Adriana Tafoya #VocesVioletas
#VocesVioletas es un espacio semanal dedicado a compartir poesía escrita por mujeres de México y Latinoamérica.
Adriana Tafoya. México.1974. Poeta y Editora. Ha publicado los libros: Animales Seniles (2005); Enroque de flanco indistinto (2006) –poemario sobre ajedrez que le valió jugar contra Garry Kasparov en las simultáneas para celebridades en “La Gran fiesta Internacional del Ajedrez 2010”; Sangrías (2008); El matamoscas de Lesbia y otros poemas maliciosos (tercera edición, 2014); Diálogos con la maldad de un hombre bueno (segunda edición, 2014); Malicia para niños (segunda edición, 2017); El derrumbe de las Ofelias (2012); Viejos rituales para amar a un anciano (2012) y Los cantos de la ternura (2013); Mujer embrión (2013); Los rituales de la tristeza (2013), y Parábolas del Equilibrio (2015).
Obtuvo el primer lugar en el I Slam de Poesía organizado por la Alianza Francesa (2007). Ha sido incluida en diversas antologías, entre ellas, Poesía del ahora; poetas de Portugal y México, prólogo de Juan Manuel Roca, selección de Ricardo Venegas y Sandra Santos, (Eternos Malabares, 2018) y la Antología General de la Poesía Mexicana, poesía del México actual, de la segunda mitad del siglo XX a nuestros días, selección de Juan Domingo Argüelles, (Océano/Sanborns, 2014). También es parte del consejo editorial de la revista Blanco Móvil y columnista de La Piraña México. Su poesía ha sido traducida al náhuatl, al portugués, al italiano y al francés. Actualmente es editora de VersodestierrO.
A continuación presentamos una breve selección de su obra poética:
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Enmugrecido
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Quiero salir de este cajón
—tengo amputadas las piernas—
para acercarme a ustedes ruedo
cuatro engomadas llantas
y estiro mi gruesa mano
para saludarles (?) No,
para exigirles una moneda
porque —yo tengo amputadas las piernas—
me pongo los pantalones doblados
pero no los hiere el concreto
porque los guardo con todo y mi persona
en este negro cajón de madera
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Me excitan las jovencitas
oler el aceite de sus piernas
me corrompen sus zapatillas
completamente rojas
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Escucha nuestro podcast
y aunque no he besado a ninguna —todavía—
sé que me sabe a mango la boca
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Una ópera tierna
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(La aguja pincha el disco)
Mi madre recuerda a sus amantes
inmersa en las olas de la cama
enrollada en el oleaje
envuelta en gasas
de agua blanca
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Amados de pelambre rojizo ceniciento
velludos como desgreñado estambre
olorosos a tabaco que se masca
y aunque son cuero cabelludo
están desnudos
y estremecidos de vello
gruñen
como niños pequeños
dentro de la cuna
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Queridos peludos
de amargos pelambres
con ellos naufraga
y revuelca la melena
y se enreda en la estática
y en un grito líquido
desprende
aroma de tarántulas
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Amados en el recuerdo
por el vacío de la mano
su mano
un aliento negro de naturaleza muerta
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(la aguja pincha el brazo)
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del cristal del suero
baja
el brillo de la gota
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por supuesto
mi madre también recuerda a sus hijos
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creo que nos recuerda
creo que ella siempre nos recuerda
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El tierno algodón del cielo
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Mira llagarse el negro azul del cielo
su sentimiento se trasmina
Ve cómo el agua pesa
mira
ven pequeña
siéntate en mis piernas
te voy a contar un cuento
sobre el metal negro en las muñecas
de cómo mi padre rompió una paloma
de la humedad en las lágrimas
y la belleza del sufrimiento
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de cómo recojo tus manos
con bochorno y sofoco del aliento
y se te mojan los frágiles poros
dilatados por la incertidumbre
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Mírame lentamente pequeña
porque es nervioso el remordimiento
y lamer orina de tus labios
es perder la visión
en un parpadeo pardo
e inquietante
en el cual me encrespo
exudo
te aprieto
porque el placer se enreda en mí
penetro embisto invado
exploto serpiente
y no me contengo
para entregarte ese sufrimiento
que nosotros llamamos amor
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ven pequeña
vamos a casa
cierra las piernas
y levántalas
que el cielo se estremece
y ya se ve caer el delgado trazo del agua
mira cómo se derrama en todo la sombra
sin embargo creo que aunque no se ve
el blanco algodón del cielo
está manchado de sangre
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El matamoscas de Lesbia
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Regreso agitada y burbujeante
presionando con los dedos
el cuello
del cristal que envuelve al vino
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Regreso redonda y satisfecha
frondosa y perfumada
con las carnes tambaleantes
y envinados mis sabrosos frutos
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él dijo:
me molesta tu perfil
de gesto seguro y suficiente
sólo eres una mosca gorda
mosca negra peluchuda
e inflamada
de siniestros pelos
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Ruedo por la inmensa cama
Me desprendo de una tela
entallada y descosida
le confirmo
que soy negra y sucia
negra de carne dulce
carbón de azúcar
mosca exótica con vientre acústico
forrado de terciopelo
una cajita pequeña de resonancias
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Confirmo que soy negra
y deliciosamente gorda
y que en alguna parte olvidé las pantaletas
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él dijo:
me enoja cuando bebes
arrogante elevas el meñique de tu mano
eres perra añeja
que provoca
carnívoros deseos
dan ganas de hacerte tierra
y cocer un jarrón de tu barro
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Sonrío
me acomodo y le reitero
que soy negra y mala
negra de labios gruesos,
que la forma de la hembra madura
se impone
y concentra la elegancia
de lo abundante,
le da poder al cuerpo
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que tengo los pezones zarzamora
que estoy desnuda
y se me dibujan grietas
que adornan mis nalgas
con la textura del satín
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él dijo:
me haces falta
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Adormilada
abro las piernas
que atesoran mi sexo oscuro
inflamados sus pequeños olanes magenta
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en esta flor clava su lengua
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no me molesto con él
sé que tiene hambre
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