El diagnóstico final fue: Te alejaste de la iglesia
Por Fernando Pennock / Publicado por cortesía de Mamborock
El día que volví a ver a Eliot su cabello seguía siendo igual de caótico cómo las olas en un huracán. Sin embargo, sus senos ya no eran visibles; estaban cubiertos por una camisa holgada con figuras de calaveras blancas. Tenía un piercing en los labios y una voz más grave a lo que recordaba. Aún así, seguía siendo esa persona que ama la música emo del 2007 y podría pasársela hablando sobre cómo aún no ha visto Citizen Kane y jamás lo hará.
Ahora es un hombre trans homosexual, declaración que había hecho antes mientras compartíamos una caguama de Carta Blanca en un bar que a nadie le importa. Siempre había existido esa pequeña voz diciéndole que era diferente, pero lo que fue un eco se volvió un aullido en su mente: ¿Acaso nací en el cuerpo equivocado? ¿Qué dirán de mí?
Sus atuendos, de pequeña, nunca fueron un vestido o una blusa rosa. Ella amaba usar chamarras de los Power Rangers, que llegaban casi a sus rodillas y ser un tomboy. La primera vez que usó un vestido –a los 12 años– fue por imposición de su madre y lo hizo salir furioso de su casa.
Jugaba a los carritos con sus amigos y se sonrojaba cuando la identificaban como un niño más del grupo. Las barbies eran demasiado delicadas para una pelea y las cajitas de Hello Kitty para guardar sus útiles fueron solo un pasatiempo.
Everything Means Nothing to Me (Elliott Smith, 2000).
Después de una clase de natación, Eliot decide ir a consulta con el doctor que le vio crecer. La nostalgia le invade y comienza a narrar todo lo que ha pasado en su vida: depresión, confusión y una búsqueda interminable por lograr identificar quién es en el mundo.
El diagnóstico final fue: Te alejaste de la iglesia.
Y allí es cuando la mente comienza a entrar en una espiral llena de culpa y confusión. El viaje hacia su casa fue eterno y las palabras resonaban en su cabeza igual que el sonido de las manecillas del reloj… Al igual que Sísifo, la piedra arrasó con todo su cuerpo.
Al llegar a casa, azota la puerta, el llanto es interminable y no hay nadie que pueda detener esos pensamientos que llegan cada segundo. Es momento de hacerlo: el suicidio es la única opción para dejar de sentir ese dolor y las pastillas se antojan más efectivas que intentar cortarse. Su salvación se iba a convertir en su sentencia de muerte.
Eliot tomó unas cuantas Diazepam y esperó a que su cuerpo dejara de responder y que una capa negra cubriera sus ojos. Lo demás son breves flashbacks: Algunas voces gritando y levantándolo en peso, un trayecto infinito hacia un lugar desconocido y un lavado de estómago que fue interrumpido varias veces por él.
Los intentos suicidas en la población trans pueden tener una incidencia hasta cuatro veces mayor que en la población general y se originan por el estrés de minorías y por la violencia que la población general ejerce hacia los grupos minoritarios. Los intentos suicidas o riesgo de suicidio son mucho más altos en general.
Girl, Interrupted (James Mangold, 1999)
Después de aquella noche, Eliot despierta en una cama medio consciente donde es evaluado por varios psiquiatras, quienes después de una serie de preguntas dan con el diagnóstico de depresión severa y trastorno límite de personalidad, éste último corregido posteriormente en otra institución.
Eliot recuerda lo que fue una semana y media de momentos idóneos que forjaron la supervivencia de estar entre un lugar donde los minutos pueden parecer horas o cómo las personas con las que convivía eran parecidas a las que había visto en películas.
