Mar lunar oculto descubierto: La IA encuentra lo que la humanidad llevaba décadas ignorando

En un giro que seguramente tiene a más de un geólogo lunar cuestionando su existencia, la inteligencia artificial ha hecho lo que décadas de observación telescópica y exploración espacial no lograron: encontrar un mar oculto en la cuenca Aitken del Polo Sur lunar. No se trata de agua (tranquilos, conspiranoicos), sino de un antiguo mar de lava ahora disfrazado bajo capas de escombros. Y todo gracias a unos algoritmos que, a diferencia de los humanos, no necesitan café para analizar datos.
El equipo de científicos, liderado por Frank Chuang del Planetary Science Institute (PSI), aplicó técnicas de aprendizaje automático para detectar la presencia de criptomares, esas huellas fantasmales de antiguos mares lunares que han sido parcialmente cubiertas con depósitos no volcánicos. La conclusión: la Luna esconde más historia geológica de la que se pensaba, y la cantidad de mares lunares en Aitken ha sido subestimada. Básicamente, la IA acaba de decirnos que hicimos mal la tarea.
Para llevar a cabo la investigación, el equipo recurrió a dos algoritmos. Primero, el clustering de K-medias, que como buen método no supervisado, se limitó a agrupar datos según patrones sin preguntar si tenía sentido. Luego, la Clasificación de Máxima Verosimilitud, que sí necesitó algo de ayuda humana para entrenar sus modelos. Entre ambos, lograron distinguir entre mares, criptomares y llanuras lunares, evitando que los científicos pasaran años adivinando qué es qué en la superficie del satélite.
Este hallazgo no es solo un triunfo para la inteligencia artificial, sino también un recordatorio de que la historia lunar es más compleja de lo que pensábamos. Si la actividad volcánica de la Luna fue más intensa en el pasado, significa que su interior albergó más calor del que se estimaba. Y mientras los científicos ajustan sus teorías, la IA sigue confirmando que es mejor en esto de analizar datos que nosotros.
Así que, en resumen: la Luna tenía mares ocultos, la IA los descubrió, y los humanos seguimos maravillándonos de que las máquinas nos sigan dejando en ridículo.