¿Puede la Realidad Virtual acabar con el racismo?

Desde el año 2015, algunos investigadores se plantearon la posibilidad de resolver problemas sociales haciendo uso de la Realidad Virtual, debido a la posibilidad de generar empatía desde la experiencia de actuar como diversas personas, las cuales interaccionando en entornos virtuales que en la realidad nos parecen familiares sufren respuestas muy diversas; por ejemplo, la respuesta en una entrevista de trabajo por  nuestra condición de raza y sexo.

Ahora, investigadores españoles han utilizado la influencia de la realidad virtual inmersiva (RVI) para analizar los efectos que tiene este tipo de experiencia en las conductas automáticas ante otras razas. Los resultados muestran que adoptar una determinada raza virtual, independientemente de la real, afecta a determinados comportamientos inconscientes hacia personajes virtuales del mismo color de piel virtual.

Según los expertos, quedan demostrados así los efectos de este tipo de experiencias virtuales en la percepción, el comportamiento y las actitudes, pero además, también abren la puerta al uso de esta tecnología para combatir conductas racistas.

Durante las interacciones sociales, las personas se identifican como miembros de los grupos sociales a los que pertenecen de manera espontánea. Esta identificación, en la que rasgos como la raza o el sexo son elementos muy potentes de pertenencia a un grupo, influye en las percepciones y comportamientos interpersonales.

Un método habitual para contrarrestar este sesgo es la toma de perspectiva, que normalmente requiere que las personas imaginen cómo sería, por ejemplo, tener otro color de piel o sexo. En el nuevo trabajo, los investigadores han transformado esta toma de perspectiva mediante el uso de la RVI. “En lugar de hacerles imaginar cómo sería ser otra persona, hemos puesto a los participantes en la situación de “ser” esa otra persona”, explica Slater.

El estudio se realizó con 32 mujeres de raza blanca que fueron asignadas aleatoriamente a un cuerpo virtual de raza blanca o negra. Provistas de unas gafas y un traje de realidad virtual, las participantes encarnaban el avatar asignado y debían interactuar con otra mujer virtual generada por el programa.

En el experimento, las participantes debían describir primero una serie de cuadros que aparecían en una pared virtual, y después escuchaban la descripción que de ellos hacía la otra mujer virtual. Cada participante repitió el experimento dos veces, en semanas diferentes, pero siempre con el mismo color de piel asignado al principio. Sin embargo, el color de la piel del avatar con el que compartían espacio virtual fue diferente en cada ensayo.

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Imitación consciente

Los investigadores grabaron los experimentos y analizaron el grado de mimetismo de las participantes con la otra persona virtual. Para ello registraron las veces en las que la participante imitaba inconscientemente movimientos del otro personaje, como tocarse la cara, colocar los brazos en las caderas o rascarse el brazo.

“Inconscientemente, las participantes imitaban mucho más los gestos del otro personaje virtual cuando coincidían en el color de piel virtual. Por ejemplo, cuando la voluntaria realizaba la experiencia con un avatar negro, imitaba en más ocasiones a su colega virtual negra que cuando esta era blanca”, añade el investigador.

“Esta imitación —continúa Slater— es importante, ya que es un comportamiento no consciente que, según estudios de psicología social, indica entendimiento social. Es decir, inconscientemente, tendemos a imitar más a aquellos con los que estamos en mayor armonía”.

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Cambios fuera de lo virtual

Los autores señalan que no es posible extrapolar estos resultados fuera de la simulación virtual, ya que para poder hacerlo sería necesario llevar a cabo un seguimiento de los participantes que certificara la variación de los sesgos raciales en su vida diaria.

En este sentido, un estudio anterior de EventLab demostró que encarnar un personaje virtual de una raza diferente a la propia “disminuye el sesgo racial al menos una semana después de la exposición a la realidad virtual”.

Según los investigadores, esta influencia en las actitudes implícitas de los participantes, sitúa a la RVI como un prometedor instrumento para, en el futuro, combatir el racismo en la vida cotidiana. “A medida que se generalice el uso de la realidad virtual en la sociedad, puedo imaginar, por ejemplo, juegos no violentos y películas interactivas con RVI en los que el jugador encarna diferentes cuerpos y roles”, detalla Slater.

“Otras aplicaciones posibles serían el uso de la RVI para que funcionarios públicos –como policías, que tienen trato directo con el público– vivan la experiencia de cómo podrían ser tratados de manera diferente en función de su raza (virtual). Por supuesto, esto sería más importante en algunos países con problemas raciales severos”, concluye el experto.


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