Juzgarán premio literario a través de un software
A todos se nos hace agua la boca y nos sudan las manos cuando vemos una noticia de esta magnitud: “Escribe una crónica de la CDMX y gana 25 mil pesos”. Dinero fácil, dirán los gánsteres de la literatura. Haré mi mayor esfuerzo, pondré sangre, sudor y horas nalga en el máximo texto que jamás he escrito, dirán los más entusiastas, que somos la mayoría. Que tire la primera piedra quien nunca haya proferido algo así.
Aun sabiéndonos incapaces de realizar tal proeza, nos imaginamos redactando esas invencibles páginas, y aun sabiéndonos sólo poetas contemporáneos, escritores de versos, bardos urbanos, poetahambres y rascaliras, nos complacemos en el imaginario podio recibiendo el premio como los herederos natos de los mejores cronistas de esta monstruosa ciudad. La poesía ya no deja, lo de hoy es la crónica, serán tus primeras palabras al congratularte como el hijo de Juan Villoro, el nieto de Carlos Monsiváis, y el bisnieto de Salvador Novo. Luego llorarás al recibir el cheque. Aplausos.
Las bases del mencionado premio de crónica, convocado por La Asociación Civil Premios Ciudad y la revista Chilango, estipulan que además de los morlacos, los ganadores se llevarán la estatuilla de Tláloc, diseñada por el artista Grand Chamaco —que, debemos señalar, se basó en una leyenda urbana para confeccionar la estatuilla—, la crónica ganadora será editada y tallereada por los miembros del jurado para ser publicada en la revista y el sitio web de Chilango. ¡Vaya qué honor! Corre el rumor de que este premio no está arreglado, pero advierto, sólo es un rumor.
Unos amigos, muy allegados al círculo editorial de la mencionada revista, me contaron otro rumor. Dicen que entre el jurado, que estará compuesto por escritores de gran prestigio, habrá una máquina. Sí, así como lo oyen. Una máquina, que a través de un software recién implementado, estará valorando la calidad estética de las crónicas concursantes. La máquina lleva por nombre TEZCATLIPOCA, para resaltar el espejo humeante del arte del futuro. A nadie deben sorprenderle los avances tecnológicos implementados en el ámbito del arte. Por supuesto, la máquina es un secreto, será revelada cuando se dé a conocer el fallo en el concurso.
Alfredo Cardona Peña, escritor mexicano de origen costarricense, narra en su cuento “Juegos florales electrónicos” una circunstancia parecida. Celebraron unos juegos florales para galardonar al mejor poeta con 10.000 pesos, pero ese mejor poeta era FORTRAN (Formula Translation), un software diseñado en serie. Dicho programa, según el científico que lo creó, estaba configurado con un algoritmo que combinaba no sólo versos, sino estilos, de Ezra Pound, Juan de Dios Peza, Eugenio Montale, Shakespeare, Manuel Acuña, Pablo Neruda, entre otros grandes.
La máquina había producido un grandioso poema, que más de un poeta contemporáneo envidiaría. El bello trabajo fue premiado pero cuando se dio a conocer al premiado, los jueces dudaron en continuar con el show porque cómo era posible que una máquina haya resultado ganadora. Los jueces se preguntaron si debían premiar, en todo caso, al científico que la creó. Como no se pusieron de acuerdo, decidieron mandar al poeta electrónico y a su creador a la cárcel, por estafa.