La patria (no) es primero

Se Inyectan Asteroides es una columna de Emmanuel Medina @emmanuelmedina


Bittori vive en un departamento en San Sebastian, en el frío norte de una España nebulosa. Sobrevive sola. Llena de dolor y rabia: muchos años atrás, su marido a quien llamaba cariñosamente “Txato” fue asesinado, arteramente, por ETA en el pueblo donde vivían. Esta tarde ha escuchado por la radio que esa organización, separatista y terrorista, ha depuesto las armas.

Sólo un anuncio y llega La Paz. Con mayúsculas. Como si nada.

¿Quién le regresará a su esposo?, ¿quién reunirá a sus hijos, que, lejos de ella y cada uno por su lado, ha hecho una vida tratando de sanar la ignominia de ser “hijos de otra víctima de ETA”?, ¿los vecinos de su pueblo le volverán a hablar, alguna vez, sin sentir piedad o desconfianza?, ¿el párroco le dejará de pedir que perdone, olvide y se aleje?

El viaje de restauración de esta viuda y madre española es la semilla del inmenso, deslumbrante y, a la vez, inolvidable corazón, que da vida a la novela “Patria”, de Fernando Aramburu.

Una hilvanada red de agridulces monólogos, diálogos entre esposos o amigos, hermanos y amigos que dan una cuidada estructura y sentido a anécdotas cotidianas, antes y después, de la heridas que causó la asociación vasca nacionalista, Euskadi Ta Askatasuna (ETA), y que, en estas páginas se trasmutan en memorias de plata y podredumbre que, con el cuidado de un orfebre, el narrador, nacido en 1959, también en la localidad donde vive exiliada una de sus protagonistas, creó durante casi una década para hablar de la identidad nacional, entremezclada con las emociones humanas.

En las 650 páginas de esta conmovedora, que no sensible ni cursi, novela se levanta un monumento que no debe ser indiferente a ningún latinoamericano.

Y que, con más razón, en México nos debe impulsar a correr para encontrar, en sus páginas, que Fernando Aramburu nos habla, de frente, a todas y todos los que, diario, se polarizan, nada más terminada una conferencia mañanera, desde Palacio Nacional.

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Lo que podría ser tan lejano como los días de atentados cometidos por un grupo que quería ser una “patria” independiente dentro de España, bajo el lema “País Vasco y Libertad” y que dejó más de 800 asesinados y muchos, muchos más damnificados del cuerpo y el alma, desde finales de los años 50 del siglo pasado hasta 2010, día de su extinción armada, “Patria” nos habla directo a la polarización que vivimos (sumada a la artera enfermedad respiratoria que causa un coronavirus) en el suelo mexicano, desde la llegada al poder de Andrés Manuel López Obrador.

Pero, ¡atención!, que esto no es un libro político: es una narración sutil y estremecedora de la gente de la calle, que no sabe de corrientes políticas ni idea revolucionarias, y que, sin saberlo, se ven enfrentados, día a día, a la desazón de vivir en un nación donde quien piensa diferente se puede volver tu enemigo mortal.

Editada en 2017, “Patria” le valió a Fernando Aramburu el Premio Nacional de Narrativa de su país y el aplauso unánime de quienes, al leer en sus páginas el viaje de restauración emocional de Bittori encontraron que esa mentada Patria (en mayúsculas, como quieren que la nombremos quienes ostentan el poder) no siempre es primero.

Un año más tarde, esta novela se editó en 16 idiomas: en esos días, el autor declaraba en entrevista a la revista XL española: “Me he dado cuenta de que no hace falta tener información previa sobre lo que había sucedido en España para entender el libro, la gente remite la novela a hechos de su país: la vivencia es universal y se entiende en cualquier parte del mundo”.

Para Fernando Aramburu, escritor con una prolífica carrera en las letras de su país, un acto de violencia contra la sociedad, lo cometa un grupo político o grupos delictivos, siempre deberá ser señalado / narrado / expuesto al duelo lector.

“Confieso que en todo momento he tenido un ojo puesto en la posible reacción de las víctimas del terrorismo. Me habría dolido mucho que se sintieran ofendidas. Se han acercado a mí viudas o hijos de asesinados y me dieron las gracias por haber escrito este libro, sentían que algo que les habían arrebatado brutalmente estaba en el libro de una manera que no les causaba dolor”, dijo el autor.

Y con la idea de conectar a las victimas que deja la violencia es que, en próximas semanas se anuncia el estreno de “Patria” como serie televisiva, tres años después de su emocionado estreno como libro y la primera que la prestigiosa cadena HBO ha producido en España y que vera la luz, sin cambio hasta ahora, en mayo.

Un relato amoroso y despiadado que merece llegar a más público y que, en imágenes, quizás encuentre otras formas de conectar con la Patria personal de cada lector.


COLOFÓN:
Por mera curiosidad y como la credibilidad y poca afluencia de críticos literarios, en México, nos empuja a buscar opiniones externas, creí pertinente revisar las listas de sus recomendaciones de la revista cultural Babelia, que se edita cada semana en el diario español El País: inexplicablemente esta portentosa novela no fue nombrada libro del año cuando se publicó.

En su lugar está la novela “Berta Isla”, de Javier Marías

Y en su recuento de los 100 mejores libros del milenio, hasta diciembre pasado, fue colocada en el lugar 54: inexplicable pifia de un suplemento que se precia de ser el canon de la literatura mundial.

O explicable, quizás, porque Aramburu aún desentraña heridas de guerra y desconcierto que en España, ahora aquejada por el COVID-19, no es fácil cómo afrontar su lectura, con los separatismos aún tan presentes y poderosos.


Ojalá el tiempo reafirme, pese al extraño desdén de ciertos sectores críticos, que “Patria” es, sin duda, una de las grandes novelas del último siglo, editada en España.

Guarden esta columna y verán.
(Si salimos de esta pandemia, claro ésta).


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