—Al principio estuve bastante tiempo en la sala A (que es de pacientes un poco más inestables) y personas que hasta cierto punto pueden llegar a ser peligrosas. Estuve como la mitad de mi estadía ahí. Yo estaba portándome bien para que me cambiaran de sala porque se trataba de gente que no estaba en su mejor estado mental y su condición no se los permitía, son personas que se llegaban a tornar agresivas. Entonces sí fue como aprender a cuidarme, porque nunca había estado en un lugar sin mi familia y menos en una situación donde llegaba a peligrar. Me acuerdo que había una mujer que tenía la cabeza rapada y estaba obsesionada conmigo. Por mi diagnóstico, yo era como Winona Ryder en Girl, Interrupted y ella era como Angelina Jolie, una sociópata. Después perdió el control por otras razones y me acuerdo haberla visto perderlo en la sala A, donde la agarraron, la metieron a un cuarto y la sedaron mientras veíamos cómo ella intentaba salir del cuarto llorando.
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), el 4% de la población mundial vive con depresión y las mujeres, los jóvenes y los ancianos son los más proclives a sufrir efectos perjudiciales que merman su capacidad para enfrentar los problemas.
Después de dos años de estar fuera del siquiátrico, el concepto de libertad y la salud mental son vertientes para él:
—Te das cuenta de lo que es la libertad después de estar encerrado todo el tiempo y de no poder salir más que como 45 minutos si es que te portas bien. Sería apreciar la libertad en sí y también, al estar adentro de esta comunidad, te das cuenta cómo tener una enfermedad mental no es un obstáculo y no es tan malo como se pinta. Si se tiene una discusión abierta sobre ello, como este círculo de apoyo, te permite comparar experiencias, entender otras cosas y quitar el mismo estigma que tienes con alguna otra enfermedad mental. Es como que mientras afuera se deshumaniza a los enfermos mentales, al entrar te das cuenta que todos son igual de humanos.
My New Freedom (Elliott Smith, 1997)
¿Tu transición ha sido un concepto de libertad para ti, Eliot?
Sí. Creo que al salir de todos modos es como esta fachada que tienes que poner, pero ya con el tiempo te vas dando cuenta que no importa lo que diga la gente de ti, lo que importa es como que tú estés feliz y te encuentres –dentro de lo que cabe–. La forma de ser libre, en el contexto donde te encuentres, darte el permiso de sentir las cosas que estás sintiendo, creo que esa es la libertad más importante. La que uno se llega a otorgar. Porque puedes estar en el lugar más liberal del mundo, pero aun así tú te puedes llegar a reprimir, entonces de nada sirve estar en un lugar y no aprovecharlo. Creo que mucha parte de la libertad está en el contexto, pero creo que lo más fuerte es tener esa libertad de darte la oportunidad de ser tú mismo y experimentar cosas que, al final, puede que lo primero que creías no es lo que eres, pero te diste la oportunidad de descubrirte y entenderte mejor.
¿Qué es lo más difícil de acostumbrarse a ser un hombre trans?
Creo que lo más difícil ha sido que no crean que soy lesbiana, porque hay toda esa concepción por cómo me visto que creen que yo soy una. Entiendo porque yo no pasé lo que las personas muy grandes que tiene esta concepción de que “¡Ay! Es que tiene el pelo cortito y la ropa holgada, entonces es hombre”. Solo a ellos les pasó eso, pero creo que eso siempre me ha molestado, aunque ahorita me da igual, porque me ponía muy impaciente durante ese proceso por querer hacer las cosas de ya y creo que es algo que le pasa a todas las personas trans: te quieres ver como en realidad eres y es muy frustrante estar esperando y que luego muchas personas ajenas que a veces no saben qué pedo con ésto, deciden dictaminar lo que eres. Sí ha sido desesperante, pero he aprendido a ser más paciente porque la gente no me va a ver de la misma manera después y me tengo que esperar, aunque frustre y al final creo que va a valer la pena porque van a ser más años los que voy a vivir siendo trans y viéndome como me quiero ver. Más cercano a lo que yo quiero ver.
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El doctor Jeremy Bernardo Cruz Islas, perteneciente a la Asociación Psiquiátrica Mexicana explica los filtros a realizar para llevar a cabo la transición tanto hormonal cómo quirúrgica:
Actualmente, en Ciudad de México y en Latinoamérica el valor a las personas trans para hacer la transición médica –es decir, los procesos quirúrgicos y de terapia hormonal– son llevados por personas educadas en salud mental, que pueden ser médicos siquiatras, psicólogos clínicos con maestría en sexología o sexólogos clínicos.
