Marcha por la Ciencia: Una jornada para defender el derecho a conocer
La Ciencia atraviesa un grupo de crisis en diversos sentidos. Por un lado, es un hecho que la Gran Ciencia (que engloba al conjunto de investigaciones financiadas y reguladas por los Estados de mayor PIB) suele estar cooptada por intereses políticos y económicos, que está llevando a una explosión en el desarrollo tecnológico que sólo parece favorecer la consolidación de un sistema de producción y consumo desmedido que, al basarse en la sobre explotación de los recursos comunes y su acumulación en manos de una pequeña élite, genera una grave crisis ambiental.
Por otro lado, la “productivitis” que genera los sistemas de evaluación científica (como el Sistema Nacional de Investigadores del Conacyt) ha conducido a problemas inherentes a la propia investigación científica; como la actual crisis de reproductibilidad en los experimentos (un problema de orden global) o la enorme producción de investigaciones sin aplicación y el nulo impacto social que eso significa; un fenómeno común en países como México, que al carecer de una buena gestión en los recursos públicos, producen una sociedad sin cultura científica 1Un botín político importante para Gobiernos que mantienen su coto de poder desde discursos insostenibles científicamente como “La verdad histórica” en torno al caso de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, que a la vez produce una élite de investigador@s que aspiran al diálogo internacional y olvidan problemas de investigación relevantes a nivel nacional.
Es por esto que, incluso antes de los alarmantes recortes que en recientes fechas han puesto en riesgo el desarrollo científico y tecnológico en nuestro país, ya habíamos advertido de la necesidad de organizarnos en defensa de la Ciencia. Organización y defensa que exige una revisión profunda de nuestra posición en el tejido estructural que dirige el desarrollo de la investigación científica en todo el mundo y que nos impulsa a crear alternativas para desarrollar proyectos de ciencia autónomos, pero que hoy a través de la denominada “Marcha por la Ciencia” nos invita a salir a las calles del todo el mundo para proteger uno de los más preciados tesoros de la humanidad; el Método Científico.
Las personas que valoran la ciencia han permanecido en silencio durante demasiado tiempo frente a políticas que ignoran la evidencia científica y ponen en peligro tanto la vida humana como el futuro de nuestro mundo. Las nuevas políticas amenazan con restringir aún más la capacidad de los científic@s para investigar y comunicar sus hallazgos. Nos enfrentamos a un futuro posible donde la gente no sólo ignora la evidencia científica, sino que trata de eliminarla por completo. Permanecer en silencio es un lujo que ya no podemos permitirnos. Debemos mantenernos unid@s y apoyar a la ciencia.- March for Science
Pero marchar sólo por los recortes y en exigencia del incremento del presupuesto destinado a los rubros de Ciencia y Tecnología 2Por lo menos ese 1% del PIB que había prometido Enrique Peña Nieto a principios del periodo presidencial es quedarnos muy cortos. Los problemas no sólo son económicos, sino también políticos y sociales, ya que también los Centros de Investigación y las Universidades enfrentan la plaga de la corrupción y se doblegan ante el actual paradigma que vincula economía, política y conocimiento; me refiero al conjunto de relaciones entre investigación y mercado, que se condicionan desde la repartición de recursos por parte del Estado y/o la industria privada y que termina por abandonar a la población que de hecho la sostiene con sus impuestos.
Por ejemplo, en los ajustes que impulsaron la movilización en los Estados Unidos de América (EUA) se esconde algo mucho más alarmante que sólo el hecho de que Donald Trump pretenda desaparecer la investigación en torno al Cambio Climático y que desestime la evidente crisis ambiental que produce el estilo de vida capitalista. Es tan grave el hecho de que la investigación científica en el vecino del norte sufra un recorte en temas ambientales, como los notables incrementos que han lanzado para impulsar la investigación de corte militar.
Y aunque en orden de magnitud inferior, en México pasa exactamente lo mismo en tiempos donde el desgaste de la clase política llega a niveles de bajísima aceptación popular y se opta como eje de solución por la militarización y el recrudecimiento de la guerra interna. Y es que dirigir los recursos públicos hacia el fortalecimiento de las fuerzas armadas (con todo y la parafernalia escenográfica de las costosas casetas de seguridad instaladas en diversos puntos de la CDMX*), mientras recortan y desaparecen los apoyos a l@s científic@s en formación es una pésima señal para el futuro; para algunos la prueba irrefutable de la ineptitud de los estrategas gubernamentales, para otros la confirmación de que la guerra es sobre todo contra la ciudadanía.
Es por eso que la Marcha por la Ciencia, que en nuestro país se concentrará este sábado en el Ángel de la Independencia en punto de las 16:00 horas, reunirá por una misma causa a grupos con diversas lecturas del problema (algo que no debería sorprender en un gremio que se caracteriza por su permanente actitud reflexiva y el escepticismo inherente a la práctica científica); por un lado estarán aquell@s investigador@s que buscan legítimamente mantener las condiciones estructurales para seguir desarrollando sus labores con dignidad; también estarán l@s estudiant@s que defienden logros históricos como el derecho a la educación pública y gratuita; y un pequeño número de científic@s y personas que hemos propuesto la construcción de una Ciencia Comunitaria y Libre, que prescinda de los recursos públicos y se sostenga de forma autónoma, gracias a una simbiosis entre investigador@s y las comunidades que se beneficien de dicha propuesta.
Y es que como en toda marcha o protesta, lo importante no es la movilización en sí sino lo que pueda detonar en términos de organización. Personalmente pienso que de nada servirá la concentración si nos limitamos al señalamiento del problema (aunque sea en el megáfono que significa la plaza pública) si no podemos reconocer nuestra potencia creadora. Y es que independientemente de la respuesta del Gobierno ante este primer encuentro, la masa crítica que se forja en los espacios universitarios y los centros de investigación también puede responder a esta ofensiva de origen institucional con una multitud de propuestas independientes que abreven del rico movimiento de Ciencia Abierta, que emerge en todo el mundo gracias a las herramientas de Código Abierto; seguramente a esto se refieren l@s promotor@s de la marcha cuando dicen:
“La mejor manera de asegurar que la ciencia influya en la política es alentar a la gente a participar y apreciar a la ciencia. Eso sólo puede suceder a través de la educación, la comunicación y los lazos de respeto mutuo entre los científicos y sus comunidades […] Ha habido una división demasiado larga entre la comunidad científica y el público. Animamos a l@s científic@s a llegar a sus comunidades, compartiendo su investigación y su impacto en la vida cotidiana de la gente. Los alentamos, a su vez, a escuchar a las comunidades y a considerar sus investigaciones y planes futuros desde la perspectiva de las personas a las que sirven. Debemos sacar la ciencia de los laboratorios y revistas y compartirla con el mundo”.- March for Science
Referencias
↑1 | Un botín político importante para Gobiernos que mantienen su coto de poder desde discursos insostenibles científicamente como “La verdad histórica” en torno al caso de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa |
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↑2 | Por lo menos ese 1% del PIB que había prometido Enrique Peña Nieto a principios del periodo presidencial |