Daniela Birt #VocesVioletas
#VocesVioletas es un espacio semanal dedicado a compartir poesía escrita por mujeres de México y Latinoamérica.
Daniela Birt nació el 26 de agosto de 1989 en la Ciudad de México. Es egresada de la licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM; donde se encuentra escribiendo una tesis sobre la dramaturgia de Federico García Lorca y es miembro del Seminario de Estudios Áureos. Ha impartido cursos y talleres de redacción en nivel medio superior.
En 2011 se publicó su primer poemario No se llama Daniela Birt, el cual fue presentado en el Festival Poético El Caracol en Tijuana, Baja California. En enero de 2014 se publicó su segundo poemario Geografías de Eros, el cual se presentó en Puebla por la editorial HondaNómada. Actualmente es parte de la Mesa de Traducciones del Periódico de Poesía de la UNAM, donde trabaja como editora, reseñista, correctora y traductora. Bianca y los Monstruos (2016) es su libro más reciente publicado por Aquelarre Editoras en Monterrey, N.L.
A continuación presentamos una breve selección de su obra poética:
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Geografías de Eros
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Hay una cualidad terrena,
un choque de moléculas,
la configuración eterna
que recuerda al mar en tu belleza.
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Tienes ojos de prado limpio,
faz de campo, brillo de grama.
estoy a la deriva
entre la naturaleza que te brota.
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Tu imagen es un mapa
donde se retrata el aliento
de la verdadera madre,
de la tierra suave y tersa.
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Hay un valle entre tus cejas,
rodeado de centelleantes luciérnagas
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limpias, rodeadas de viento,
rematado con la sombra de tu cúspide centrada.
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La solar curva de tu mejilla,
vestida de fragrantes espumas
oculta una secreta y bizarra sonrisa
que respira incesante con un ritmo profundo.
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La columna de tu cuello
alta y recta como cedro
nace de esa tierra eterna,
tibia y frágil como nardo de escarcha.
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La planicie de tu abdomen,
un lecho de arena mansa y dorada,
es el gran lugar donde yace
la palpitante rosa de mi aliento.
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Tu cuerpo es un oasis,
de agua mansa, tu cuerpo,
de tierra fértil
de incontrolable temblor danzante.
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Una figura, tu cuerpo,
es un retrato de alimento primario;
la imagen encendida y turbada
del amor originario.
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Tu cuerpo, reflejo de la geografía,
de cascadas perdidas,
sagrado espejo del alba
quebrante entera de mis noches de tedio.
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Mi boca.
Mi espinada boca.
Mi purpúrea boca es un manantial;
tu nombre es la fuente.
Este pozo mío se llena de ti
con todas las verdades rotas
que reflejas abatida.
Mi boca es un manantial:
tu cuerpo es un lucero
un brillante destello líquido,
tu cuerpo es fluido y tenaz,
persistente y sereno.
Detienes el mundo
con un segundo luminoso
que mana de tu boca
y cesan los movimientos.
Tu boca es el sol,
y en tu cuerpo no termina nunca
de amanecer.
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Bianca y los Monstruos
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No, no es el amor quien muere
—Luis Cernuda
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El amor es un perro trastornado,
el amor camina a cuatro patas,
canta con bramidos de locura
llora con espuma de rabia.
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Es una fuerza que carece
golpea polvorientamente
en una carretera
con caracoles de madera.
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El amor, amor, es un fantasma
de fuego
sin bordes o límites,
es un extraño juego de vientos:
musicales y dolorosos,
como flautillas de Pan.
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Amor, tu nombre es una nota agria
es un crepúsculo lloroso
que se derrama
por la curva de tu hombro.
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Amor, eres una columna callada,
una búsqueda parda
un rito de ríos que fluyen
y se pierden en las tinieblas.
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El amor, amor, calla cuando
lloras y no conoce el silencio
de tu matizada química errada
que brilla, sonora, todas las tardes.
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Amor, tú no tienes voz,
eres un tono y una lágrima,
hermosa cueva pesada
sin lumbre canalla o gaviota.
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El amor es un pandero roto de escarlata,
suena al clamor de la noche,
cristal sangrante y púrpura,
palpitante y sereno.
Tu amor, amor, es un diamante
de lado. Es lujuria, es oferta.
Una angustia. amor miserable
que llora y anhela y sucumbe.
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Mi amor, amor, es una sorpresa
y un misterio. Es la multiplicidad
reposante que gusta de contemplar
y en atardecer dormita.
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Es amor, amor, calla cuando quiero
hablarte, muere en al abismo
de mi garganta sangrante y morena.
El amor chilla en su figura
apropiándose de mis palabras.
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20
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Bianca, la blanca avecilla
esa que corre en la memoria
vuela con los giros
de danza, corre entre saltos de angustia.
Ella baila de blanco
o de violeta
o de azul cardenal
en un frío lago alado.
Ella es la ráfaga y el viento
es la saeta y el destello,
mueve los gélidos cabellos
en círculos concéntricos de escarcha
alrededor de tres discos solares
pequeños y oscuros
como ciruelas maduras.
Ella corre entre delfines
blancos de polvo y bruma
levantados en torbellinos
huracanes de arroz y espuma.
Es un movimiento rotatorio
desatado entre lazos
es una convulsión antigua
y lastimosa de color broncíneo.
Es un tamborileo ineficaz
es la chispa primigenia y abrasada
el momento propicio y apto
del cual nacen todas las danzas.
Bianca es un fulgor de luz
una bella ansia callada,
un ritmo, una madeja
una frase que mana.
Murmullo frecuente y anegante
ruido perenne y veneno.
Es pequeña y brillante,
baila con titilantes astros,
camina entre luces y relámpagos.
Es una flor, una cadencia
ritmo fascinante, abierto
un tornado sin remedio
de hojas caídas y doradas.
Ella se mueve con el sonido
mudo del alba, con el tacto
infinito del día, la espesura verde
de toda la grama fresca.
Baila entre colores tibios
de estío y aurora eterna,
febril sería entre la noche
si ella conociera la oscuridad.
Pero Bianca es un haz de estruendo
una hermosa ortiga callada
nenúfar quieto y brillante,
gorrión que vuela y que late.
Nace de las nubes,
nada en índigos colores
mueve mares,
mueve luces,
en oleajes de locura.
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Tengo poco tiempo
para plasmar mi desinterés
antes de que me vuelvan a aporrear.
Peste, Haidou, Sheol…
deberían de haber sido mi nombre.
Lo que me toca se muere,
se pudre,
se quema
se quiebra.
Los hombres hablan
con aliento muerto del sur.
Balbucean sobre cadáveres
y despojos de lo que antes
fue su casa, o sus amistades.
Es un chiste malo.
Y los salvajes muchachos y yo
nos reunimos para reír
en silencio y contemplar
la pútrida decadencia
de un arte añejo.
En mis manos el papel
se enmohece,
se deshace
y nunca logra germinar en algo,
lo que sea.
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Sólo quería que hubiera
una versión mía de las cosas.
—Los monstruos no existen, Daniela—
Pero sí, usted no me cree, pero
los monstruos existen.
Existen y yo los he visto.
Quisieron matar a Bianca, pero no los dejé
—Bianca no existe, Daniela—
Eso dijeron ellos. Eso dicen siempre.
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