos momentos las autoridades en todos sus niveles, están siendo profundamente cuestionadas y exhibidas en sus ambigüedades o complicidades en esta espiral de violencia que han desatado o permitido por su inacción: no resulta fácil contestar a la interrogante acerca de “¿por qué Vigilancia-Auxilio Unam y las fuerzas de seguridad pública federales y de la Ciudad de México dejaron llegar a los contingentes armados y totalmente visibles de porros a las puertas de rectoría, sabiendo que iban a atacar a una manifestación totalmente legítima y pacífica de estudiantes preparatorianos? ¿por qué las fuerzas de Vigilancia-Auxilio Unam no hicieron nada para detener los ataques cuando ya estaban en acción y se quedaron ‘contemplando’ impunemente? Ahí hay una serie de funcionarios y cargos perfectamente identificables que deben ser sancionados y removidos. En México los funcionarios carecen totalmente de una ética pública mínima y nadie renuncia a sus cargos, este cinismo sería ejemplar que ahora se empezara a romper por la presión del movimiento.


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La autoridad ha reaccionado expulsando a un número inferior a 20 de porros de los CCHs, buscando parar este proceso de lucha masivo con la lógica de los “castigos ejemplares” y la estigmatización con “listas” de nombres, haciéndonos caer en la ilusión que con esos “castigos a los responsables” se acabará el problema, que tiene raíces de violencia cultural y estructural mucho más complejas. Para empezar, los responsables intelectuales y materiales son muchísimos más. A su vez, esa misma lógica se aplicaría si la demanda fuera la salida del rector, que sólo generaría más “desestabilización social” y espiral de violencia, en un castigo sin proporción ni relación con la falta, pues rectoría también fue “atacada”, emboscada, en esa acción, y se demostró también que no tiene el control suficiente sobre la Vigilancia-Auxilio Unam.

Profundizando, la reflexión sobre las formas de lucha, nos parece que la marcha del 5 logró algo fundamental en un proceso de lucha social o mediación de conflictos: la “igualación de poder”. El orden social nos instala, queramos o no, en una permanente “asimetría de poder” (a veces estando arriba o a veces abajo), y es central tomar conciencia de este eje de análisis para construir las acciones y la justicia. En parte, creemos que ahora la mayor concentración de poder social y moral está en su movimiento estudiantil, empezando por la total legitimidad y consenso hacia sus demandas. Ahora tocan acciones que se fundamenten en un muy buen “principio de realidad” y en la concretización inmediata de los primeros objetivos estratégicos centrales, posibles e indispensables de alcanzar en el corto plazo (punto de partida).

Un aspecto central del proceso de lucha que sigue, tiene que ver con la re-estructuración de las acciones y esquemas de seguridad en toda la Unam. Y es una demanda a gritos, multitudinaria, que este proceso deberá hacerse colectivamente, de abajo hacia arriba, empezando por la voz de los estudiantes que son la mayoría y las identidades sociales más expuestas a la violencia, como jóvenes en el país. Y deberá hacerse desde esquemas de justicia y dignidad para la construcción de una paz humana, ciudadana, no desde los esquemas, impulsados desde el gobierno y el gran negocio trasnacional de la violencia, de “paz armada”. Por ello habrá que cuidar mucho no caer en formas de “criminalización”, de “polarización”, de “estigmatización” donde ahora se cambie el lema de “Es un narco, no es tu amigo” por el de “Es un porro, no es tu amigo”. Toda la comunidad de la Unam estamos llamados ahora a dar una pequeña muestra nacional acerca de otros modelos de construcción de paz que se basen en una cultura de paz y noviolencia, ya que incluso todas las autoridades federales han aceptado el fracaso y las trágicas consecuencias de exterminio masivo y selectivo que ha generado el modelo de “paz armada” en los últimos 10 años. Es un gran desafío colectivo el que tenemos.

Y en este aspecto, las autoridades, empezando por la rectoría, deben asumir y tomar conciencia que este proceso colectivo amplio y muy plural de “re-construcción de una paz justa y de una seguridad humana” en todos los campus, debe partir también de aceptar un “principio de igualación social”, con todos los actores. Si no han tomado conciencia de ello, vamos a un conflicto más violento y absurdo que, en cambio, se podría canalizar positiva y constructivamente si se aceptaran democratizar las reflexiones y decisiones, incorporando muchos más actores sociales en ellas. Las acciones de lucha social pacíficas y noviolentas, me parece, debe también priorizar esta presión a la autoridad -desde lo que en la acción noviolenta se llama la “firmeza permanente”- para que acepte esta ‘nueva relación de consenso’.

Es una demanda absoluta, nos parece, la petición número uno y central que une a toda esta masa, para la construcción totalmente inmediata de reflexiones, investigación, diagnóstico y acciones de “co-operación entre iguales” (con “respeto mutuo”) para tener condiciones de vida, convivencia, desplazamiento y estudio más justas y humanas en la Unam. Esta lucha encabezada por los estudiantes es para todas y todos, por eso no ayuda en nada “polarizarnos” y vernos como enemigos con otros sectores y autoridades de la Unam, lo que sólo aumentaría la “espiral de la violencia”. De algún modo, las acciones de resistencia pacífica y noviolenta deben lograr que se cumpla la consigna republicana y zapatista: “mandar obedeciendo”, donde la autoridad responde y escucha directamente a la comunidad. No debemos aceptar ningún esquema de “pacificación” desde arriba, con “respeto unilateral”.

Me disculpo por haberme alargado demasiado, me ‘ganó la pasión’ de verlos luchando ejemplarmente con tanta determinación y reflexión, escribí de corrido sin parar, en lo que sólo fue un intento de “pensar en voz alta” un conflicto que nos atraviesa a todas y todos. Tomen y tiren lo que quieran.

Abrazo solidario y ¡adelante! con la primer arma de la lucha social: la reflexión.

 

Pietro Ameglio

FFyL-Unam, 6 septiembre 2018

 

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