“La crítica a la poesía nos permite realizar un diagnóstico actual del ser humano”: Entrevista con Fernando Salazar Torres
El poeta Fernando Salazar Torres (Ciudad de México, 1983) está dispuesto a cortar la cabeza a los poetas más influyentes de la poesía contemporánea con el fin de realizar un sano ejercicio de debate y pensamiento crítico.
Octubre será el escenario perfecto para una jornada de mesas de debate y pensamiento bajo el título Crítica y autocrítica de la poesía mexicana y de los poetas en México, este ciclo de crítica poética tendrá como sede la Casa del Poeta Ramón López Velarde en la Ciudad de México. Reconocidos poetas, como Enrique González Rojo o José Vicente Anaya, se darán cita cada martes para realizar un ejercicio de reflexión en torno a la práctica y el quehacer poético de nuestro país, un ejercicio que promete opiniones que cercenarán la cabeza de los escritores más influyentes del siglo XX y XXI, como Octavio Paz o Efraín Huerta. Fernando Salazar Torres, poeta participante y uno de los coordinadores de esta jornada —junto con José Vicente Anaya y Hugo de Mendoza— nos comparte sus reflexiones sobre el difícil papel de la poesía, y el aún más difícil ejercicio de la crítica literaria, en un país en crisis como el nuestro. Salazar Torres conversa con nosotros y nos pide que dejemos en claro que sus opiniones son personales y que no expresan el objetivo del proyecto.
En un país con tan pocos lectores de poesía ¿cuál es el papel de la crítica de poesía en México?
Considero a México un país con pocos lectores de poesía, porque los propios poetas somos responsables de ese hecho. El poeta le ha enseñado, parcialmente, a la sociedad que la poesía corresponde a un grado superior de conocimiento y sensibilidad. Eso es mentira. Durante mucho tiempo, parte del siglo XIX y del siglo XX, a partir de las ideas del primer Romanticismo, decir poeta era sinónimo de vate, profeta o iniciado. Y la historia de aquel tiempo justificaba semejante creencia. Lo que vale decir que, solamente, unos cuantos tenían acceso al ejercicio poético. Hasta hace poco tiempo, el acto creativo en poesía era considerado casi divino: el poeta es un pequeño dios, afirmaba Vicente Huidobro. Ahora ya no me parece que sea así. El papel de la crítica es imprescindible en el pensamiento del ser humano y, en cada época histórica, se torna fundamental como el juicio que diagnóstica, en muchos niveles de la sociedad, algún estado de cosas. La crítica aplicada sobre la poesía es necesaria, diría ineludible, pues sirve como el discernimiento que separa lo que estamos haciendo mal de lo que estamos haciendo bien. La poesía como ejercicio del pensamiento, como generadora de ideas da testimonio de nuestra historia, es decir, refleja el estado de la condición humana en varios planos: metafísico, religioso, cultural, filosófico, ideológico, social. Considero que el poeta de la actualidad se deslinda de la importancia de la crítica, porque no se arriesga, además, les gusta rondar en el facilismo. En la actualidad, me parece, no se presenta un diálogo que pueda desarrollar un balance de nuestro pasado para poder proyectar nuestro futuro.
¿Por qué realizar una jornada de mesas redondas de crítica y autocrítica de la poesía y de los poetas?
El origen de esta serie de mesas tiene su anécdota. Te la contaré. En alguna ocasión asistí a una charla que impartió José Vicente Anaya, en el centro cultural “Refugio Citlaltepetl”, en la col. Condesa. Entre varios temas, expresó algo sobre El arco y la lira, de Octavio Paz, en lo cual no estuve de acuerdo y objeté. Terminó el evento y no hubo oportunidad de acercarme a Anaya. Casi dos años después, nos encontramos en la cafetería de la Gandhi, de Miguel Ángel de Quevedo. Él me reconoció y me dijo que le había gustado mi objeción. A partir de entonces nos vemos regularmente para platicar y, dentro de esas reuniones, surgió la idea de organizar una serie de mesas de debate y pensamiento en torno a la poesía mexicana, porque ambos pensamos que el poeta actual no es crítico. En lo personal, no creo que el poeta de nuestros días esté comprometido con la discusión; en general, la sociedad de nuestro tiempo está dispersa, enajenada, distraída por factores propios de los medios de comunicación y redes sociales. El pensamiento, parece ser, se diluye, se derrite en segundos. Ocasionalmente, uno se encuentra con algunas jornadas de conferencias, pláticas y debates, pero no son recurrentes. Realizar crítica es someterse a un riesgo, es exponerte y, como mencionaba anteriormente, a muchos eso les provoca cierto temor. Así pues, esta primera jornada de crítica y autocrítica busca sumar a escritores que quieran presentar su análisis o balance de la poesía mexicana. Las mesas suman diferentes generaciones, al menos tres, lo cual enriquece el discurso y amplía la perspectiva que podríamos construir. Es importante revisar cómo va nuestra poesía y tratar de ofrecer criterios que puedan darle dirección.
¿A qué tipo de público van dirigidas estas jornadas de debate?
