Día de los Santos Inocentes: siete niños mueren en incendio.

A pesar de que el supuesto origen del Día de los Santos Inocentes es una matanza, la tradición cristiana en la actualidad lo evoca con bromas y risas, no obstante, lo que pasó con una familia ese día, es una verdadera desgracia.

La madrugada del pasado 28 de diciembre, 7 menores de edad murieron debido a un incendio  en su vivienda. Cuando los bomberos llegaron nada pudieron hacer: la casa -en su mayoría hecha de cartón y madera- estaba casi reducida a cenizas.

La tragedia ocurrió en la colonia Buenavista, que pertenece a la alcaldía de Iztapalapa, Ciudad de México. Los padres de los menores no se encontraban en el sitio y las declaraciones de los vecinos, así como las ruinas de la finca, permiten vislumbrar una realidad de pobreza, abandono y vulnerabilidad.

Diego y Óscar, de 2 años de edad cada uno; Jimena, de 4 años; Adriana, de 6 años; Marlene, de 9 años; Cruz Hidalgo y Miguel Ángel, de 13 años cada uno. Son los nombres y las edades de las víctimas, quienes fueron velados en casa de su abuela.

El medio Sin embargo recabó testimonios de algunos de los vecinos de la familia, quienes mencionaron que vivían de limosnas, de vender dulces y de limpiar parabrisas. También los describen como niños sonrientes y nada problemáticos. Vivían con muy pocas cosas, apenas comían, y sus padres, así como ellos, presuntamente consumían drogas.

Los resultados del peritaje realizado por la Fiscalía, revelaron que el incendio fue consecuencia de aplicar fuego directo a material flamable. Esto alimenta el sospechosismo y envuelve el incidente en un manto que lo hace aún más trágico.

Iztapalapa tiene casi dos millones de habitantes, de los cuales, más de 600 mil viven en pobreza, y cerca de 30 mil, padecen pobreza extrema. Es preocupante inferir que muchos niños subsisten en condiciones precarias, la mayoría invisibilizados hasta que una tragedia los hace notar. Niños que se desarrollan en ambientes hostiles, difíciles, sin oportunidades, que el día de mañana serán adolescentes y adultos en desventaja para incorporarse en el mercado laboral, en la vida “normal” y sana.

A pesar de que el Año Nuevo generalmente arrastra consigo un ambiente de optimismo y buenos deseos. Los números en cuanto a pobreza se refieren no son alentadores. Según la CONEVAL, en los últimos 8 años hubo 4 millones más de pobres. Esto demuestra que las estrategias gubernamentales no han dado buenos resultados, y la pobreza sigue cargando con estigmas e ideas que reducen dicho fenómeno a la voluntad de los individuos, es decir, la gente es pobre porque quiere.  

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Hay muchos ejemplos de superación, personas que nacieron y crecieron en situación de pobreza y lograron salir de ella, incluso, de acumular riqueza, pero no se puede generalizar. Situaciones específicas de ciertos individuos no necesariamente podrían darse para miles o millones de personas. ¿Cómo exigirle a una niña de 9 años, que no va a la escuela, que se alimenta de lo que puede, que está expuesta a abusos, que cuando tiene hambre sus padres le dan a inhalar solvente, que sea una mujer adulta capaz de proporcionarse una vida digna?

Sin lugar a dudas, cuando se reflexiona sobre la pobreza, no se hallan con facilidad soluciones inmediatas ni sencillas. El gobierno es responsable de propiciar las condiciones necesarias para que todas las personas tengan oportunidades semejantes.  Como sociedad, es complicado encontrar acciones que remedien de fondo las cosas, ya que la caridad solo alivia una necesidad momentánea.

Lo que pasó con los 7 niños es lamentable, ningún niño debería morir en un incendio, ni tampoco dormir sobre tablas acomodadas en el suelo, ni padecer hambre, frío y abandono. Si los responsables de esto son sus padres, ¿es ético asumir que nada podemos hacer como miembros de una sociedad, para prevenir y evitar que algo así se repita? No tengo una respuesta extensa para eso, he pensado en ello desde que leí la noticia, pero estoy seguro de que no.  

 

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