Una mexicana superdotada entró a Harvard, pero tenemos que hablar de la otra realidad de los niños genio
Dafne Almazán hoy tiene 17 años y es la estrella de los medios mexicanos el día de hoy por su gran hazaña: ingresar a Harvard, siendo la primera menor de edad en estudiar un posgrado en dicha institución en 100 años.
¿Cómo es que a tan corta edad está estudiando un posgrado? Pasa que Dafne es superdotada y a los 10 años ya había estudiado la preparatoria, y a los 13 ya cursaba la carrera en psicología. Leemos en una nota de EFE que, aunque para nada es la norma, esta condición no es tan incomún ya que cerca de un millón de niños mexicanos tienen esta condición.
Resulta también curioso y relevante, mencionar que el padre de Dafne es Asdrúbal Almazán, quien dirige un centro especializado en menores como su hija. Su institución, el Centro de Atención al Talento, es una división del Grupo Alianza Mexicana por la Sobredotación.
¿A qué vamos con ese punto? A que si bien el éxito de Dafne es producto de un esfuerzo individual y familiar, que con justa razón fue apoyado de la manera adecuada, no es un reflejo de la situación del grueso de los superdotados. Por ejemplo, con esta noticia inmediatamente recordé un reportaje de Vice acerca de los destinos de las personas con esta particularidad. En lugar de enfocarse, como la típica nota televisiva de noticiero de la tarde, en las característica o casos prometedores, el texto de Vice va acerca de lo que puede pasar con aquellos con una inteligencia [de entrada] superior a las de las personas de su edad.
Dice el artículo:
Los intereses de los niños con altas capacidades son totalmente distintos de los demás niños de la misma edad, cosa que provoca bastantes problemas para relacionarse y son señalados como un agente anómalo, una especie de fallo de Matrix que les repercute de inmediato.
Por ejemplo, un niño de 8 años tiene una mentalidad de uno de 11, así que mientras lo normal sería que aprendiese a sumar y a jugar con coches de Fisher Price, su capacidad le pide multiplicar o dividir y comenzar a leer novelas juveniles, como poco. No tiene por qué adaptarse mal, pero si no es identificado ni por su familia ni por su entorno, puede afectarle directamente.
Más allá de estos growing pains, queda claro que chicos como Dafne o su hermano Andrew (que ya es toda una eminencia) superan sus expectativas con sus logros fuera de lo común.
Pero ¿qué pasa con aquellos que con todo y las dificultades de adaptación nunca fueron bien asesorados? Hay otro artículo de Vice al respecto, que tiene una serie de ejemplos algo contundentes. Por supuesto, no vemos muchos Andrew o Dafne en dichos casos.
Aunque son perfiles elegidos a mano, de personas que fríamente podríamos decir que no cumplen la expectativa mediática de un superdotado, el reporte de Vice nos deja ver una realidad donde casos como los Anaya Almazán son la anomalía.
Basta con leer esto:
Son inteligentes y listos, mucho más que la media, y han conseguido desarrollar una carrera profesional. Pero también han tardado tiempo en canalizar su talento y acoplarlo a sus verdaderas aspiraciones. El sistema educativo falló en casi todos los casos y los obligaba a repetir patrones. “Me aburría, y si me aburría era por la incapacidad para encajar las rutinas”, dice Lea. Y habla a propósito de la forma de aprender en clase, cuando uno ya conoce todo lo que le está contando el profesor. Ahí se crea una sensación de frustración, que luego es extrapolable a otras situaciones o momentos vitales.
Nos encontramos con cuatro adultos que han sido diagnosticados (es el término que se utiliza) como superdotados. Repasamos con ellos sus experiencias y hablamos sobre educación, infancia, empatía, relaciones sentimentales, fracaso, capacidad de adaptación, felicidad y depresión. En definitiva, sobre vidas de personas que, como nos dice Antonio, no se consideran Superman, sino Clark Kent.
EL DATO
Dafne ya había sido nota nacional antes, al haber sido ganadora de premio de la juventud de la CDMX en 2018. Vía Conacyt Prensa:
El premio valora su trayectoria académica, ya que con 13 años de edad consumó la licenciatura en psicología en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), y tres años más tarde concluyó sus estudios de maestría en educación con acentuación en mecanismos de enseñanza aprendizaje, en la misma institución.
La joven realizó una tesis sobre los efectos positivos de la educación diferenciada en la enseñanza de matemáticas para sobredotados en niveles educativos elementales.
Asimismo, tiene dos certificaciones profesionales de la Universidad de Harvard, en educación diferenciada y en técnicas de aprendizaje significativo. En 2016, recibió el Premio Mujer Tec y el Premio Nacional de Psicología.