Pensar la Internet: Trabajo fantasma e invasión a la privacidad

En días recientes, la agencia SINC, especializada en divulgación científica, ha publicado en su portal un par de entrevistas con mujeres dedicadas al estudio de la tecnología en el centro de investigaciones Microsoft Research.

Por un lado la matemática Kristin Lauter (EE UU, 1969) apunta la necesidad de combatir la invasión a la privacidad en el desarrollo de tecnologías con Inteligencia Artificial. Esta destaca investigadora previó hace más de una década que mantener la privacidad de los datos compartidos en internet sería un reto matemático y así fue como nació el campo de la ‘inteligencia artificial privada’ (PAI por sus siglas en inglés).

Para Lauter ‘inteligencia artificial’ (IA) hoy en día significa que se desarrollan programas que pueden mejorar la eficacia del ser humano, en torno a servicios digitales capaces de hacer recomendaciones, contestar preguntas, reconocer nuestras caras, llevar a cabo predicciones financieras e incluso médicas pero siempre ha cambio de los datos de millones de usuarios; que por cierto se preocupan poco de lo que implica que estas empresas se apropien de su información y la utilicen no siempre de la mejor forma.

Para evitar esta invasión y aprovechar los servicios de la IA sin comprometer nuestra privacidad, las matemáticas más actuales desarrollan dentro de la PAI una técnica conocida como “encriptación homomórfica”.

<p>Kristin Lauter, matemática. / SINC</p>
“Analizar datos sin desencriptarlos parece magia, pero son matemáticas”.- Kristin Lauter

Ante la complejidad del término, Lautter utiliza la fama de Homero Simpson para explicar su significado de la manera más simple, ya que igual que el padre de familia amarillo maneja material radioactivo a través de una caja de guantes, la encriptación homomórfica permite que los servicios de IA trabajen nuestros datos sin ‘realmente’ abrirlos.

En palabras de Lauter “esto es como si introdujéramos un diamante en un cofre, lo cerráramos con llave, se lo diéramos a un joyero, este trabajara el diamante a través de una caja de guantes sin abrir el cofre y nos lo devolviera”. Dicho de una forma más técnica, la encriptación homomórfica permite que terceros analicen datos encriptados sin tener que descodificarlos antes.

Uber y el trabajo fantasma

Por otra  parte, la antropóloga Mary L. Gray se interesa por el impacto social de las tecnologías que nos rodean hoy. La investigadora advierte que compañías como Amazon, Google y Uber funcionan gracias al trabajo invisible de millones de personas que incansablemente corrigen la imperfección de los algoritmos. Nadie sabe cuántas son ni qué volumen de negocio generan.

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La antropóloga analiza este problema en su último libro Ghost work: How to stop Silicon Valley from building a new global underclass, que firma junto el científico computacional Siddharth Suri.

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En su libro Trabajo fantasma, la escritora y antropóloga analiza cómo evitar que Silicon Valley construya una nueva subclase global. / Elissa Truso, SINC

En los últimos años han encuestado miles de personas, residentes en los Estados Unidos e India, que desde sus casas trabajan de forma temporal y bajo demanda para plataformas de gigantes tecnológicos. Además, han seguido otras 200 personas más para ponerle rostro a esta nueva fuerza de trabajo global a la que han llamado trabajo fantasma.

La investigadora lo define como “un tipo de trabajo en el que la persona etiqueta y clasifica datos para plataformas online en tareas que suelen durar segundos. Los procesos automatizados fallan y necesitan de alguien humano que se meta en el proceso computacional para comprobar algo.

El ejemplo más claro para entender el trabajo fantasma lo podemos ver en la plataforma de Uber. La investigadora explica que “el usuario pide un conductor y alguien disponible irá a buscarlo. El sistema ofrece una sensación de seguridad porque verifica la identidad de los conductores”.

Pero el reconocimiento facial es una cuestión técnica muy compleja y los ordenadores aún no pueden hacerlo a la perfección. Si ese día el conductor se pone una gorra o lleva gafas es muy probable que la imagen no coincida con la del archivo de la aplicación. “En este caso, a otra plataforma que no pertenece a Uber, pero que la compañía paga para asegurarse de que aquel conductor es el mismo que el de su base de datos. Detrás de esta tarea de verificación hay una persona que en ese momento está en el circuito. Si la persona no puede confirmar que se trate del mismo conductor, lo suspenderá y el consumidor nunca lo sabrá, porque irá a buscarlo otro conductor”, explica Gray.

“Todos dependemos de otra persona, que a menudo está en otro país, que tiene que hacer un juicio rápido y tomar la decisión correcta, que no siempre es obvia. Es una tarea que requiere mucha concentración, no es ninguna tontería”, continúa mientras explica que la mayor parte de las personas que hacen el trabajo fantasma son jóvenes de unos 28 años con estudios universitarios que no encontraron trabajos dignos o que buscan un empleo de medio tiempo para poder dedicarse a otras actividades.

Y aunque parece una apuesta válida para cualquier persona que utiliza las oportunidades laborales que se están creando con las nuevas tecnologías digitales, detrás de todo esto están las grandes empresas tecnológicas enriqueciéndose sin aportar prestaciones básicas, ni seguridad social y aprovechando la precariedad global para crear una nueva clase laboral igualmente precaria con millones de personas distribuidas en todo el mundo.

De nuevo la conclusión es simple, mientras algunas expertas en matemáticas aportan seguridad digital, con nuevas formas de encriptación para burlar a la Inteligencia Artificial, y mientras algunas personas comprometidas con la regulación laboral exigen medidas de control para las empresas que aprovechan el trabajo fantasma, los usuarios de la tecnología debemos reflexionar más sobre más implicaciones de usar aplicaciones privativas que acumulan y venden nuestra información confidencial.

Para todas ellas hay alternativas libres y, aunque no hay ninguna que sea completamente segura, al usarlas mejoramos nuestra privacidad y sobre todo descentralizamos la Internet restándole poder político y económico a empresas cuya ética es sumamente cuestionable.

Texto del Colectivo Alterius con información de Agencia SINC.

 

 


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