Vayamos todos contra la Reforma Educativa, con toda la necesidad de ser patria
Calles, avenidas y escuelas se suavizan con la algarabía de los padre de familia, niños y jóvenes, quienes no soportan seguir callando una desigualdad que ahora aparece hasta en los terrenos educativos. Son ellos quienes con todo el júbilo nos reiteran el hartazgo, la incapacidad de las instituciones gubernamentales para impartir una educación justa, gratuita y sobre todo humana.
Tenemos que separar el aprendizaje de los términos empresariales, debemos llevarlo hasta los mejores cauces, a estratos donde la alfabetización apuntale a los mejores sentimientos de un pueblo.
Hoy el ramo de reformas aparecen como el principio del final. Nos vienen atormentado con la ya mucha miseria redundante, con un futuro sin esperanza, con un México desvalijado por todo ese cinismo, con esas metáforas que nos llegan a doler demasiado.
Nos han privatizado hasta la identidad. Aurelio Nuño no logra convencer, ni la SEP, mucho menos Peña Nieto, quien nos demuestra su ineptitud con cuestiones tan simples como su desencanto en Canadá, cuando aludió a sus peores enemigos: los maestros y los populistas. Lo que logró fue un espasmo de burla con tintes mundiales. Su necedad de llevar acabo las reformas estructurales a diestra y siniestra a mostrado al México dictatorial, dejando a la vista lo que ya no se puede maquillar. Hoy la sociedad en su conjunto ha desbordado la farsa que nos desangra desde allá arriba.
Las formas prácticas de disputa deben ser evaluadas para sostener esto que se presenta en las calles con aires de una brutal unidad colectiva. Hay que llevar toda esta algarabía al punto de no volvernos a quebrantar; hay que promover las relaciones afectivas de fuerza entre el movimiento, el pueblo y la rabia desorganizada. Hoy más que siempre, vayamos juntos con toda la voluntad de ser patria, de ser país…