Científicos demuestran que el poder de los débiles está en la cooperación
“Imagina tres o cuatro grupos de trabajo diferentes. Habrá uno de ellos más fuerte que los demás. Para crecer en importancia, los débiles solo tienen dos opciones: aliarse con el fuerte o cooperar entre sí. Las matemáticas nos dicen que la cooperación suele ser la mejor estrategia para los débiles y que, curiosamente, es también la más beneficiosa para el conjunto. Además, cualquiera de los débiles en solitario puede forzar esta situación. Un poder del que carecen los fuertes”.
Así explica Jacobo Aguirre, investigador del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC (CNB-CSIC), su último trabajo publicado en la revista Nature Communications junto a Jaime Iranzo, de los Institutos Nacionales de Salud de EEUU y Javier M. Buldú de la Universidad Rey Juan Carlos y el Centro de Tecnología Biomédica (UPM).
El estudio se centra en entender las relaciones establecidas entre comunidades en forma de red que compiten por ganar importancia, lo que los investigadores denominan una red de redes. Los autores combinan en su estudio la teoría de juegos, conocida por los trabajos que concedieron el Nobel a John F. Nash; y la ciencia de redes complejas.
En este juego solamente existen dos soluciones estables: la cooperación o la sumisión. La primera es beneficiosa para los competidores débiles y la segunda es positiva para el más fuerte. Los resultados muestran claramente que la primera opción es, además, la mejor para el conjunto.
Pero lo más sorprendente es que cada una de las comunidades modestas es capaz de provocar una transición desde un sistema de sumisión al poderoso a uno de cooperación. “Cualquiera de los competidores débiles tiene el poder de inducir un cambio de estrategia global sin importar lo que haga el competidor fuerte, que es incapaz de cambiar la situación. Este es el gran poder de los indefensos. Tienen en sus manos el destino del conjunto”, explica Javier M. Buldú.
El dilema surge a la hora de decidir con quién aliarse. Pueden optar por asociarse a la ciudad más importante de la región, un modelo en el cual la principal beneficiada sería esta última. La opción alternativa, es decir, la asociación entre las poblaciones débiles, les permitiría superar a la ciudad fuerte. “El resultado de nuestro trabajo habla claramente: esta es la mejor opción desde el punto de vista global”, explican los autores.
La cooperación como herramienta política
Estudios como estos dan luz en tiempos donde los sectores en resistencia enfrentan escenarios cada vez más complejos, en donde incluso se diluyen los centros de poder, sustituidos por estructuras descentralizadas y conectadas por el mercado global.
Las conclusiones, que según los propios autores “hace del ‘poder de los débiles’ un concepto a tener en cuenta a partir de ahora en la modelización de sistemas tecnológicos, biológicos y sociales”, podría ayudar a resolver discusiones vacías entre sectores de izquierda que, anquilosados en teorías convencionales (según los términos de Boaventura de Sousa Santos), niegan la eficiencia de las rutas comunitarias para transformar el escenario político-social globalmente.
Con información de Nature Communications y Agencia SINC | Comentarios del Proyecto ALTERIUS