La idea principal es realizar una serie de interrogatorios sobre identidad y rol de género para que la persona pueda iniciar con el tratamiento hormonal. Los equipos más avanzados y los realmente expertos son grupos interdisciplinarios, las cuales cuentan con siquiatras, endocrinólogos, urólogos y ginecólogos, mismos que trabajan en conjunto para dar una atención de calidad a las personas transgénero. Aunque no todas las personas trans desean cirugías, la mayor parte desea tratamientos hormonales y para eso se requiere una serie de al menos tres entrevistas previas para posteriormente enviarlos directamente con el endocrinólogo y llevar el seguimiento de la persona para ver cómo se siente con el tratamiento hormonal. Después, se puede establecer una serie de cuestionarios sobre la corporalidad y establecer un plan de diagnóstico y tratamiento para lograr los cambios a los niveles que el paciente desee.
En la primera entrevista se ven y evalúan las expectativas de la persona: ¿Qué quiere y hasta dónde lo necesita?
En la segunda entrevista hablamos un poco más sobre el rol y la identidad de género, de la expresión, de la sexualidad y de aspectos que se necesita evaluar para ver si el paciente está listo para llevar o afrontar un tratamiento hormonal.
La tercera entrevista es posterior a la terapia hormonal y se enfoca en ver cómo se siente el paciente y así establecer el seguimiento necesario para la persona.
Por qué Eliot
(Eliot es una fusión entre su deadname y un tributo al cantante estadounidense Elliott Smith).
—Porque me llega. Va a sonar muy mamón, pero es una persona con la que me identifico mucho. Él no se llamaba así sino que escogió Steven y dijo: “no me gusta Steven, voy agarrar Elliot”. Me identifico mucho con él y hasta cierto punto lo admiro porque llegó a fusionar muy bien lo que fue su arte y su sentimiento. Siempre fue como que muy abierto sobre todos los problemas que tuvo y fue un hombre extremadamente sensible.
La verdad es que saliendo del hospital mental fue una de las cosas que descubrí un poquito antes, fue un poco el descubrimiento de lo que él hablaba. Es muy personal y sientes como si te estuviera hablando a ti y ya con tus vivencias entiendes y comprendes a lo que él se refiere. Aunque muchas personas lo entienden como alguien muy triste, él fue una persona muy feliz y juguetona. Creo que también fue la persona que me trajo la alegría en el siquiátrico, me permitió como encontrarle ese sentido del humor y de burla a las cosas que sientes, no tomártelo tan en serio sino con un poco más de ligereza y no martirizarte –dentro de lo que cabe–.
¿Por qué proteger a las personas trans?
La población trans representa aproximadamente entre el .6 y el 1% de la población general. Es decir que en México podrían existir de aproximadamente unas 800 mil a 1,200 mil personas trans. Dicha población, históricamente, ha sido víctima de violencia y además existe una especie de inferioridad legal y médica en la mayoría de los estados, lo cual hace que sean mucho más difíciles de ver.
Según la investigación “Removing Transgender Identity from the Classification of Mental Disorders: a Mexican Field Study”, de la revista The Lancet: “Más de tres cuartas partes de los participantes (191, el 76%) informaron haber experimentado rechazo social relacionado con su identidad de género. Comúnmente por miembros de su propia familia y seguido por compañeros de clase o compañeros de trabajo. Las formas más comunes de rechazo reportadas fueron la discriminación y la agresión verbal o física”.
Eliot continúa un trayecto que aún es poco claro para él, Después de lograr subir la roca a la colina, ha logrado por fin estabilizarse. La depresión seguirá ahí, pero su determinación por lograr la conformidad como persona es algo que lo emociona.
¿Habrá cirugía? –No lo sabe.
¿Hará una transición completa? –Tal vez.
¿Ha encontrado su identidad? – Sí.