Vayamos todos contra la Reforma Educativa, con toda la necesidad de ser patria

Calles, avenidas y escuelas se suavizan con la algarabía de los padre de familia, niños y jóvenes, quienes no soportan seguir callando una desigualdad que ahora aparece hasta en los terrenos educativos. Son ellos quienes con todo el júbilo nos reiteran el hartazgo, la incapacidad de las instituciones gubernamentales para impartir una educación justa, gratuita y sobre todo humana.

Ante el rezago, la supuesta falta de recursos y el golpeteo a este sector, se nos vienen las lágrimas de un tajo al desenmascarar una Reforma Educativa más consistente…pero en el desmantelamiento de los derechos laborales hacia los maestros, en su poca preocupación por la educación y en su inaceptable romance con el grupo Mexicanos Primero, sí,  esos potentados empresariales que desde 2012 han lanzado un artero ataque contra los maestros y todo aquel que se pronuncie en contra de la reforma. La OCDE, por su parte, a placer ha dispuesto de sus placeres neoliberales para promover su apego a germinar mentes huecas; eso sí, de mucha “calidad”, con el silbido de la desgarrada producción y la errática enmienda de volver el mundo un aparato inhumano, insensible, capaz de arrasar con nosotros mismos.

Tenemos que separar el aprendizaje de los términos empresariales, debemos llevarlo hasta los mejores cauces, a estratos donde la alfabetización apuntale a los mejores sentimientos de un pueblo.

Hoy el ramo de reformas aparecen como el principio del final. Nos vienen atormentado con la ya mucha miseria redundante, con un futuro sin esperanza, con un México desvalijado por todo ese cinismo, con esas metáforas que nos llegan a doler demasiado.

Nos han privatizado hasta la identidad. Aurelio Nuño no logra convencer, ni la SEP, mucho  menos Peña Nieto, quien nos demuestra su ineptitud con cuestiones tan simples como su desencanto en Canadá, cuando aludió a sus peores enemigos: los maestros y los populistas. Lo que logró fue un espasmo de burla con tintes mundiales. Su necedad de llevar acabo las reformas estructurales a diestra y siniestra a mostrado al México dictatorial, dejando a la vista lo que ya no se puede maquillar. Hoy la sociedad en su conjunto ha desbordado la farsa que nos desangra desde allá arriba.

¿Cómo, cuando y como elevar las formas de lucha? ¿Nos volvemos movimiento o no? Los padres asumen la lucha, la hacen su lenguaje, asimilan una realidad donde es necesario intervengan todos para cambiarla. Son ellos quienes están con los maestros, juntos, pero no revueltos. Mientras unos van por derechos laborales o incluso privilegios (muchos de los esfuerzos cuantitativos se rompen cuando entran en las turbias negociaciones, donde antes de la mayoría se ve el inmediato interés de la minoría) ellos nos van edificando otras formas, otros métodos, alternativas. Es ahí donde todos los esfuerzos deben ser congregados en una sola disputa, todos unidos, con su cada cual. La prisa por derrocar, cambiar y modificar las raíces sociales, políticas y culturales debe serenarse para no sucumbir a la prontitud de los acontecimientos. Volvemos a lo mismo: espontaneidad, solo qué se está volviendo un ente de organización poderoso, fuera del convencionalismos de afiliación partidaria donde se trabaja en beneficio de pocos, de los deseosos del poder…lo cual reanuda, modifica y establece nuevos paradigmas para entender al enemigo en común: el Estado.

Las formas prácticas de disputa deben ser evaluadas para sostener esto que se presenta en las calles con aires de una brutal unidad colectiva. Hay que llevar toda esta algarabía al punto de no volvernos a quebrantar; hay que promover las relaciones afectivas de fuerza entre el movimiento, el pueblo y la rabia desorganizada. Hoy más que siempre, vayamos juntos con toda la voluntad de ser patria, de ser país…