La adaptación de los delfines ante el Cambio Climático alimenta nuestra esperanza por un planeta mejor

Un estudio publicado en la revista MEPS ha analizado el contenido estomacal de 140 delfines listados (Stenella coeruleoalba) varados a lo largo de la costa mediterránea española entre 1990 y 2012. Los científicos encontraron durante todo el periodo restos de presas oceánicas (de alta mar) y neríticas (más próximas a la costa). Sin embargo, en la última década citada, observaron una importante disminución de las muestras oceánicas y un aumento significativo de dos presas neríticas: la merluza juvenil Merluccius merluccius (pescadilla) y el calamar Illex coindetii (pota voladora).

Los investigadores se preguntaron a qué se debía este cambio en la alimentación del cetáceo y de qué forma afecta a su balance energético. Si bien el delfín listado tiene su hábitat principal en alta mar, en aguas de 900 a 1900 metros de profundidad, los investigadores relacionan el cambio de dieta con incursiones predatorias hacia aguas costeras, a partir del año 2000. Este desplazamiento de hábitat, según el estudio, estuvo muy probablemente relacionado con el aumento de especies neríticas –principalmente la merluza juvenil– provocado por el declive de mesodepredadores como el rape o la merluza adulta. Estas especies se han visto afectadas por la sobrepesca tal y como predecían los modelos trofodinámicos, que analizan toda la cadena de relaciones tróficas del ecosistema marino.

“Los delfines listados, aun siendo oceánicos, realizan esporádicamente incursiones en aguas menos profundas; muestran una gran flexibilidad en su dieta y son capaces de adaptarse a los nuevos recursos tróficos disponibles causados por los efectos indirectos de la sobrepesca”, señala Francisco Javier Aznar, uno de los autores del trabajo. “Una vez detectada la gran abundancia de merluza juvenil y de potas cerca de la costa, los delfines habrían descubierto que alimentarse de estas presas altamente accesibles, abundantes y disponibles ahora para ellos, resulta sencillo y rentable”, concluye.

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Los cetáceos, al ser mamíferos acuáticos, tienen altas necesidades alimentarias debido a su elevado metabolismo. Por ello, cabe preguntarse si el cambio de dieta aparentemente asociado a la sobrepesca podría tener impacto en la población, tal y como sugerían algunos estudios previos.

Los datos sobre contenidos estomacales no avalan dicha hipótesis, puesto que el valor energético de las nuevas presas no es inferior al de los peces y cefalópodos oceánicos que servían de alimento anteriormente a los delfines. De hecho, los datos demográficos confirman esta idea. “Parece bastante claro –señala Juan Antonio Raga, coautor del estudio– que la adaptabilidad trófica ha sido incluso beneficiosa para estos cetáceos. A pesar de haber sufrido dos mortandades masivas de origen vírico en 1990 y 2007, tenemos evidencia de que la población de delfín listado se ha recuperado y mantiene una de las densidades más altas de todo el Mediterráneo”.

El estudio abre planteamientos interesantes sobre la forma en la que se adaptan estos organismos. Sabemos que sus sistemas cognitivos están bastante desarrollados, por lo que es posible que la respuesta no sólo sea producto de un proceso evolutivo (selección natural), sino que se trate de dinámicas aprendidas y heredadas de forma social (desarrollo cultural). Como sea, es una prueba que la vida despliega respuestas eficientes a los desequilibrios que estamos causando y de alguna forma sostiene la esperanza en las labores conservacionistas; no todas las respuestas vienen del Homo sapiens, la creación de políticas de no-intervención y el acompañamiento respetuoso a la biota que componen los diversos ecosistemas, podría significar la gran diferencia a la hora de buscar un planeta*.

El trabajo ahora publicado comprende el análisis de una serie temporal de más de dos décadas; un trabajo que este equipo de investigación sigue realizando en la actualidad con los datos obtenidos en los últimos cinco años. Los estudios a largo plazo sobre ecología trófica son relativamente inusuales, especialmente en el caso de los mamíferos marinos, pero resultan imprescindibles para obtener información sobre muchos procesos ecológicos, incluyendo aquellos asociados, por ejemplo, a los efectos del cambio climático.

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  • Artículo original en MEPS.
  • Con información de Agencia SINC.
  • Selección, edición y *notas del Colectivo Alterius.

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