‘Juchari uinapikua’ es una llama libertaria
Hay regiones donde manda el fuego, espacios liberados que elevan plegarias con aroma a copal, las dirigen a los cuatro vientos y las defienden con la vida. Una de ellas es Cherán, pueblo autónomo que se levantó en armas para defender sus bosques y que en estos días cumple cinco años en la defensa de ese proceso.
Escribo esto desde su plaza central, al ritmo de una banda con clarinetes, trompetas y tuba, música que es a la vez llamado a caminar en caravana para celebrar la autonomía. No puedo escribir más que desde lo que siento al pisar un espacio que al cruzar la barricada inicial diluye los miedos, cobija y sonríe en cada calle.
¿Cómo será la vida sin su ejército, sus policías y su crimen organizado? Quizá es una pregunta esperanzada que nos hacemos millones de mexicanos en este momento y que en pequeñas regiones se están respondiendo a pulso de bala y organización comunitaria.
Cherán es una respuesta que muchos venimos a mirar de cerca, con nuestras cámaras y computadoras en vertiginoso registro. Una respuesta que respira desde sus bosques y el sagrado vínculo que despertó la dignidad de las mujeres que se alzaron armadas con palos y piedras para iniciar el proceso de liberación.
Se levanta la bandera Purépecha y con ella los puños izquierdos; un acto que, como muchos aquí, mantiene su valor simbólico y su espiritualidad.
Los habitantes de Cherán no temen hablar de su experiencia, no miran con la habitual desconfianza que se vive en otros espacios. Un fenómeno que se entiende con las palabras que ofrece una de las participantes en el acto cívico y social que se desarrolla ésta mañana:
“El movimiento que iniciamos con el rostro cubierto, señal de temor, fue acompañado por la luz de las fogatas que poco a poco nos dio el valor para mostrarnos sin ese paliacate”.
Es su manera de explicarnos que las dignas capuchas que se levantan en ésta y otras regiones del país, nunca lo son para ocultarse de nosotros, sino para confrontar la embestida que deben resistir cuando declaran el sueño de ser libres. “Dicha luz iluminó nuestra mente, para evidenciar y darnos cuenta que el principal enemigo eran los partidos políticos. Al quitar esa venda de los ojos vimos por fin el valor de la comunidad”.
Una venda que se va cayendo todos los días en este país y que solo espera la chispa que prenda la pradera. Y es que hay otra lección fundamental del pueblo de Cherán, una para los que aplastan, controlan, los que buscan despojar y acumularlo todo; todas las personas con las que hablo coinciden en una cosa, el movimiento explotó un día de hartazgo. Fueron las mujeres del pueblo las que dieron la primera muestra de fuerza colectiva; repicaron las campanas y el resto de los habitantes se sumó al llamado.
Las campanas siguen repicando y las vendas cayendo, hay que abrazar la hermosa sensación que da ésta región de la meseta Purépecha para seguir soñando y trabajar el sueño de ser libres. No son pocos los esfuerzos colectivos que se suman a los festejos, pero sobre todo con la intención de aprender sus formas de organización, no para replicarlas, sino para tomar referencias en las rutas que debe seguir la autogestión.
Por lo pronto sabemos que es en el fuego donde se crea la fuerza colectiva. Las fogatas que incendiaron la resistencia en el 2011, hoy se prenderán de nuevo al grito comunitario de ¡Juchari uinapikua!*, ya no para convocar al levantamiento, ni para defender las entradas del pueblo, sino para abrazar la alegría de haber resistido y logrado una prosperidad que va más allá de los impulsos de consumo que crea el pensamiento dominante.
En unas horas recorreremos muchas de las 189 fogatas que son la base esencial de la organización comuntaria…
* Grito lanzado por la comunidad de Cherán K’eri, cuyo significado en Purepecha puede ser traducido como “Nuestra fuerza”.
Texto de O’tan Huerta