Fallece la poeta Iliana Godoy, la recordamos con tres de sus poemas

La poeta y narradora Iliana Godoy Patiño falleció la noche del martes 5 de diciembre en su domicilio en la Ciudad de México, a los 65 años de edad.

Doctora en historia del arte, Iliana Godoy nació el 22 de enero de 1952 en la capital del país. Además de presidir el grupo cultural Floricanto, fue profesora e investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad La Salle.

 En palabras de la también poeta Beatriz Saavedra, Godoy fue una de las grandes escritoras mexicanas, quien “desarrollaba una agudeza intelectual en todos los aspectos. La hemos perdido, y se va dejándonos una enorme tristeza”, comentó.

Publicó los poemarios Contralianza (1986), Mástil en tierra (1988), Invicta carne (1989), Seducir a la muerte (1993), Furias del polvo (1997), Secreter (1999), El libro de los espejos (2000), Coral negro (2000), Poemas chamánicos (2009) y Adicta palabra(2014), entre otros, así como las plaquettes de poesía Interregno (1985), Derrumbe del fuego (1990),  Sonetos y claustros (1993), y la antología se su poesía Conjuro del espejo (2012).

Como narradora y ensayista publicó el libro de cuentos Ritual de excesos (2005) y La poesía de Jaime Sabines (1996). También colaboró para diversos diarios y revistas de circulación nacional, como El universal, Excélsior, Plural Siempre. Algunos de sus poemas forman parte de diversas antologías y han sido traducidos al inglés, francés, portugués, alemán y japonés.

Fue miembro del Sistema Nacional de Investigadores y con Floricanto organizó diversos encuentros de poesía hispanoamericana. Obtuvo en 1986 el Premio Luis Cernuda por Mástil en tierra, en España, y en 1991 el Premio Internacional de Poesía Breve por Tríptico de danza, en Chile; además recibió la Placa “José María Heredia” en Santiago de Cuba en 2000.

A continuación la recordamos con tres de sus poemas:


*

Habría que caminar por el desierto

_____

_____

hasta que el rostro fuera una resequedad

y la mirada una alucinación.

Habría que arder de olvido

y en un polvo solar, ciegos de llanto,

desandar los caminos de la piel,

y quedar inocentes, primarios,

previos al nacimiento y a la herida.  


*

Ojos empantanados definen tu silueta

A contraluz te alumbro

Revélate Satán


deja caer tu máscara.

Embísteme con tu hecatombe ocura.


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Te reto a compartir

mi urgente combustión a carne abierta.

A deshojar la yema de la rosa hasta teñir de rojo los espejos.


*

Somos los desertores,

los testigos.

Siempre temprano o demasiado tarde.

Un solo instante vivido a tiempo

se llama eternidad.

Nosotros aspiramos a ese cansancio póstumo

que marchite las rosas

y haga correr el tizne por el rostro

de los que entonces lloren.

Contra la cobardía de las neuronas,

ensanchando el calibre de las venas

esto es sobrevivir sobremuriendo.

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