La fuente de la eterna juventud

Científicos reconocen genes asociados al proceso de envejecimiento

La Ciencia es un viaje apasionante y los investigadores que utilizan el método científico en sus exploraciones vitales son los “Sherlock Holmes” de nuestro días. Todos parten de enigmas que surgen desde la observación detallada del mundo que nos rodea y se lanzan en la búsqueda de respuestas a preguntas que parecen sacadas de libros de ficción. Esto es lo que hicieron los investigadores de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich y el consorcio JenAge, un instituto de investigación sobre el envejecimiento, al lanzarse a la búsqueda de la “eterna juventud”… ¡El equipo liderado por Michael Ristow descubrió genes que están involucrados en el proceso de envejecimiento físico!

Primero hay que señalar que gracias a las Ciencias Biológicas, hoy sabemos que en cada una de nuestras células portamos un código que funciona como un programa que regula nuestra funciones corporales. Un programa que se traduce [por una serie de procesos extraordinarios que también se regulan por el ambiente que nos rodea] y se manifiesta en nuestro sexo, el color de nuestros ojos, la tonalidad de la piel, la forma del cabello, la estructura osea, el desarrollo corporal, etc. Ese programa, que también contiene la clave del envejecimiento y nuestra inevitable muerte, se encuentra en lo que llamamos la molécula de la vida; mejor conocida como Ácido Desoxirribonucleico (ADN), que a grandes rasgos está formada por paquetes de información llamados genes.

Ristow y su equipo, como muchos científicos en todo el mundo, se han dado a la tarea de entender el proceso del envejecimiento, no para detenerlo en su totalidad, sino para entenderlo y mejorar las condiciones de vida de las personas de edad avanzada. Para lograr su propósito iniciaron un análisis sistemático del ADN de tres organismos diferentes para identificar los genes hipotéticos que estarían asociados a su proceso de envejecimiento. Estos genes, que al ser compartidos y provenir de un ancestro común son llamados ortólogos, no solo estarían estrechamente relacionados entre sí, sino que al persistir durante los procesos evolutivos también estarían presentes en los seres humanos.

Para detectar estos genes, los investigadores examinaron unos 40.000 genes en nematodos C. elegans, peces cebra y ratones de laboratorio. Buscaban determinar cuales eran los genes que se regulaban de manera idéntica en los tres organismos en cada una de sus etapas de crecimiento (jóvenes, maduros y viejos). Como medida de la actividad de los genes, los investigadores midieron la cantidad de Ácido Ribonucleico mensajero (ARNm); moléculas que al presentarse demuestran la existencia de un gen y la “huella” de una proteína [caber señalar que cuando hay muchas copias de un ARNm de un gen específico es muy activo y cuando hay menos copias de ARNm, por el contrario, se consideran como un signo de baja actividad].

Como regularmente pasa en la ciencia probabilística, dado el volumen de información, los investigadores utilizaron modelos estadísticos para establecer con solidez matemática una intersección de los genes que son regulados de la misma manera en las tres especies. Esto demostró que comparten sólo 30 genes que influyen significativamente en el proceso de envejecimiento, de los cuales el más importante probablemente es uno llamado BCAT-1; ya que una vez identificados los científicos iniciaron una serie de experimentos donde inhibían su actividad y observaron que al bloquear este último gen la vida de los nematodos se extendía hasta en un 25%.

Los investigadores también fueron capaces de explicar cómo funciona este gen: El gen BCAT-1 lleva el código de la enzima del mismo nombre, que degrada los llamados aminoácidos de cadena ramificada; incluyendo los aminoácidos L-leucina, L-isoleucina y L-valina, que se encuentran en los alimentos de naturaleza proteica. Cuando los investigadores inhibieron la actividad de BCAT-1, estos aminoácidos de cadena ramificada se acumularon en el tejido provocando una cascada de señalización molecular que provoca el aumento de la longevidad e incrementa el intervalo de tiempo en la salud de los nematodos; como medida de la vitalidad, los investigadores midieron la acumulación de pigmentos de envejecimiento, la velocidad a la que las criaturas se movían y con qué frecuencia los nematodos podían reproducirse con éxito. Todos estos parámetros mejoraron significativamente cuando los científicos inhibieron la actividad del gen BCAT-1.

Para Ristow, lo más importante en el estudio son las implicaciones que puede tener en nuestra comprensión del envejecimiento en los humanos ya que entender estos procesos podría evitar enfermedades relacionadas con la edad como la diabetes o la hipertensión arterial. En este sentido, es notable el hecho de que al incorporar los aminoácidos a la dieta de los nematodos se haya visto también un incremento en su longevidad, aunque no tan significativo como el visto por la intervención directa en la actividad del gen.

Investigaciones de este tipo son esenciales, ya que el ser humano ha podido extender sus esperanzas de vida pero debe extender la fase de vida saludable para resolver problemas en los sistemas públicos de salud y mejorar las condiciones de vida en cada una de sus comunidades.

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Con información del Scitechdaily.

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