A todo público. No podemos delimitar y prohibir la asistencia. Aunque, como expresabas desde el principio, poca gente lee poesía, por lo cual la asistencia no es muy recurrente. Es sumamente necesario la reunión de distintas generaciones en esta clase de diálogos, que son abiertos, es decir, los ponentes no irán, en exclusiva, a leer algún escrito y bajarse de la mesa dirección a su casa. Eso no es diálogo, sino solemnidad y reverencia. Los asistentes serán, intuyo, los estudiantes sobre literatura, en particular, los interesados en poesía; los escritores que están en la búsqueda de su voz, quienes están a punto de publicar su primer libro, los antologadores de poesía, los editores independientes, asimismo, las referencias literarias más importantes de los últimos veinte años.
¿Es necesario que a los grandes poetas —como Octavio Paz, entre otros— se les baje de su pedestal y que se tenga un diálogo menos solemne con ellos?
Esa pregunta me parece tramposa y tendenciosa. Si contestará tal y como está formulada mi respuesta inmediata sería sí, sí es necesario que a los poetas fundadores, diría, se les baje de su pedestal para dialogar con ellos de una manera menos solemne. No obstante, el caso que determinado poeta tenga pedestal no significa que vayamos a tener un diálogo meramente solemne. Podemos discutir con Paz aunque él esté arriba y nosotros abajo; él es un poeta completo. Trabajó el ensayo, la crítica, la poesía, incluso el teatro, casi lo hizo todo. La respuesta sería, mejor aún, si es válido descalificar motivados por intereses que no son totalmente literarios. Además de Eduardo Lizalde y Marco Antonio Campos, no encuentro a otro poeta después de Paz, que sirva de guía, como Maestro de nuestras generaciones. Por ejemplo, el caso de Sor Juana es curioso, pues durante el siglo XVIII su obra fue valorada y formaba parte de los clásicos de lengua española, posteriormente, en el siglo XIX, la figura literaria de la poeta se diluyó, incluso, generando menosprecio entre los críticos. Hasta el siglo XX fue revalorada, redescubierta, en especial, a partir de la segunda mitad, lo cual significa que los grandes poetas o fundadores de alguna tradición poética son aceptados o rechazados. Thomas Eliot, Harold Bloom, Jorge Luis Borges, Vicente Huidobro, quizá otros también, hablan de los precursores o las influencias. Nosotros nos leemos en nuestro pasado literario y leemos a éste en nosotros. Esta constante tensión del pasado y el futuro, aunado a la crítica, nos permitirá revisar nuestra poesía y aceptar, así lo veo yo, que la solemnidad es parte de la asimilación de tal o cual tradición literaria.
¿Existe la poesía Mexicana?
Sí, porque la escriben poetas mexicanos. Sin embargo, el adjetivo mexicana no funciona exclusivamente a causa de que sus autores hayan nacido en México. La pregunta la quiero asumir a partir de dos conceptos: desde su aspecto estético y desde el fondo que la sostiene. Si considero el primero, tendría que referir la forma y la estructura de la poesía mexicana, la cual se sostiene, de alguna manera, dentro de cánones clásicos, es decir, no existe, en general, riesgo alguno por romper las formas, no se presenta poesía semejante a lo realizado en Sudamérica, que juega más por la idea y no tanto por sentido del verso; y esto ocurre, principalmente, como lo dije antes, por el redescubrimiento y revaloración de Sor Juana Inés de la Cruz. La poesía mexicana descansa sobre este baluarte de la lengua española, además, también, a causa de la influencia y afluencia de los refugiados españoles avecindados, en México, motivados por la dictadura de Franco en España. Por otra parte, si considero el segundo,es necesario explicar, desde mi opinión particular, tres tendencias que yo veo en la poesía actual de México: a.- poesía que descansa en la imagen poética, la cascada de imágenes que cansa al lector y lo pierde; b.- la poesía comprometida o social-política, que en algunos casos es lograda o en otros parece panfleto, y; c.- la poesía hermética, construida principalmente por el uso retórico cuya metáfora, a veces, se vuelve, ilegible. No quiero decir, categóricamente, que estas sean las formas, estructuras y fondos exclusivos de la poesía mexicana; es muy probable que estén presentes otras características, de lo contrario, estaría afirmando una clasificación totalitaria de la poesía y no es así, pues uno de sus atributos consiste en su pluralidad. En conclusión, sí existe la poesía mexicana, la cual desde mi análisis tiene que romper con las tres mencionadas tendencias.
En mundo como el nuestro, y en una situación político-social como la que vive nuestro país particularmente, ¿por qué es saludable realizar un ejercicio de debate como éste?
Para mí es la pregunta más difícil. No sabría dar una respuesta total, única e inmutable. Recuerda una idea central de Jorge Luis Borges: la literatura es la versión no oficial de la historia. La historia que nos toca vivir determina nuestra condición humana y, paradójicamente, la propia condición humana del pasado ha restringido el decurso histórico, por lo cual, somos responsables del estado actual en el que vivimos. Es fácil deslindarse de la problemática aludiendo a los malos gobernantes o a las fallas del sistema económico-político-social de la Globalización. Somos responsables, no víctimas. El ejercicio de la crítica en torno a la poesía nos permitiría realizar un diagnóstico del pensamiento actual del ser humano. Mi dictamen es el siguiente: ¿hay pensamiento que sostenga la poesía actual? No me refiero al caso particular de México, mi aseveración pregunta por el mundo. Estamos vacíos. La poesía refleja nuestra propia circunstancia. Habrá que reflexionar la relación que hay entre la pregunta por el pensamiento o el vacío humanos y las tres tendencias de la poesía mexicana que yo considero. Esto mismo es lo que yo expondré en mi mesa.